1. Mela-Parte II

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1. Mela-Parte II


— ¿Te gusta?

—Es...—las palabras se me atascan en la garganta sin apartar la mirada de su bulto erecto. Compostura, se supone que vos vas a jugar con él, no el con vos —. He tocado y visto más grande.

Comento indiferente retirando mi mano como la mirada de él, diciéndole algo que es verdaderamente un golpe bajo para cualquier hombre, aunque en verdad sea mentira. Jamás tuve la oportunidad de tocar un bulto tan grande y ver uno de una de esa dimensión, para decir que el suyo apesta cuando ¡Ostia! La boca se me hace agua al pensar que lo podría tener ahora dentro de ella, o más aun, dentro de mí haciéndome gritar de placer como en mi sueño.

—Lo que tú digas, mela—bromea dibujando una sonrisa colocando su mano sobre mi pierna, pasando a masajearla de arriba a baja, aproximándose a una zona peligrosa en mí.

» ¿No tenes frio con el vestido?

—No—susurro sin apartar la mirada de su mano, la que ahora se encuentra en mi muslo interno masajeándome. Trago con algo de fuerza al sentir las primeras cosquillas de deseo entre mis piernas, como una abundante humedad repentina.

» ¿Qué intestas haces?

—Porque no adivina.

— ¡Espera...!

Tiro mi cabeza hacia atrás impactando contra el asiento, a la vez que mi espalda se arquea violentamente largando un profundo gemido que retumba en el auto, cuando su dedo índice se desliza con suma facilidad dentro de mí dejándolo quieto, y creo que es por la conmoción de no encontrarme con bragas.

—Así que sin bragas, ¿He?—dice retirando lentamente su dedo—. Me éxito pensar que fue por mí, mela—susurra adentro de nuevo su dedo.

— ¡Ay!

Me retuerzo. Gimoteo. Me aferro al asiento y cierro los ojos con fuerza cuando un nuevo dedo se suma al placer, que al principio resulta incómodo, ya que solo la mitad de su dedo se desliza en mi abertura empapada e deseosa de mucho... más.

Acomodo la cabeza en el asiento para mirar mejor como su mano se mueve rítmicamente, pero aunque la vista me excite, necesito mucho más, lo necesito entero dentro de mi grieta, no sola la punta de sus dedos. No solo dos dedos.

Me muerdo el labio inferior reteniendo un gemido antes de tomar su brazo frenando sus movimientos, cosa que lo obliga a abandonar rapantemente la mirada del camino. «Te tengo» pienso dibujando una sonrisa inocente, levanta la pierna para apoyar mi pie sobre el tablero perfectamente lustrado de su auto ostentoso. Enseñándole sosteniéndolo de la muñeca, lo más profundo que puede llegar ahora, largando un gemido casi genuino soltándolo para que siga solo.

— ¿Te gusta así, mela?—pregunta retirando sus dedos y entrando violentamente de nuevo.

— ¡Si!

Es lo último que grito empezando a retorcerme de placer, llenan el ambiente de insultos y jadeos que solo son míos, hasta que... una verdadera punzada de dolor mesclado con el ardor del deseo explota en mi cuerpo, cuando sin pedirlo un tercer dedo se hunde, solo escuchando el ruido caliente de mi abundante humedad que me hace perder la razón y sentir que estor cerca de un verdadero orgasmo:

— ¿Quieres más?

— ¿M-más?—pregunto con dificultad ya sintiéndome a punto de correrme—. Creo que...

—Aguántate un poco, nena. Cundo te lo diga córrete en mis dedos.

Aprieto los labios. Cierro los ojos con fuerza. Y trata de contenerme lo más que puedo, pero ya puedo percibir como los músculos se me tensan, más los internos, aquellos que están rodeando sus dedos que no dejan de salir y entrar. Inclino mi cabeza hacia atrás, arqueo la espalda y agradezco que diga lo que quiero oír:

LAS MEDIAS DE RED [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora