2. UN BIBLIOTECARIO-PARTE II

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Las cejas espesas y deformadas del señor Smith se arquen al verme cruzar la puerta de su prolija oficina

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Las cejas espesas y deformadas del señor Smith se arquen al verme cruzar la puerta de su prolija oficina. Su sombríos ojos se posan en los míos señalándome su silla para que tome asiento. Lo hago, irguiéndome más de lo normal, esperando su funesta sentencia.

-Sabe señorita Cooper, a partir de hoy, no trabajara más en el sótano.

-Lo sé.

-Perfecto señorita, perfecto.

-No me dejara explicarle porque tome los papeles.

-No, ya he tomado una decisión.

-Una decisión errada, yo tengo...

- ¡Por favor señorita Cooper!-exclama rabiado-. Usted tienen que hacerse cargo de sus errores, y agradecer que no la despida, después de todo usted seguirá en esta biblioteca gracias a mí.

-Entonces tengo que agradecerle por no estar en la calle sin empleo.

-Digamos que sí. Sabe bien usted que una recomendación mío... supongamos que mala, no la beneficiara para conseguir otra biblioteca o museo de Londres.

Me muerdo la lengua antes de cometer cualquier locura inapropiada. Me levanto de la silla para salir de su maldita oficina arreglada, pero él me detiene indicándome que su asistente me acompañara.

Asiento con la cabeza conteniendo aun las ganas de decirle que es un discriminador, sordo por no querer escuchar mi versión y también un cerdo que se piensa que soy hueca. Quien le dijo que las mujeres rubias y de cuerpo voluminoso al estilo barbi son tontas.

Su asistente aparece a mi lado interrumpiendo las miradas de odio entre el señor Smith y yo, recibiendo en silencios insultos pocos finos, perdón, pero hoy no es un día de diez. Camino a su lado en completo silencio observando más detalladamente el lugar que voy a tener que frecuentar el resto de mi vida, salvo que me mande un torpe error que termine con mi vida de biblioteca.

No soy muy joven para volver a empezar de cero, tener veintisiete años no me favorecen en nada. No. Tenemos que controlar mi patología pienso subiendo las escaleras que nos llevan a segundo piso.

-Lamento lo que te pasó Lily-dice la muchacha que no debe tener más de veintitrés-. El señor Smith es un... bueno, tú ya sabes.

-No deseo hablar de él.

-Perdón-dice cabizbaja para luego sonreírme-. Quizás quieras saber algo de Russell.

-Russell-sigo saboreando cada letra-. Él es el encargado del tercer piso.

-Sí, tú compartirás el piso con... él-asiento ya sabiendo lo que tengo que enfrentar. Mi vida no puede estar peor de mal, solo un par de veces cruce palabras con George Russell y las pocas cosas que hablamos fueron para crear un desastre. Somos polos apuestos hasta en el modo de leer. Que dios me proteja.

»De seguro ya sabes que George es un poco... irritable cuando se lo propone, y por cierto, él no sabe qué van a trabajar juntos.

La miro con los ojos abiertos como platos, a la vez que entramos en el tercer piso sin darme cuenta. Genial ya entramos a la boca del lobo, que más me puede pasar ahora...que la tierra se parta en dos, el no... ¡No!

La ceja entre rubias y castañas se arquean al vernos entrar. Sus labios finos, rosados y cubiertos por una sutil barba se desdibujan en una mueca de desagrado, acompañado de una tención espectacular que hace que sus músculos tras la camiseta negra se marcan. Bueno, no recordaba a George tan... atractivo, alabado sea el día que robe el maldito cuaderno de la fundación del Museo.

- ¿Qué se supone que es esto Magda?

Ahora se el nombre de la asistente del señor Smith. Observo como deja el libro que sostenía en la mesa de estudio para cruzarse de brazos y observarme como un insecto raro que está ocupando su espacio. Arqueo una ceja y emito su postura, notando en su mirada más llama de ira.

-Ella es...

-Se quién es Magda, lo que no se, es que hace aquí.

-Ella trabajara contigo de ahora en más-dice apresuradamente para darse la vuelta y emprender su camino- ¡Nos vemos Lily!-grita.

El me mira con la ceja enmarcada hasta el tope y pienso hasta donde llegarían. Sacudo la cabeza apartando nuestras miradas ya que todo se ha vuelto algo confuso.

-Dime ¿Que has hecho para que te manden aquí?

-Nunca se le pregunta a un preso el crimen que ha cometido.

-No estas presa Lily-susurra aproximándose a mi rostro examinándome con sus ojos entrecerrados- ¿Tú piensas que esto es una prisión?

-Contigo este piso es el infierno.

Se aparta largando una risotada sarcástica y luego adapta su postura de estas invadiendo mi espacio. Asiente con la cabeza procesando mi presencia, creo que se lo tomo bien pienso al verlo darme la espalda, tomar su libro que antes sostenía pasando a encaminarse a unos de los estantes, pero antes de eso, palmea un cartel en el que puedo leer:

SILENCIO.
ARIA DE ESTUDIO.

LAS MEDIAS DE RED [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora