1. Mela — Parte I
Sonríe con sumo placer al tener mi tercer día de sol en este hermoso lugar.
Me remuevo un poco sobre la manta donde estoy acostada boca abajo y antes de que se me marque la fina tira de la bikini la deshago, es más, levanta mi rostro para mirar que no circule nadie, y perfectamente no hay nadie. Salvo las tres empleadas de limpieza, el cocinero y dos guardaespaldas que de seguro están en la entrada de la residencia.
En síntesis, no hay nadie que me fastidie para tomar sol si quiero completamente desnuda, así que tomo la drástica decisión de incorporarme, quedando de rodillas sobre la manta para quitarme toda la pieza de arriba sin preocupación, y por primera vez en mi vida, broncearme hasta los pechos.
Me dejo caer de espalda estirando los brazos sobre mi cabeza dibujando en mis labios una sonrisa amplia disfrutando por completo de estas pequeñas vacaciones obligadas por mi amiga.«Gracias Abigail por insistir que me quede» pienso mandándole mentalmente esa pequeña frase, aunque de seguro ella la debe de estar pasado de diez en su luna de miel, junto a su recién adquirido esposo millonario con matices perfectas de un mafioso italiano. Pero yo quien soy para decirle que su novio de tres años con el cual dijo “si” para siempre parece un verdadero mafioso salido de una película. Pienso que ella debe saber dónde se metió, ya que por lo bajo el día de su boda le dije que todo este festejo parecía una escena de la película “El padrino”, a lo que ella solo se rio y dijo “Que esperas de un jefe italiano”. Calculo que sí sabe dónde se metió, no creo que sea tan ingenua. Bueno, el amor es ciego dicen por ahí, aunque en su caso es ciego, sordo y mudo, pero como ya lo dije, es su vida.
Cierro los ojos estirándome como si tuviera pereza en este aun con mis brazos por encima de mi cabeza, y creo que pasan por lo menos unos pocos minutos que el primer ceño fruncido en estos tres días aparece en mi rostro al no sentir más el picor del sol en mi cuerpo. «Genial, se nublo» pienso abriendo los ojos con algo de furia maldiciendo el…
Un pequeño suspiro ahogado se me escapa de los labios captando que lo que tapaba mi sol, no era una maldita nube en el despejado cielo, sino una silueta masculina que sigo hipnotizada cuando esta se agacha, quedando de cuclillas medianamente a mi altura, escapándose de mis labios, un nuevo suspiro mesclado con un “ay” provocando en este sujeto una media sonrisa maliciosa.
—En que te puedo ayudar, pequeña—escucho en un perfecto español mesclado con un asentó oculto.
Aun acostada sobre la manta lo miro perpleja, y aún más hechizada quedo cuando en sus labios carnosos una sonrisa crese, cubiertos casi insípidamente por una barba oscura como su cabello perfectamente recordado y medio peinado hacía atrás. Sacudo la cabeza notando que me debo ver como una idiota. Levanto un poco mi torso sosteniéndome desde mis codos, mirando un poco el resto de su cuerpo que esta perfectamente envuelto en unos pantalones ajustados negros y camisa del mismo color.
— ¿Y tú eres…?
—Perdón, ¿No te dijo mi hermano?
— ¿Hermano?—pregunto cómo una idiota mirándolo directamente a los ojos marones—No sabía que Berlusconi tenía un… ¿Por qué no te vi en la boda?
—Negocios—murmura ladeando su cabeza a un costado sin apartarme los ojos de encima. —No me dijo que mi protegida sería tan hermosa, creo que a mi hermano se le escaparon algunos detalles.
— ¡¿Protegida?!—pregunto algo histérica restándole importancia a su cumplido.
—No te preocupes, son preocupaciones de un hombre sobreprotector, de seguro yo estoy aquí porque tu amiga se lo pidió. Soy como un asistente y cuidador privado.
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LAS MEDIAS DE RED [+18]
KurzgeschichtenHola lectora. Si llegaste a este libro, he de ser por alguna razón: ¿Acaso fue la portada? ¿Acaso fueron las piernas? O ¿Simple la curiosidad de lo perverso y la necesidad de más? "LAS MEDIAS DE RED" es más que un título, son recopilaciones de pequ...