2. Capítulo 25 - Parte II

157 2 0
                                    

2. Capítulo 25—Parte 2

—Esto me querías enseñar, tu cuarto de… ¿Porque imprimís hojas?

—Shh, necesito concentrarme para hacer esto—es su respuesta viéndolo pasearse por todo la habitación desnuda. 

— ¿Vas a seguir desnudo? —pregunto concentrando mi vista en su masculinidad ¡Dios mío, que sexy se ve, y que caliente estoy!

—Como si no te gustara verme así, aparte, ahora no necesito ropa para lo que sigue.

—Entiendo...—murmuro sin dejar de verlo— ¿Lo que sigue?

Observo como saca dos papeles de la impresora mirándolos con una sonrisa que, muy pocas veces he logrado ver, y lo asombroso de esta es que crese más cuando me entrega las hojas notando sus pupilas dilatadas. Lo miro con curiosidad esperando una respuesta, pero el solo me dice: "Lee en vos alta" colocándose a escasos centímetros de mí. Enmarcada una caja al no saber a dónde quiere llegar.

— ¿Capitulo 25?

El asiente ante mi pregunta. Carraspeo antes de empezar a leer lo que parece un capítulo de un libro. La lectura se me es fluida, hasta que... las palabras se me atoran en la garganta cuando un segundo personaje aparece. Lo miro por debajo de las pestañas, notando en su rostro una pequeña sonrisa bestial, la cual me hace trago con dureza, antes de proseguir con suma dificultad cuando todo lo que parecía normal se torna totalmente… erótico.

La temperatura de mi cuerpo sube. La respiración se me acelera. Y mis partes sensibles arden de deseo, sintiendo el lento rodear que ejecuta Gustavo quedando tras mi espalda, habiéndome estremecer cuando nuevamente empieza a besarme el cuello, mientras sus manos se vuelven a deslizar por mi suéter, acariciándome con lentitud los pechos, frenando por completo mi lectura al cerrar los ojos, dejándome llevar por el deseo.

—No dejes de leer, por favor. 

—Yo… ¡Ay!—clamo cuando aprieta mis pezones.

—Sabes que no me gustan los rodeos, así que iré directo al grano—murmura mordiéndome el cuello. Jadeo—. Cuando te vi hace dos días en la silla de mi escritorio...

— ¡Oh, Dios! —chillo, aunque en realidad lo gimoteo, retorciéndome sobre su pecho cuando mi espalda se arquea, al sentir su mano derecha deslizarse por mi vientre, colándose por debajo de mi short, rozando el borde de mi bragas.

—Me volvió loco verte así de… caliente, con algo que escribí, justo como ahora...

Me muerdo el labio inferior conteniendo un jadeo cuando sus dedos dejan de jugar con el borde de mis bragas, deslizándose por mi grieta húmeda, tocando con suavidad mi clítoris palpitante. Me retuerzo cuando sus dedos pellizcan mi pezón, haciéndome estallar de locura y deseo. Jamás había experimentado algo como esto con él, ya que a la hora de intimar siempre fuimos suaves y delicados, pero esto… ¡Dios, es excelente!

Tomo su mano, la cual está entre mis piernas retirándola para darme vuelta y enroscando mis brazos en su cuello, comenzando a besarlo con lentitud, sintiendo como sus manos, se enredan en mi cintura colisionando nuestros cuerpos, haciéndome notar su erección en mi vientre bajo. Muerdo su carnoso labio inferior antes de liberarlo y decir lo que nunca pensé que diría:

—Quiero que me cojas como en el capítulo, Gustavo.

Sus ojos se abren de sorpresa, para luego achicarlos y mírame con fijeza,  esbozando una sonrisa curvada, que me hace saber que he despertado una bestia oculta en su ser.

Entonces…—comienza a relatar tomando el dobladillo de mi buzo quitándomelo, quedando con el sujetado—…se relamió los labios al tenerla casi desnuda frente a él, y sin perder el tiempo, acorto la distancia arrodillándose ante ella—ejecuta lo dicho—, comenzando a bajar su pequeño short...

Expulso un enérgico gemido tironeando de su cabello largo e undulado al sentir la tela deslizarse por mis piernas, como la calidez de sus labios al besar pausadamente mi palpitante zona caliente, formando un camino de besos que se detienen en mi pechos, y amo tener estos corpiños que se desprenden por delante. Cierro los ojos tratando de oír su lento relatar, a la vez que se traga unos de mis pezones erguidos, comenzando a succionarlo, lamerlo, mordisquearlo y soplarlo, precisamente en ese orden, intercalándose con el otro pecho, volviendome loca de deseo, un deseo que quiero saciar.

—Te quiero adentro, Gus—logro decir con algo de claridad. Frunzo el ceño al no sentir más sus carisias. Abro mis ojos encontrándome con los suyos dilatados observándome—. ¿Qué sucede?

—Creo que estoy impresionado al ver lo sucia que te pusiste, amor.

— ¿No te gusta?—pregunta cohibida.

— ¡Por dios Luna! Estoy por explotar si no te lo hago ahora…

Pego un pequeño grito cuando este me alza, y automáticamente envuelvo mis brazos y piernas en su cuerpo para no caer, mientras caminar a su… silla, quedando a horcajadas sobre él. «Así que lo quieres así» pienso removiéndome sobre este, obteniendo gemidos estruendosos y maldiciones.

Hasta que con un poco de su ayuda, luego de decirle que no hace falta el uso del preservativo por esta vez, ya que las inyecciones son de fiar, el me levanta desde la cintura, ayudándome a deslizarme sobre el con lentitud, hasta que me dejo caer por completo expulsando de mis labios un sonoro: 

— ¡AY!

— ¿Estas bien?—pregunta el con preocupación.

—Si—murmuro soltando una risita que luego se transforman en jadeos violentos cuando empezó a mover mis caderas de arriba abajo, obviamente con su atenta ayuda, llenando el silencio de la habitación con nuestros propios sonidos.

» ¡Ay, Gus!

—Vamos nena, hazlo para mí…

Murmura mordiéndome el cuello, para luego succionarlo, y a estas alturas me importa mierda si deja marcas en mi cuerpo. Mis movimientos sobre él se vuelven más rápidos, sintiendo luego de unos minutos sus fuertes sacudidas, maldiciones y un tibio liquido recorrer mi ser, anunciándome que él ha llegado a su placer, mientras que a mí me lleva unos minutos más, en los que consiste morder mis pezones.

Cada musculo de mi cuerpo se tensa, mi espalda se arquea y por segunda vez un tibio calor me  recorre el cuerpo, indicándome que no solo yo he llegado al paraíso de los orgasmos, dejándome algo confundida y sin sentido de la ubicación hasta que…

…algo helado colisiona contra mi espalda, percatándome luego de unos minutos que me encuentro acostada sobre el escritorio de mi novio, con el aun dentro de mí, comenzando a embestirme con violencia, haciéndome gemir y retorcer de placer, y por un momento tengo la impresión de que su miembro está mucho más hinchado dentro de mí, aumentando mi deseo, el cual no tarda en llegar manteniéndome en una nube perfecta. La cual, ni siquiera me da tiempo de quejarme cuando el peso de Gustavo me aplasta un poco.

—Que fue…todo…eso.

—No lo sé, pero me gusto.

—A mi también—dice el acorriéndome los labios —. Baño y comida china—propone.

—Me encanta la idea.

Nos quedamos un rato en silencio mirándonos, y por primera vez en mucho tiempo, ame husmear cosas que no debía.
 

 

LAS MEDIAS DE RED [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora