Hola lectora.
Si llegaste a este libro, he de ser por alguna razón:
¿Acaso fue la portada?
¿Acaso fueron las piernas? O ¿Simple la curiosidad de lo perverso y la necesidad de más?
"LAS MEDIAS DE RED" es más que un título, son recopilaciones de pequ...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Creo que fui clara, ese libro no está.
— ¡Pero lo necesito!
—Joven—interviene George y señala el cartel que antes me mostro—. No se puede gritar, hay gente estudiando, y si Lily te dijo que no está el libro, no está.
—Pero necesito entregar el trabajo, es para mañana, ayúdeme.
—Se mas responsable con tus tareas niño—suelta el señalándole la puerta.
El joven empieza a gritar que somos unos inútiles, situación que crispa a George y pide perdón a los estudiantes. Llevo por lo menos una hora en este piso infernal y ya no soporto a los jóvenes como el de recién, los constantes silencios que me pide George al escucharme hacer un ruido fuerte y las jóvenes que se babosean por él.
No las culpo, George es un hombre atrayente por donde se lo mire, hasta creo que si nos lleváramos bien le diría que me llevara al fondo del tercer piso y me haga de todo, hasta lo dejaría que me penetre por otra, aunque la idea me perturbe y piense que me dolerá como cuando perdí mi virginidad.
¡Dios mío! ¿Qué estoy diciendo? Él es un colega de trabajo y nos llevamos como el dominio. Ni siquiera trabajar en este sitio de libros nos relaciona a tener algo en común. Sacudo la cabeza al notarlo a mi lado, observándome con el ceño fruncido.
—Lily—dice el en un susurro que trato de seguir siempre que me habla.
— ¿Que sucede?
Me señala un cartel que no había notado anteriormente: Horarios de consulta desde las 11:00 hasta las 1:30. Él se me aproxima un poco más deslizando su mano por mis costado, tocando ligeramente el cinturón que sostiene mi falda larga marrón, sacando debajo del mostrador viejo un pequeño cartel: cerrada la atención al público.
—Oh. No sé si me acostumbrare a esto tan rápido.
—Con la práctica todo se aprende Lily—susurra apartándose un poco—. En quince minutos te quiero en el fondo de la biblioteca.
Trago fuertemente saliva observando como esos brazos se tensan al tomar unas cajas de cartón pesada. Rayos, mi enemigo bibliotecario me a… humedecido con un rose tonto. Por favor Lily, compostura, ustedes dos se odian dice mi vocecita interna seguido de un, él es grande para nosotras, debe estas rozando sus cuarenta años que le sientan de puta madre.
Me muerdo el labio tratando de no calentarme con mi enemigo, pero, como no hacerlo cuando él está tan espectacularmente delicioso. Me abanico con una mano para bajar un poco el calor, ya que cada vez falta poco para la hora estipulada, y mi mente empieza a volar sin desenfrenada. Sin darme cuenta ya me encuentra yendo en camino.
—Wow, sí que sos puntual—murmura revisando su reloj pulsera—. Seguirme.
—De acuerdo.
Pasamos dos estanterías que van del techo al suelo, para pararnos frente a uno que está posicionado en la pared y a los costados tienen dos mesas de estudio. Miro por encima de mi hombro notando que estamos algo alejados de los demás. Vuelvo mi mirada George, quien empuja las cajas que antes cargo en la mesa y sospecho que no va a pasar nada por lo cual me moje al...
—Me ayudaras a ordenar estos libros, son algo…
—Wow—digo habiendo una y viendo sus tapas—. Son de alguna donación o…
— ¿Quién rayos dona libros eróticos?
—No lo sé—murmuro tomando uno y leyendo su nombre en vos alta: —Las medias de red.
Lo miro de reojo notando un pequeño rubor es sus mejillas, miren al bibliotecario malhumorado. Dibujo una sonrisita al ver sus mejillas tomar más color. El me mira unos segundos y carraspea:
—Es un bueno libro.
—Así que te gusta el género erótico.
—Claro, pero lo leo más para practicar.
— ¿Practicar?
—Si—dice arrebatándome el libro de las manos. —ahora que lo pienso, hay un relato que nunca intente.
¡Oh mi dios! Lo observo con la boca entre abierta al ver como abre el libro y me muestra el relato preciso.
Parpadeo un par de veces incrédula con lo que me muestra. Tomo el libro con duda empezado a leer entre renglones saltados de lo que va esto, y el momento menos preciso me encuentro leyéndolo completo, hallándome con la boca seca e excitada.
—Viste, es electrizante.
—Ardiente.
—Húmeda.
—Sí, húmeda—murmuro levanto la vista del libro, chocando con sus pupilas dilatadas.
—Aun no me has dicho porque te mandaron conmigo, Lily.
—Eh… yo… —mi lengua se entorpece al sentir sus manos en mi cintura y su proximidad peligrosa. Carraspeo buscando cordura. —bueno… es que…soy…Cleptómano.
Sus manos presionan mi cintura a la vez que me obliga a caminar hacia atrás, chocando mi trasero contra la mesa. Sus manos dejan de apretarme para viajar lentamente a mi trasero, donde aprieta abruptamente robándome un suspiro delicioso ¡No puede ser! Como sucedió esto, no entiendo en que momento me calenté tanto con un relato.
—Así que te gusta robas objetos que no te pertenecen—asiento—. Te gustaría robarme un gemido.
—En este momento me encantaría robarte, llevarte a mi casa y cogerte cuando se me dé la…
Cierro la boca apretando los labios con fuerza al darme cuenta de lo que acabo de expulsar. Maldito subconsciente. Le acabo de decir a George Russell que me lo quiero comer entero sin nada de filtros.
Dejo de apretar los labios para decirle que no era lo que quería decir, pero es demasiado tarde ya que sus labias se aprietan contra los míos, moviéndolos muy lentamente. Le correspondo el beso siguiendo sus movimientos, que pronto se vuelven desesperados…