Viaje

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Era una mañana como cualquier otra en el desolado reino de Hyrule, las aves cantaban, las ardillas recolectaban pequeñas ramas, los árboles saludaban al Sol al igual que las flores, todo organizado en una canción de la naturaleza que podía ser escuchada por quienes prestaban la suficiente atención. La pareja aún estaba dormida, al menos por parte de Link, la princesa Zelda se había levantado y comenzó a recolectar ramas para hacer una pequeña hoguera, aquello fue lo que despertaría al paladín, el olor del humo de la fogata, él se levantó con un andar pesado y aún somnoliento.

—Buenos días Link.— saludó sonriendo. —¿Dormiste bien?—

—Buenos días princesa, he dormido bastante bien, ¿Y usted? ¿Cómo ha dormido?— preguntó él mientras rascaba su cabello. —Has encendido la fogata... Iré a cazar entonces, vuelvo luego.— notificó inmediatamente mientras tomaba su arco y desaparecía nuevamente bosque adentro.

—Está bien... Otra vez se dirigió a mí como "usted" y "princesa"... Tiene unas especies de barreras de formalidad conmigo, a pesar que lo he visto más diferente...— suspiró con tristeza mientras que veía su figura desaliñada desaparecer entre el bosque.

Pasaron los primeros 15 minutos relativamente tranquilos, ella continuó colocándole ramas a la fogata mientras pensaba en lo cambiado que estaba el rubio. Su cabello un poco más crecido, era callado pero no como antes y cuando entraba a la naturaleza lo hacía con una autoridad increíble, como si fuera un habitante más de lo salvaje.

—Estás muy cambiado Link... Eres un poco más conversador... Pero aún tienes rezagos del otro tú...— comentó para sí misma. —Todo esto ha sido por mi culpa...— se lamentó triste mientras escuchaba el sonido de la espada del rubio chocando contra metal.

Aquel sonido fue extraño, luego de aquello el sonido de carne siendo perforada hizo eco en sus oídos junto a un gruñido, al pasar el tiempo el paladín retornaba al campamento con dos cuccos en cada mano, el ceño algo fruncido y tenía unos raspones en la cara y un pequeño corte en su mejilla, además que ahora traía otras armas y una bolsa con cosas brillantes.

—Link regresaste...— le saludó  sonriendo para que luego aquello fuera reemplazado por una expresión de preocupación. —¡¿Qué demonios te pasó?!— exclamó alarmada al tiempo que lo tomaba del rostro.

—No se preocupe... Sólo fueron unos Bokoblins, querían nuestra comida.— dijo con simpleza sin relajar su expresión anterior. —Al menos he conseguido otras cosas...— suspiró mientras le entregaba a ella una de las aves ya despellejada y sin plumas.

—Oh, gracias... — dijo aceptando el ave mientras él guardaba las demás cosas.

—Serán unos minutos... Gracias por encender la hoguera...— dijo mientras tomaba y empalaba el ave para colocarla en la fogata.

—Déjame revisarte...— pidió ella mientras le revisaba bien las heridas que tenía. —¿Eran muchos?— preguntó mientras él negaba con la cabeza.

—Eran tres, pero los maté y me quedé con algunas cosas que podrían servirnos, tengo esa bolsa de tesoros que podríamos vender y obtener una buena cantidad de rupias por ellas.— sugirió mientras guardaba nuevamente silencio.

—¿Tienes ungüento? ¿Vendas? ¿Algo?— preguntó mientras él negaba. —Ya veo...

Él por su parte no le prestó mucha atención y se dirigió a darle una vuelta al cucco que estaba un poco quemado, luego abrió la bolsa y procedió a enseñarle cada tesoro a la princesa, primero encontró un cáliz de plata con un emblema de un escudo, luego enseñó una especie de amuleto de bronce, luego un casco de plata con unos cuernos y así sucesivamente.

Un Amor sin Límites | The Legend of Zelda [𝐙𝐞𝐥𝐢𝐧𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora