Pequeñas discusiones en el camino

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Llevaban cabalgando más de una hora sin parar, habían dejado atrás hace mucho rato el Dominio Zora, ahora mismo se encontraban atravesando los estrechos de la región, ahora se dirigían para Akkala, para visitar a Rotver a su laboratorio.

—Creo que estamos en problemas.— comentó la chica en un tono hilarante.

—Seguramente, princesita.— dedicó una mirada aparentando preocupación.

Ambos rieron un segundo después.

—No en serio.— dijo una vez la risa pasó. —¿Y si Impa se molesta?— él volteó a verle. 

—Creo que eso debería decirlo yo.— rió mirando nuevamente al camino.

—¿Pero qué pasa si ella realmente se molesta?

—¿Miedo?— preguntó mirándola con diversión.

—Sí claro. No soy tú.— contradijo dejando al chico sin palabras y como respuesta ella rió. —Tranquilo, yo te cuido de ella.— agregó guiñándole un ojo luego de un rato.

—Hecho.— le sonrió y ella le sostuvo la mirada algo avergonzada.

Hubo un silencio algo largo, ambos tenían la mirada en el camino. No había nada entretenido, solo colinas y ese estrecho entre montañas que atravesaban para llegar a Akkala.

—Dígame algo señorita.— ella desvió su mirada a la del chico. —¿Qué tan cerca estamos?

—Oh... Esto...— encendió la Tabla Sheikah y revisó el mapa. —El cruce de Trilo está cerca.

Él tomó su mentón en aire pensativo.

—Creo que tendremos que detenernos en la posta para reponer energías.— comentó más para sí mismo mientras la muchacha asentía.

—Sería lo mejor.— afirmó mientras guardaba el aparato en su cinturón.

Para ese punto el sendero era aburrido, la llanura comenzaba a desaparecer y comenzaba a divisarse las montañas que debían atravesar.

Al llegar al cruce de Trilo siguieron la ruta de la derecha, de ese modo en unas horas estarían cruzando el puente de la región.

—Oye Link...— él volteó otra vez. —¿Quieres que cambie tu vendaje?— propuso algo preocupada mirando la herida en el cuello del chico.

—Oh...— de forma instintiva pasó su mano por la venda. —Tal vez haga falta limpiarla...

—Yo lo haré.— se ofreció sonriéndole cálidamente.

—¿Segura?

—Absolutamente. Detengámonos.— determinó tomando las riendas de Luna, frenando en el sendero.

Él también se detuvo y ambos desmontaron. Ella buscó un par de cosas en el equipaje y de allí sacó ungüento, algo de alcohol etílico para limpiar la herida.

Como de costumbre le ardió al comienzo, pues el adhesivo no la había dejado respirar. Ella al verlo con algo de dolor se apartó con preocupación, hizo una mueca para que continuara y siguió limpiando el corte.

—¿Y bien? ¿Te duele?— preguntó mientras el rubio sacudía su cabeza de forma negativa.

De su herida salió un líquido tibio y transparente, aquello significaba que puso mal la anterior cura.

—No mucho. Sólo al principio.— ella suspiró y tomó una venda limpia.

—Discúlpame... Fue mi error poner ese adhesivo así.— comentó algo apenada acunando su rostro.

Un Amor sin Límites | The Legend of Zelda [𝐙𝐞𝐥𝐢𝐧𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora