Llegan los Sheikah

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Ella estaba adormitada en la sala de Impa, tenía el libro de tecnología ancestral a un lado. Luego ella abrió los ojos con algo de pereza.

—Cielos... Creo que me quedé dormida.— dijo Zelda reincorporándose en el mueble donde dormía.

Debajo de ella estaba Link, ella estaba apoyada sobre él usándolo como un cojín. Él estaba rendido, mientras que ella no podía levantarse, puesto que él se lo impedía. Aunque no le molestaba solamente le observaba dormir con ternura.

Luego de un rato el chico finalmente despertó.

—¿Tuviste dulces sueños?— le preguntó ella mientras él se incorporaba poco a poco.

—Creo que me duele la espalda...

—Estábamos en mala posición Link, debíamos acomodarnos mejor.— repuso ella soltando una pequeña risilla.

—Zelda...

—¿Sí?

—Lo siento, me quedé dormido en tus piernas. Seguro que querías moverte y no pudiste.— se disculpó algo avergonzado. —No me despertaste por amabilidad.

—Pierde cuidado... También acabo de despertar.— repuso nuevamente mientras se levantaba y estiraba su espalda.

Luego él también se levantó y trató de imitarle pero el dormir en mala posición le dejó malestar en su espalda que no pudo arreglar por sí mismo.

—Duele...

—Te ayudaré. Ven, te apretaré la espalda para estirar los músculos de ahí.— dijo mientras colocaba sus brazos dentro de sus hombros y apretaba con su cuerpo la espalda.

Luego ella lo jaló con su cuerpo para enderezar la espalda del chico, jaló un par de veces su cuerpo estirando lo más que pudo la espalda del chico haciendo presión en dirección contraria con su cuerpo.

Mientras ella ayudaba al chico a estirarse Paya estaba preparando ya la cena, pues tenía que cocinar muchas cosas para la misma. Ella al oír que había actividad en la sala salió a ver si ellos habían despertado. Al asomarse se encontró con Zelda haciendo aquellos movimientos a Link dejando una imagen algo comprometedora.

—Veo que están despiertos...— comentó mientras reparaba en ellos.

Acto seguido escuchó a Link pegar un sonoro suspiro de alivio, pues Zelda había arreglado su malestar luego de hacer tronar su espalda. Aunque Paya no pensó que exactamente era por eso el suspiro del chico.

—Oh cielos... No creo que deban hacer esa clase de cosas indecentes...— dijo más para sí que para ellos completamente apenada.

—¡Paaaya!— exclamó Zelda al ver a la Sheikah roja como un tomate al verles a ellos in fraganti.

—No se preocupe majestad... Yo... Ya me iba.— repuso completamente avergonzada volviendo a la cocina. —Sigan en lo suyo...

—Tal vez eso se vio mal...— dijo él al ver la reacción de Paya de bochorno.

—Podría ser que malinterpretó la situación. Pero no pasó nada realmente malo.

Unos minutos después la puerta de la casa fue abierta e ingresaron dos figuras pequeñas y una más grande.

—¡Hola! ¡Hola!— saludó una voz ronca que sonaba mayor.

—Hemos llegado... ¿Dónde está mi hermanita?— preguntó otra voz dulce en tono infantil.

Impa al oír aquello salió de su cuarto y recibió a las visitas. Prunia, Rotver y Symon.

—Prunia... Rotver... Un placer verles aquí.— saludó la albina mientras los Sheikah ingresaban a la sala.

Un Amor sin Límites | The Legend of Zelda [𝐙𝐞𝐥𝐢𝐧𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora