El Laboratorio en la Colina

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—¡Link...! ¡Estoy muy aburrida...!— suspiró sobre Luna mientras iba detrás de él.

—Oh... Qué lástima.— dejó salir una pequeña risilla. —¿Qué sugieres para solucionarlo?

—No lo sé...— hizo un puchero y desvió la mirada a otro lado.

Él soltó una carcajada aún mayor. 

—Diosas... Eso es un problema.— ella golpeó su hombro al verlo burlarse.

Magnus y Luna guiaban por sí solos por el escalado camino en dirección al Laboratorio de Rotver, ubicado en aquel acantilado de la Playa de Akkala.

—Sabes que mi brazo sigue en recuperación.— le recordó señalando su brazo lastimado.

—Pero tú te lo buscaste.— replicó encogiéndose de hombros. —Eres insostenible y vives provocándome.— insinuó mirándole por el rabillo del ojo.

—Pero quién causó que mi brazo empeorara fue alguien que yo conozco.— contradijo mirándola de reojo.

—Oh cielos... Me pregunto ¿Quién será?— comentó haciéndose la desentendida. —Ha de ser una muy mala persona.

—Probablemente...— curvó una pequeña sonrisa. —Es muy pequeña... Y es algo cascarrabias...— bromeó con algo de malicia, sabía que eso la irritaría bastante.

Ella guardó silencio, como si no fuera con ella. Fingiendo que aquello no la había molestado.

—Una chisquillosa pequeña llamada...— recibió un fuerte puñetazo en su mejilla. —Zelda...

Tal fue el golpe que el chico sobó su mejilla con dolor.

—Y se hace llamar mi esposa.— guiñó un ojo y la muchacha sintió sus mejillas arder.

—¡Link eres hombre muerto!— amenazó dándole alcance para golpearlo nuevamente.

Él aceleró el paso siendo seguida por ella a gran velocidad.

—Perdona...— suspiró bajando un poco la velocidad —Mi pequeña esposa...— aumentó violentamente su velocidad y ella le imitó.

—¡Cuando te agarre...!— gruñó acercándose peligrosamente a él. —¡Respeta a tu mujer sinvergüenza...!

—¡Para ser mi esposa aún deberíamos haber hecho un par de cosas!— replicó acelerando más su paso.

Sin embargo llegado determinado punto la fortaleza de Magnus empezó a disminuir junto a su velocidad y resistencia.

Caso contrario ocurría con Luna, quien tenía una resistencia digna de la legendaria Epona.

Pasaban los segundos y Zelda recortaba distancia a pasos agigantados.

—¡Si tanto te preocupa sólo pídelo!— contradijo casi contra su oído y al chico se le erizó la piel. —Es tan sencillo...

—¡¿Qué...?!— volteó su rostro y se encontró con la mirada asesina de la muchacha que le lanzó algunos ataques para sujetarlo.

—¡Hablando se entiende la gente!— continuó mientras el muchacho continuaba su escapada con notable vergüenza en su voz.

Finalmente la resistencia de Magnus acabó y en determinado punto se frenó en seco, completamente cansado por el sobre esfuerzo que Link exigió.

—¡Maldición...!— quejó al salir disparado contra el piso nuevamente.

—¡Justicia...!— ella se arrojó en la dirección a donde él fue arrojado.

Un Amor sin Límites | The Legend of Zelda [𝐙𝐞𝐥𝐢𝐧𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora