Un día en el Dominio Zora

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—Buenos días Zel.— saludó Link al ver que ella abría sus ojos lentamente.

—Link...— bostezó con pesadez mientras trataba de incorporarse. —¡Link!— exclamó al ver que había despertado sobre el chico.

—¿Qué ocurre?—preguntó algo extrañado al verla tan sobresaltada.

—Dormimos juntos...

—Vaya... Supongo que eso fue un gran descubrimiento.— comentó en aire sarcástico soltando una risilla.

—Quiero decir... Esta vez no estás fuera... Siempre me dejas sola.— casi siempre él la dejaba durmiendo más tiempo y no esperaba a que despertara, que lo hiciera ahora le parecía extraño.

—Es que tenía algo de peso extra y eso no me dejaba levantarme.— explicó con gracia mirándole fijamente.

—Cielos, qué pena...— luego cubrió su rostro con ambas manos por la vergüenza.

—Sigo aquí...

—¡Lo siento, lo siento!— rodó a un lado de la gran cama dejándole espacio para levantarse.

—No hay problema.— luego se levantó lo suficiente y sintió tensión en su espalda que le impidió acomodarse a placer. —¡Ahhh!

—¿Qué pasa?— preguntó al verle tomando su espalda con dolor.

—Otra contractura en la espalda...— suspiró algo adolorido.

—Yo me encargo.— le sonrió mientras se colocaba de pie y tras de sí. Tomó con fuerza su cuerpo y tronó su espalda.

—Se siente genial...— suspiró aliviado al sentir que ya no había presión en su espalda. —¡Ah!— exclamó al sentir que la muchacha seguía presionando su cuerpo contra el suyo. —¡Espera...!

—¿Ya?

—Sí... Gracias...

—No hay por qué.— sonrió suavemente para luego quedar frente a frente con el chico. —Oye... ¿Cómo están tus labios...? Déjame verlos.— pidió mientras tomaba su rostro con ambas manos para ver el área del golpe.

—Ya no me duele.— ella sin embargo logró ver que aún sus labios estaban algo manchados de sangre, había una pequeña cicatriz formándose en su labio superior.

—Tu cuello...— luego levantó su cabeza para examinar su cuello lo suficientemente bien. —Eso me preocupa un poco... Debo quitarte el vendaje.— su voz sonaba bastante preocupada al respecto.

—Gracias por preocuparte por mí Zelda...— le agradeció casi en un susurro al sentir las finas manos de la rubia retirar las vendas lentamente dejando su herida al aire libre.

—No te preocupes...— le sonrió para luego mirar como la herida estaba ya seca, nada más debía limpiarla un poco. —Tú me importas mucho...— agregó mientras acunaba con su mano su mejilla.

Yo... Le importo...— guardó silencio mirando con fascinación como ella buscaba algodón y lo humedecía para limpiar su herida. —Realmente le importo... A ella...— luego sintió como su piel ardía un poco al contacto con el algodón.

Un Amor sin Límites | The Legend of Zelda [𝐙𝐞𝐥𝐢𝐧𝐤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora