25 - Happy Birthday

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Tony despertó con un terrible dolor de cabeza y nauseas, sin embargo todas esas sensaciones se quedaban de alguna forma pequeñas cuando notó que los amplios brazos del capitán, su capitán, seguían envueltos alrededor de su cuerpo. Se movió lentamente temiendo despertarlo, solo para chocar con un par de orbes azules que parecían los de un ángel guardián posados sobre él. Sonrió ampliamente, llevando una mano a posarse en la mejilla ajena y le robó un corto beso.

–Iré a buscarte una aspirina y un vaso de agua. Te sentirás mucho mejor después de eso. –Exclamó el rubio, pero cuando iba a ponerse de pie el millonario hizo más fuerte su abrazo y envolvió los pies alrededor de la cintura ajena, impidiéndole moverse.

–No no no no. Quédate un poco más conmigo… Cinco minutos. La resaca puede esperar. –No era mentira que hubo un tiempo de su vida en que sus únicos dos posibles estados eran borracho y con resaca, así que estaba de cierta forma acostumbrado a esta.

–De acuerdo…Cinco minutos. –Concedió, dándole un beso en el cabello. –Le pedí a J.A.R.V.I.S. hacer un rato que encargara un desayuno para ambos. Debe llegar en cualquier momento.

– ¿Pediste donas?–Inquirió, levantando la vista un poco de donde la había hundido en el pecho ajeno.

–Se supone que debes comer sano. Hay que cuidarte Tony

–Pero es mi cumpleaños. –Dijo haciendo un intento de puchero que solo le sacó una risilla al más alto.

–Puede que queden algunas en casa, si no destruiste la cocina ayer.

Cuando el recuerdo de todo lo que había pasado la noche anterior lo golpeó todo su buen ánimo se desvaneció. –Realmente lo arruiné anoche…Con todos.

–No mentiré, fue una noche complicada. Deberías hablar con Rodhes un día de estos. Pero no tiene punto martirizarte ahora con eso, de acuerdo?

–Si… –Concedió, sin mucha convicción y mordiendo su labio inferior. Realmente había llegado a creer que había superado esa etapa de hacer el mismo daño después de tener a Steve en cama una semana por su culpa, pero al parecer las viejas costumbres no morían tan fácilmente. Anthony Stark seguía siendo, daba igual cuanto quisiera negarlo, un huracán capaz de destrozar todo a su paso.

–Iré ahora por esa píldora. –Avisó Steve, y el otro lo dejó ir. Cuando regresó el moreno se apresuró a tomarla, quedándose luego sentado en la cama sin saber realmente que se suponía que debería hacer. Por suerte para él su pareja tenía una idea bastante clara. –El piso inferior estará en reparaciones todo el día, así que yo voto por insonorizar la habitación y tomarnos un día de descanso del mundo. Ni siquiera hay que quitarnos los pijamas, solo quedarnos aquí disfrutando de la compañía del otro. Te lo mereces Tony… Solo un día.

– ¿No te da miedo que los obreros se pregunten por qué estás metido en mi cuarto?–En cuanto dijo aquellas palabras el genio se arrepintió de ellas. ¿En serio no podía parar de cagarla por cinco malditos minutos?–N-no quise decir eso…

Steve respiró pesadamente, bajando la cabeza. Tony iba a volver a hablar, pero el rubio no lo dejó. –Se que esta situación es difícil para ti, que no estás acostumbrado a esconderte y que no tengo ningún derecho a pedirte que lo hagas… No creo que esto que tenemos sea incorrecto, de hecho siento que es lo más correcto que he tenido en toda mi vida. No me avergüenzo de nosotros, jamás lo haría. Pero donde yo crecí todo era tan distinto…Las personas demonizaban, rechazaban y atacaban incansablemente a aquellos que se sentían atraídos por el sexo opuesto, es fácil decir que ya pasó, pero no interiorizarlo… Simplemente no consigo deshacerme completamente de ese miedo a que el símbolo que cargo sobre mi espalda, que el Capitán América, se vea afectado por los sentimientos de Steve Rogers. Y sé que es increíblemente egoísta pedirte que hagas lo mismo y-y entenderé completamente si un día decides terminar lo que tenemos. –El rubio hizo una pequeña pausa, tragando en seco. La mera idea de perderlo le daba tanto miedo como se lo daba al mismo millonario. –Estoy luchando por adaptarme a este nuevo mundo, y aunque avanzo lento lo hago. Sé que en algún momento seré capaz de tomarte de la mano y presumirte por todo el mundo como la persona maravillosa que eres…Se que seré capaz de gritar a mil voces lo afortunado que me siento de que me ames. Y… no me atrevería a pedirte algo como eso…Pero si me esperaras…Si solo me dieras un poco de tiempo Tony… Me harías el hombre más afortunado del planeta.

–Solo… Prométeme que un día… Da igual si en un mes o en diez años…Me pedirás que me case contigo. –Finalmente dijo el otro, sintiendo una humedad que comenzaba a formarse tras sus ojos. Pestañeó rápidamente para hacerla desaparecer.

–Con una condición. –Respondió, totalmente seguro de sus propias palabras el de cabellos dorados.

– ¿Qué?

– Prométeme que dirás que sí. –El millonario sintió como algo dentro de su pecho latía tan rápido que podría explotar en cualquier minuto. No era bueno que su ritmo sanguíneo se acelerara tanto con el paladio en su interior, pero en este momento no le importó demasiado. Aún cuando realmente no encontrara una forma de salvarse a si mismo del paladio reactor…Solo con hacer esa promesa sentía que de alguna forma ya estaban unidos de una forma distinta, más profunda.

–Siempre diré que sí. Lo diré si eres tu quien hace la pregunta. –No fueron necesarias más palabras entre los dos, el moreno llevó ambos brazos a envolverse alrededor del otro y tiró de él, haciendo que se unieran en un beso que por primera vez en bastante tiempo se atrevió a subir de temperatura cuando las manos del rubio fueron a pasearse por su cuerpo.

Tony deseaba seguir, lo deseaba más que nada en el mundo, pero en cuando un suspiro de placer salió de su boca al sentir los labios del otro sobre su cuello este se detuvo repentinamente. Se alejó un poco y el más bajo no pudo evitar el quejido lastimero que se le escapó. Pero lo entendía…Steve solo deseaba cuidar de él.

–Prometo que cuando resolvamos el asunto del núcleo vamos a reponer cada oportunidad perdida. Pero por ahora no es seguro.

–Hmmm. Un maratón de sexo con el Capitán América suena a una buena motivación para mantenerme con vida. –Bromeó, riéndose casi a carcajadas cuando el otro se sonrojó completamente y comenzó a balbucear excusas acerca de que no fue eso lo que quiso decir, pero que no tendría problema si el otro quisiera hacerlo. No tuvo el valor para recordarle en ese momento que las probabilidades de que realmente se encontrara una cura eran igual de prácticamente nulas que antes. Pero no dejaría de luchar hasta el último minuto. El mundo necesitaba a Iron-man, y Steve Rogers necesitaba a Tony Stark. No le fallaría a ninguno de los dos.

By your side || StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora