11- Betrayal

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—Te ves…Muy heroico así vestido.—Dijo divertido el de mirada achocolatada al ver al mayor enfundado una vez más en su traje de superhéroe.

—Ese es el objetivo Tony…—Steve, que se encontraba de pie frente al enorme espejo de la habitación de Stark, abandono su posición para sentarse junto al otro y acariciar su mejilla con suavidad.

Ese leve toque se había convertido en una costumbre, era su forma inconsciente de amarse. No era necesario un gran contacto para ello, apenas una leve muestra de afecto. Las miradas, las sonrisas, los sonrojos, la respiración acelerada y la miel en sus voces dejaban más que claro el resto. Seguían sin atreverse a pasar la raya, el miedo irracional al rechazo los detenía, los mantenía congelados y los detenía de ser plenamente felices.

—¿Alguna vez te había dicho que tienes una sonrisa hermosa Cap?

—No…Es la primera vez—Dijo el rubio siguiendo el juego de forma inocente.—¿Y yo alguna vez te he dicho que me encanta la tuya?

—¿En serio? ¿Aun cuando es sarcástica?

—Esas son mis favoritas.

Solo entonces el Capitán se dio cuenta de que aun mantenía su mano acariciando el rostro de Tony y de que la distancia entre ellos se había estado haciendo cada vez mas peligrosamente corta. Se forzó a sí mismo a alejarse de esos labios carnosos y, estaba casi seguro, deliciosos que pertenecían al moreno.

No se permitiría perder la amistad del millonario por un descuido. Además, aun no se sentía cómodo con la idea de que le gustase un hombre…En su época eso era pecado y prohibido, pero al parecer en la actualidad era de lo más normal. De igual forma eso no le quitaba el mal sabor de boca que le dejaba el pensar en sentir atracción hacia alguien de su mismo sexo.

Cuando su mano finalmente se retiró de la mejilla de su amigo, este se sintió vacío. Necesitaba sentir al rubio, literalmente era una necesidad biológica que había desarrollado. No importaba si era un inocente beso en la frente, un abrazo o un simple roce de pieles, la calidez que invadía al millonario era más de la que nunca había sentido con cualquier otra persona que pasó por sus sabanas.

Tony se preguntaba a diario si la razón era que Steve había sido su probablemente único amor platónico desde…Bueno, siempre. Sin embargo, por mucho que deseaba hacer algún movimiento, se veía atado de pies y manos por la actitud del otro. Era tan irritante, a veces parecía mostrar interés, e incluso había divisado unos celos bastante obvios hacia Pepper, sin embargo cada vez que tenía una posibilidad la tiraba por la borda. Exactamente como acababa de hacer al levantarse de la cama y alejarse un par de metros disimulando con tomar la ropa de civil que antes llevaba puesta.

—Tony, escuché que a unos pocos kilómetros de aquí hay un gimnasio, creo que voy a ir allí en cuanto me cambie. Entrenar los musculos me vendría bien y aquí no hay sacos de boxeo. Volveré para la noche, asi que si lo deseas puedes cenar antes.

-Te esperaré—Dijo negando con la cabeza. Otra cosa que había sorprendido al millonario fue la forma en la que se les hizo costumbre el cenar junto cada día. El desayuno era básicamente imposible, y en muchas ocasiones ni siquiera almorzaban, pero siempre la comida de la tarde era un momento de los dos. Algo que para Tony había sido siempre irrelevante, simple compañía, ahora prefería esperar horas solo para tenerla.—De todas formas me quedaré hasta tarde trabajando en el laboratorio.

—¿Vas a hacerle más mejoras a la armadura?

—Exactamente-dijo con una amplia sonrisa en el rostro.—Trae donas cuando regreses para el postre.

—De chocolate. —Fue todo lo que dijo el Capitán antes de retirarse de la habitación.

Justo como había dicho, Stark dedicó toda la tarde a trabajar en la armadura. Sin embargo cuando comenzaba a anochecer subió a la primera planta a ver un poco de TV y relajarse. Esperaba ansioso la llamada de Pepper, necesitaba saber si había tenido éxito en la misión que le había encomendado. Para Tony era de urgencia destruir todas las armas que se habían estado pasando por debajo de la mesa.

Cuando su teléfono sonó, mostrando en la pequeña pantalla el rostro de su amiga pelirroja, la respondió de inmediato. Sin embargo no tuvo tiempo de hablar, las palabras se atoraron en su garganta al sentir un sonido taladrando su oído. Era una especie de vibración insoportable que lo dejo estático. Sabía lo que era, él mismo lo había creado, sin embargo había sido rechazado por el gobierno y nadie tenía acceso a él. Nadie excepto…

La imagen del que había sido su tutor se posó frente a él, imponente por primera vez desde que lo conocía. Una sonrisa de victoria recién saboreada se paseaba triunfante por los labios del hombre. Sus ojos mostraban un odio, una repulsión tan grande que sobrecogió a Tony. No se podía imaginar que todos esos sentimientos fueran dirigidos hacia él.

Le habló casi con asco, pero Tony no lo escuchaba, no quería escucharlo. No quería saber que una de las personas más importantes de su vida lo había traicionado. No quería saber que él había causado su encierro, que todo su sufrimiento era por culpa de Obadiah. Su corazón no estaba listo para eso, pero no podía gritar, no podía rogar que se callara, no podía decirle que no quería saber nada, no podía decirle que lo había querido como un padre, no podía gritarle a Steve que lo salvara, no podía llorar diciendo que no quería morir antes de decirle al menos una vez te amo.

Su mente se movía tan rápido, mientras que su cuerpo seguía estático. Su pecho dolía, y ese dolor incremento aun mas al ver como las manos del hombre de la barba se posaban sobre este, un mecanismo arrancó el reactor de su pecho sin que pudiese siquiera defenderse. Obadiah se alejó de allí con una tétrica sonrisa en el rostro, su trabajo estaba completo, no solo había asesinado a su supuesto protegido, sino que además se había llevado como premio por su paciencia la fuente de energía más poderosa que podría pedir.

En cuanto la parálisis temporal pasó, Tony se lanzó al suelo, arrastrándose penosamente y luchando contra el dolor que taladraba su carne mientras trataba de llegar al laboratorio, no pensaba vender tan barata su vida.

Algún punto de su inconsciente le agradeció miles de veces al rubio por haberlo hecho guardar el reactor antiguo, ese que le salvaría la vida si tan solo resistía hasta llegar a él. La metralla penetraba en su pecho lentamente, provocándole un terrible dolor que solo aumentaba su desesperación. Alcanzó a ver la capsula de cristal sobre una mesa, tan cerca que tan solo con pararse del suelo la alcanzaría…Que irónico que eso era justamente lo que no lograba hacer. Se dejó caer junto a la mesa, derrotado. Sus ojos se cerraban lentamente…Y sin embargo podía distinguir una sensación cálida que lo embargaba. ¿Esa era la famosa luz al final del túnel?

Escuchaba la voz de J.A.R.V.I.S. tan distante que parecía un susurro…Cada vez más lejos. Entonces se dio cuenta de que J.A.R.V.I.S. no hablaba solo, ni con él. En la casa tenía que haber alguien más.—Steve.—Dijo con toda la fuerza que le quedaba, saliendo apenas como un susurro. Pero era un susurro que le recordaba que había esperanza. Porque su héroe, aquel que lo había salvado de todas las formas en que se puede salvar a una persona, estaba allí.

By your side || StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora