By your side || Stony

2- It suits you

La vida de Tony dio un giro de 180 grados con la entrada del capitán a esta. Por alguna razón que no podría explicar con palabras sus preferencias habían cambiado hasta el punto de ser mucho mejor para él pasar toda una madrugada viendo películas antiguas y tratando de poner al día a Steve que gastarla entre los calientes brazos de una desconocida. Ya no lo necesitaba, recibía un calor diferente, la calidez de un hogar, un hogar que había perdido siendo apenas un niño. O que quizás nunca llegó a tener en primer lugar.

Unas tres semanas pasaron desde su regreso y ya Steve se había convertido en una constante en su vida. Era esa chispa de seguridad que tanto necesitaba para que lo atara a tierra
Ese papel que históricamente había sido desarrollado por Virginia, con la única diferencia de que la pelirroja lo sacaba de su orbita, mientras que el súper-soldado tan solo le daba razones para no volar lejos. A pesar de las grandes diferencias de personalidad que ambos tenían, conseguían complementarse y acompañarse mutuamente en un hermoso contraste. Eran sinergia.

Una mañana, tras volver de una larguísima sesión de ejercicios en los que corrió unos 30 kilómetros, Steve se dio una rápida ducha y se lanzó al cómodo sillón de la sala, recibiendo un cálido saludo por parte de J.A.R.V.I.S.. Esto le provoco un pequeño sobresalto, poniéndolo a la defensiva solo para relajarse enseguida. Ya no lo sorprendía tanto como las primeras veces, pero todavía le parecía extraño dirigirse a "una voz omnipresente que sale de las paredes".

Tras devolver el saludo se fijó en una tableta que se había quedado sobre la mesilla reproduciendo una especie de video de noticias. Con algo de dudas presionó la pantalla en el triángulo que aparecía en medio del video.

Entonces comenzó a reproducirse una especie de show en el cual un sujeto se burlaba de Tony, hablando acerca de lo estúpida que era su idea de dejar de fabricar armas y mil criticas más que solo mostraban la falta de empatía de ese presentador y que no tenía ningunas ganas de oír. Así que tocó la pantalla una vez mas para detenerlo, aunque no pudo evitar preguntarse por qué, después de tanto que habíamos luchado y vencido por la paz de la humanidad. Siguiera habiendo personas que buscaban la guerra como animales rabiosos. La decisión de Tony era sabia y estaba salvando millones de vidas...

Solo en ese momento cayó en cuenta de que nunca le había dicho al de ojos achocolatados lo que pensaba sobre eso. Era demasiado fácil olvidarse de el mundo cuando estaban en esa pequeña burbuja, donde nada podía tocarlos. Donde podía sentirse en una casa atemporal... Pero el globo seguía girando. Y era hora de reconocerlo.

Sabía donde se encontraría Tony sin necesidad de preguntarle a J.A.R.V.I.S., así que se dirigió al laboratorio de la planta mas baja, para encontrárselo soldando con extremo cuidado algo casi idéntico al artefacto que llevaba clavado en su pecho.

En un principio Tony estaba aterrado de mostrarle el reactor a Steve, temiendo ser rechazado o considerado un monstruo. Sin embargo un día el de cabellos rubios entró a su habitación sin avisarle, llevando unos tres DVD en la mano que cayeron al suelo al ver cómo, tras una ligera camiseta de algodón blanca, la luz del reactor A.R.C. resplandecía en el pecho de Tony.
La mirada del mas bajo se nubló en segundos y su voz se volvió temblorosa mientras susurraba una serie de disculpas inentendibles.

—Tony...Eso...—Steve acercó su mano a la luz azulada lentamente, sin atreverse a tocarla—¿Es parte de ti?—Solo recibió un leve asentimiento de cabeza por parte del otro, quien había cerrado sus ojos —Te queda bien.—Loa orbes achocolatados de Stark se abrieron de golpe ante el comentario. Esperaba absolutamente cualquier cosa menos eso.

—¿Qué?—No se creía del todo las palabras dichas por el mas alto.—Repite lo que acabas de decir.

—Te luce, de verdad.—Solo entonces Steve apoyo suavemente su mano sobre el pecho del otro, recibiendo la leve calidez que el pedazo de metal y el propio cuerpo del científico emanaban—Solo a alguien tan brillante como tu se le vería bien tener una estrella en medio del pecho.