11. [Desilusiones]

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11. [Desilusiones]

Leanne:


Me encontraba cálida en la cama, mi cuerpo descansaba placenteramente, mientras mi mente volaba en el mundo del sueño, al menos no tenía pesadillas y cuando dormía, lo hacía de verdad.

Mi nariz comenzó a picar un poco, el calor era algo sofocante y ya no me era tan estupendo dormir. Así que de la nada abrí los ojos.

«Mejor no lo hubieras hecho. »

Imágenes de lo que había hecho ayer, llegaron como balas a mi mente, James sobre mí, yo sobre él, ambos besándonos, el sudor, los ruidos, todo. Recordé todo. Y eso no era lo peor, Eliot en mi departamento posiblemente con dolor de cabeza por las gotas que le di, de seguro se había dado cuenta que su prometida no durmió en la casa con él.

Revisé a mi lado, debía pedirle a James que me llevara a casa mientras pensaba en la excusa que darle a mi futuro marido.

« Otra mala idea »

Nadie se encontraba a mi lado. James me había dejado en la habitación de hotel, sola y después de haber conseguido lo que quería. Me probó y huyó como cobarde,  luego de insistirme tanto.

Claramente no fui obligada a nada.

Pero dolía, la cruda verdad dolía y más dolía haber engañado a Eliot, por algo que no lo valía.

Prometí no llorar y no lo haría, tomé mi ropa y comencé a vestirme. Revisé mi cartera por si James después de dejarme sola, también me había robado, pero no. Tenía mi dinero y celular conmigo.

Una vez lista y algo decente, aunque no se podía ocultar lo que había estado haciendo de noche. Llamé un taxi, salí del hotel y comencé a marcarle a Eliot.

Su teléfono me mandaba directo al buzón, tal vez ya se había dado cuenta, tal vez ya me despreciaba por ser una completa cualquiera.

Por no respetarlo como debía.

El taxi llegó y yo seguí insistiendo de camino.
Debía contestarme, por lo menos dejar que le explicara.

Al llegar a casa, le pagué al taxista, bajé rápido y entré buscando a Eliot. No estaba en la sala ni en la cocina. Así que subí a nuestra habitación, pero tampoco estaba ahí.

Revisé el clóset, al menos no se había llevado su ropa, su computadora del trabajo seguía sobre la mesita de noche y su celular estaba sin batería.

« ¿Qué estaba pasando? »

De repente recibí una llamada, era la madre de Eliot. Así que contesté de inmediato.

— ¿Bueno? ¿Señora Elena?

— Hola. Leanne que bueno que respondes.

— ¿Qué pasó? ¿Dónde está Eliot?

— ¿Dónde estabas tú? ¿No dormiste en tu casa?

— Sí. — Dolía mentir, pero debía hacerlo. — Salí un momento a caminar muy temprano. Acabo de llegar. ¿Dónde está Eliot?

— Eres muy descuidada, lo dejaste solo. Mi hijo casi muere.

— ¿Dónde está? — Pregunté por tercera vez.

— Estamos en el hospital.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Está bien?

— No. Le hicieron un lavado estomacal. Al parecer tomó algo tóxico y casi muere, le dió una alegría y por el momento tiene mascarilla de aire.

Oscuros Pecados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora