10. [En llamas +18 ]

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10. [ En llamas +18 ]

  Leanne:

— ¿Y entonces que hiciste después?  — Aún íbamos de camino, me encontraba hablándole un poco de mi trabajo a James.

— nada. ¿Qué podía hacer? Se robaron mi campaña y los demandé.

— Que susto. No me hubiera gustado estar en tu lugar.

— Sí. Solo cambiaron el color de la temporada.

— Pues se lo perdieron ellos y claro que pagaron las consecuencias.

— Ya no hablemos de trabajo. ¿Falta mucho para llegar?

— Ya casi.

— James — Quise investigar un poco más sobre su vida.

— Dime.

— ¿Estás seguro de que no tienes pareja? — Había algo en él que todavía no me convencía.

« ¿Un chico tan guapo y elegante soltero? »

« Era pura casualidad »

— Si tuviera no te estaría llevando a cenar. — afirmó.

— Pero....

— No salgo con nadie ¿Y tú? — Volvió a preguntar como en muchas ocasiones anteriores.

— Sabes que no. Te lo he dicho — dije.

— ¿Te pone nerviosa hablar de estas cosas?

— No.

— Bueno, entonces te creo. — James estacionó el auto, me ayudó a bajar y tomó mi mano.
Por suerte el restaurante se veía humilde, no por querer aparentar le prestaba atención a los detalles, pero sí para saber como me quería impresionar, claramente los lujos no me importaban.

— Está hermoso el lugar — Dije viendo en el interior, era un restaurante a las afueras de la ciudad, un puesto muy pintoresco, las paredes tenían dibujos de mándalas, al estilo medieval romántico porque también habían diseños que hacían tributo al amor.

— Sí, es humilde pero cocinan delicioso.

— Buenas ¿En qué le podemos ayudar? — preguntó el mesero al vernos entrar.

— Una mesa para dos.

— Claro. Síganme — Seguimos al mesero y nos sentamos en una mesa que estaba un poco aparte, detrás de nosotros estaba la torre Eiffel pintada en la pared.

— Dame la mano.

— ¿Para qué?

— Te están viendo mucho,no me gusta. En este momento eres mía.

— Oye.... — No me dejó terminar. Tomó mi mano.

— Al menos te hubieras esperado... — Murmuré entre dientes.

— ¿Qué dijiste?

— Nada.

El mesero nos entregó la carta del menú. No habían platillos muy exóticos, pero se veían bien, tenían su color y estaban muy surtidos. Tras pedir nuestra cena, el mesero se retiró.

— Muy bien. Al fin solos.

— Si....

— ¿Te hago sentir incómoda?

— Siempre lo preguntas, no. — Negué.

— Hablemos.

— ¿De qué?

Oscuros Pecados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora