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(imagen para que se den una idea, obvio, es inventado. Le puse el nombre Hangug-in -intercoreana-. Imagínense la Ensenada despejada, ya verán y se darán cuenta xd)

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Los seres humanos anhelan felicidad y esperanza. Y aún así es una cosa extraña, que la desesperación sea lo único que conocen.

 Y aún así es una cosa extraña, que la desesperación sea lo único que conocen

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Agosto se va acomodando en Seul.

El verano termina siendo más insoportable de lo normal. Las calles resultan insoportables durante el día, el sol cae implacable, y la gente se apresura hacia parques y playas, desesperada por encontrar algo de sombra o brisa.

Ahora es más difícil estar con Taehyung. La playa gwangalli, no es muy popular, está llena casi todo el tiempo, incluso por las tardes cuando salgo de trabajar. En dos ocasiones que quedamos, es demasiado peligroso que hablemos o que nos comuniquemos; solo nos permitimos una rápida señal de saludo como la que pueden intercambiar dos desconocidos. Colocamos las toallas a dos metros de distancia. Él se pone los audífonos y yo finjo que leo. Cuando nuestros ojos se encuentran, todo mi cuerpo se ilumina como si él estuviera tumbado a mi lado, acariciándome la espalda, y aunque mantiene una expresión seria, noto por sus ojos que está sonriendo. Nada me ha resultado nunca tan doloroso y a la vez tan placentero como estar tan cerca de él y no poder hacer nada para estar juntos.

Comienzo a entender lo que comentó sobre su “tía” y su “tío”, sobre cómo, después de haber sido intervenidos, echaban de menos incluso el dolor. De alguna manera, nuestro dolor lo hace todo más intenso, mejor; hace que valga más la pena.

Como no podemos estar juntos en las playas, vamos mucho a un parque poco concurrido. El jardín se está secando. Lleva más de una semana sin llover, y la luz del sol que se filtra por entre las hojas, que en julio caía suavemente, como la más ligera pisada, ahora atraviesa como un puñal el dosel de los árboles, volviendo parda la hierba. Hasta las abejas parecen borrachas con el calor: giran lentamente y se estrellan contra las flores marchitas antes de caer al suelo, para luego volver a alzar el vuelo mareadas.

Una tarde. Taehyung y yo estamos tumbados en la manta. Yo estoy de espaldas, observando cómo el cielo parece romperse en formas cambiantes de azul y verde y blanco. Él está tendido sobre el estómago y parece nervioso por algo. No hace más que encender cerillas, mirar cómo arden y apagarlas cuando la llama le llega casi a los dedos. Me acuerdo de lo que me contó aquella vez en la cabaña: su enfado por venir a Seul y su vieja costumbre de quemar objetos.

Hay tantas cosas que aún desconozco sobre él, tanto pasado y tanta historia enterrados en algún rincón de su interior... Ha tenido que aprender a ocultar todo eso, más incluso que la mayoría de nosotros. En algún sitio, creo, posee un núcleo. Ese núcleo brilla como un fragmento de carbón aplastado lentamente por el peso de toneladas de roca hasta convertirse en diamante.

DELIRIUM | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora