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Unos pasos cruzan la habitación

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Unos pasos cruzan la habitación. Cierro los ojos con fuerza fingiendo que duermo, mientras alguien se inclina sobre mí. Siento un aliento cálido que me hace cosquillas a un lado del cuello. Luego, más pasos que suben por las escaleras y la voz de Seungmin, como un bufido, en la puerta:

—¿Qué estás haciendo tú aquí? La tía Hee-Sook te dijo que te quitaras del medio. Baja antes de que se lo cuente.

Se alza un peso de la cama y los pasos ligeros se alejan, de vuelta al pasillo. Abro los ojos un poquito, lo mínimo, lo suficiente para ver a JeongIn que se agacha al pasar junto a Seungmin, de pie en el umbral. Ha debido de venir a ver cómo estaba. Cierro los ojos de nuevo cuando Seungmin da algunos pasos indecisos hacia la cama.

Luego se gira abruptamente, como si tuviera mucha prisa por irse: —¡Sigue dormido!

La puerta vuelve a cerrarse. Pero antes de hacerlo, oigo muy claramente a alguien que pregunta en la cocina:

—¿Quién habrá sido? ¿Quién lo habrá infectado?

Esta vez me obligo a sentarme, a pesar del dolor que me atraviesa la cabeza y el cuello como un cuchillo y de la terrible sensación de mareo que acompaña cada movimiento que hago. Intento ponerme de pie, pero las piernas no me sostienen y caigo al suelo. Aun así, voy hasta la puerta a gatas. Incluso avanzar a cuatro patas requiere un esfuerzo agotador, y al llegar a mi destino me tumbo en el suelo, temblando, mientras el cuarto se mueve hacia atrás y hacia delante.

Por suerte, al posar la cabeza en el suelo puedo escuchar la conversación de abajo. Capto las palabras de mi tía: —Pero al menos ustedes le habrán visto.

Nunca la había oído hablar con un tono tan histérico.

—No se preocupe —dice el regulador—. Le encontraremos.

Esto, al menos, es un alivio. Taehyung escapó y siento como cada músculo de me relaja ante esa noticia.

—No teníamos ni idea —dice Hee-Sook, aún con esa voz temblorosa, urgente, tan distinta de su mesurado tono habitual. Y en ese momento lo comprendo: no es que esté histérica, está aterrada—. Tiene usted que creer que no teníamos ni idea de que se hubiera infectado. No mostraba síntomas. Su apetito era el de siempre. Iba puntual al trabajo. No tenía cambios de humor...

—Probablemente se esforzaba al máximo por ocultarlos —interrumpe el regulador—. Es lo que hacen a menudo los infectados.

Prácticamente puedo oír el asco en su voz cuando pronuncia la palabra infectado, como si en realidad estuviera diciendo cucaracha o terrorista.

—¿Y ahora qué hacemos?.—La voz de Hee-Sook suena más tenue en ese momento. El regulador y ella deben de estar dirigiéndose a la sala de estar.

—Hemos movilizado a todo el mundo con la máxima urgencia —replica la voz de hombre—. Con un poco de suerte, antes de que acabe la semana...

Sus voces se hacen ininteligibles, un zumbido bajo. Apoyo la cabeza en la puerta durante un minuto, me concentro en inspirar y soltar aire, intentando superar el dolor con respiraciones. Luego me pongo de pie con mucho cuidado. El mareo sigue siendo intenso y tengo que apoyarme en la pared en cuanto me incorporo.

DELIRIUM | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora