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Quiero decirte que te daré la espalda. Es tiempo para el dolor y el frío.

Me despierto al oír que alguien repite mi nombre

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Me despierto al oír que alguien repite mi nombre. Mientras lucho por recuperar la conciencia, veo mechones de pelo castaño, y durante un instante de confusión pienso que quizá haya muerto. Luego se concretan los rasgos de Jihyo y me doy cuenta de que está inclinada sobre mí.

—¿Estás despierto? —dice—. ¿Puedes oírme?

Gimo y ella retrocede un poco, soltando aire.

—Gracias a Dios —dice. Habla muy bajito y parece asustada—. Estabas tan quieto que por un minuto pensé que tú... que ellos... —se interrumpe—. ¿Cómo te encuentras?

—Fatal —grazno, y ella hace una mueca y mira por encima de su hombro. ー¿Cómo entraste?.

Noto que hay una sombra revoloteando justo fuera de la puerta del dormitorio y automáticamente me invade el pánico. Giro la cabeza hacia un lado. Por las finas persianas de plástico, que están echadas, entra un haz de luz que ilumina motas de polvo en suspensión. La ventana, la ventana que da al patio trasero está abierta.

Me siento todavía bastante cansado y trato de buscar otra postura antes de acordarme de Hee-Sook. Jihoon y la cuerda de nailon. Tengo los brazos extendidos por encima de la cabeza y atados al cabecero, como un prisionero.

Me vuelve el enfado en oleadas, seguido del pánico cuando me acuerdo de lo que ha dicho Hee-Sook. Han adelantado mi intervención para el domingo por la mañana.

—¿Qué hora es? —intento incorporarme y grito de dolor cuando las cuerdas se me clavan aún más en las muñecas—. ¿Qué día es hoy?

—Ssssh —Jihyo me empuja para que vuelva a tumbarme y me obliga a quedarme en esa posición—. Estamos a sábado. Son las tres.

—No lo entiendo —cada palabra me raspa en la garganta—. ¿C-como te enteraste?. M-mañana me van a llevar a los laboratorios. Han adelantado la operación...

—Lo sé. —Jihyo me mira atentamente como si intentara comunicarme algo importante—. He venido en cuanto he podido.

Incluso esa pequeña lucha me ha dejado agotado. Caigo de nuevo sobre las almohadas. El brazo izquierdo se me ha quedado totalmente dormido por haberlo tenido en alto toda la noche, y la sensación de aturdimiento se va extendiendo en mi interior haciendo que mis entrañas se vuelvan hielo. No hay esperanza. Todo esto no tiene remedio. He perdido a Taehyung para siempre.

—¿Cómo te has enterado? —vuelvo a preguntar.

—Todo el mundo habla de ello —se levanta, va hasta su bolso y rebusca dentro hasta encontrar una botella de agua. Luego vuelve y se arrodilla junto a la cama para quedar a mi altura—. Bebe esto —dice—. Te sentará bien...

DELIRIUM | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora