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LIBERTAR EN LA ACEPTACIÓN,
PAZ EN LA RECLUSIÓN,
FELICIDAD EN LA RENUNCIA


(Palabras grabadas sobre la puerta. De entrada a las Criptas)

Cuando estaba en cuarto, fuimos de excursión a las Criptas

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Cuando estaba en cuarto, fuimos de excursión a las Criptas. Es obligatorio que todos los niños las visiten al menos una vez durante la Primaria como parte de la educación anti-de-lincuencia y anti-resistencia. No recuerdo mucho de la visita, salvo un sentimiento de horror absoluto, una leve impresión de frialdad y una serie de imágenes borrosas: puertas electrónicas y pasillos ennegrecidos de hormigón. La finalidad principal del viaje era traumatizarnos para que no nos desmandáramos y, desde luego, en lo de traumatizarnos tuvieron un éxito total.

Lo que sí recuerdo es salir después a la brillante luz de un día de primavera con una sensación abrumadora, irresistible, de alivio, y también de confusión, al darme cuenta de que, para dejar las Criptas, en realidad habíamos bajado varios tramos de escalera hasta la planta baja. Todo el tiempo que estuvimos dentro, incluso cuando subíamos, tuve la impresión de estar enterrado, recluido varios pisos por debajo del suelo.

Aquel día juré que por nada del mundo volvería a las Criptas. Pero la mañana después de la conversación con Taehyung estoy ante la puerta, dando vueltas de un lado para otro, con los brazos cruzados sobre el estómago. Esta mañana no he podido tomar nada excepto el espeso barro negro al que mi tío llama café, una decisión que ahora lamento. Es como si el ácido me corroyera las extrañas.

Taehyung debería haber llegado ya.

El cielo está cubierto por completo de enormes nubes negras de tormenta. Se supone que estallará una dentro de poco, lo que parece conveniente. Más allá de la puerta, al final de un corto camino pavimentado, se alzan las Criptas, negras e imponentes. Recortadas contra el cielo gris, parecen salidas de una pesadilla. Unos pocos ventanucos, como los ojos múltiples de una araña, están repartidos por la fachada de piedra. Entre la verja y el edificio se extiende un tramo despejado. De niño lo recordaba como un prado, pero en realidad son unos metros de césped poco cuidado y salpicado de calvas. Con todo, el verde vivo de la hierba, donde realmente consigue afirmarse y salir de la tierra, parece fuera de lugar.

Este es un sitio donde nada debería crecer ni florecer, donde no debería lucir nunca el sol, un lugar en el borde, en el límite, un lugar completamente fuera del tiempo y de la felicidad y de la vida.

La valla electrificada, o no tanto, llega justo hasta uno de los costados y continúa de nuevo en el otro lado, de forma que el edificio mismo funciona como un puente de conexión.

-¡Hola!

Taehyung baja por la acera, con el pelo agitado. Hoy sopla un viento realmente frío. Tendría que haberme puesto una sudadera más gruesa. Taehyung también parece notarlo, porque se protege el pecho con los brazos. Por supuesto, él solo lleva una camisa fina de lino, el uniforme oficial de guardia que usa en los laboratorios.

DELIRIUM | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora