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¿Que hago? ¿A dónde voy?

Incluso una vez que las puertas se cierran con un sonido metálico y las Criptas se van haciendo pequeñas a nuestras espaldas, no se me pasa la sensación de estar completamente enjaulado

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Incluso una vez que las puertas se cierran con un sonido metálico y las Criptas se van haciendo pequeñas a nuestras espaldas, no se me pasa la sensación de estar completamente enjaulado. Sigo sintiendo una presión terrible que me aprieta el pecho, y tengo que luchar para conseguir llenar de aire los pulmones.

Taehyung y yo volvemos caminando hacia el centro de Seúl. Vamos por la misma acera pero procuramos separarnos tanto como podemos. Cada pocos pasos, él gira la cabeza para mirarme y abre y cierra la boca, como si estuviera pronunciando una serie de palabras inaudibles. Sé que está preocupado por mí, y probablemente teme que me de un ataque, pero no puedo mirarle a los ojos ni hablarle. Mantengo la vista al frente y mis piernas dan un paso detrás de otro sin pedir permiso a mí cerebro. Aparte de un terrible dolor en el pecho y en el estómago, mí cuerpo parece entumecido.

Así es como me siento en este momento: he perdido algo, lo he encontrado y lo he vuelto a perder, todo al mismo tiempo. Y ahora sé que en algún lugar de este mundo, en la tierra agreste del otro lado de la alambrada, mi madre está viva y respira y suda y se mueve y piensa. Me pregunto si pensará en mí y el dolor se hace más profundo, me deja sin aliento hasta tal punto que me detengo y me doblo en dos con una mano en el estomago.

–¿Estas bien?

En estás circunstancias todo afecta. Tengo que vencer el dolor. En este momento irradia por todo mi cuerpo hasta llegar a la cabeza, donde palpita sordamente.

-Creo que sí –consigo decir en un jadeo.

-En el callejón. A tu izquierda. Ve.

Me enderezó todo lo que puedo, lo suficiente, al menos para llegar con dificultad hasta el callejón que se abre entre dos edificios altos. Hacia la mitad hay varios contenedores de metal, colocados en paralelo, llenos de moscas. El olor es asqueroso, es como estar de vuelta en las Criptas, pero igualmente me meto entre ellos agradecido por la posibilidad de sentarme. En cuanto me detengo, se calma el latido de mi cerebro. Inclino la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la pared de ladrillo. Siento que el mundo se mece, soy un barco que ha perdido sus amarras.

Taehyung llega un minuto después, se acuclilla delante de mí y me aparta el cabello de la cara. Es la primera vez que ha podido tocarme en todo el día.

-Lo siento, Kook –dice, y sé que es verdad-. Pensé que querrías saberlo.

-Doce años –digo simplemente-. He pasado doce años pensando que estaba muerta.

Durante un rato nos quedamos en silencio. Él me dibuja círculos en los hombros, en los brazos, en las rodillas, por donde alcanza, como si estuviera desesperado por mantener contacto físico conmigo. Ojalá pudiera cerrar los ojos y convertirme en polvo y en nada, sentir que mis pensamientos se dispersan como pelusas de diente de león llevadas por el viento. Pero sus manos siguen trayéndome de vuelta al callejón, a Seúl y a un mundo que de pronto ha dejado de tener sentido.

DELIRIUM | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora