Finalmente el tiempo había transcurrido en dos largos años, que en mi perspectiva, todo iba muy bien aunque tampoco todo perfecto ¿esto podría llamarse como una vida normal? Con días de intensa luz que brillan sin cesar y otros días de intensa oscuridad frías como la noche, pero todo me parecía interesante para seguir.
— Corrija esa postura, lady Liz —
Cosas interesantes no tardarían en suceder, como un claro ejemplo, el debut de mayoría de edad, ya tengo 14 años y a 7 meses estaría cumpliendo los 15 para mi debut social *suspiro* odio estar rodeada de muchas personas pero esto no podía evitarlo. Y más ahora que hay demasiados rumores circulando alrededor del Imperio acerca de mí: "¿Ella no será una hija perdida de la Emperatriz?" "Ella fue escogida para ser la próxima Emperatriz" "Simplemente es una concubina del Príncipe" entre otros rumores.
— ¡Hya! —
Al parecer, la nobleza y los aristocras no pierden el tiempo con tonterías además, los rumores que escuchaba ya aprendía a ignorarlos, pero por la parte de la Emperatriz solo decía: "Ellos ya desean de dejar ver la luz"
...
Se perfectamente a que se refiere la Emperatriz... a veces me asustan sus palabras.
Ahora mismo me encontraba entrenando con Lord Peter quien, acepto ser mi maestro para la esgrima y a decir verdad, es interesante el arte de la espada de los caballeros Imperiales. Y con ello, otro deseo mío se había cumplido: visitar a mis estrellas. La Emperatriz había accedido que los visitara una vez al mes como Peter de escolta... llego a sentir pena por él por todo el trabajo.
— Suficiente por hoy, lady Liz —
— Se lo agradezco Lord Peter —
Envainando mi espada miraba como Peter se retiraba del campo de batalla que por mi parte, limpiaba mi rostro con una toalla *suspiro* debería tomar una ducha e ir a ver a Lucia.
Decidiendo que hacer, decidí dirigirme a mi habitación cuando una voz familiar resonó en mis oídos.
— ¡Liz! —
Al voltear a ver, mis ojos se dirigieron hacia un chico rubio de cabellos largos, su estatura ya destacaba más y su rostro ya era mucho más maduro que hace dos años, además poseyendo un cuerpo más fornido como si se tratase de algún caballero, se trataba del Príncipe Heredero, Alejandro di Lux o como yo lo comencé a llamar, Alex.
— ¡Alex! —
Con una cálida sonrisa se acercaba hacia mí, mientras que el sol golpeaba con la realidad con sus ojos zafiros, haciéndolos brillar en tonos amarillentos que resaltaba más su rostro atractivo.
— ¿Qué tal tu entrenamiento? —
Ya encontrándose enfrente de mí, tuve que levantar el rostro para verlo a los ojos, como lo había mencionado, la altura de Alex ya era muy destacada ¿ya será más alto que Hans? Aunque tampoco era tan enana, ya era del tamaño de Milan o un poco más alta.
— ¿Interesante como siempre? —
Muchas cosas habían cambiado en estos dos largos años, la apariencia de Alex, mi relación con la Emperatriz, pero lo único que no había cambiado si no aumentado, eran mis sentimientos hacia Alex.
— ¿Por qué siempre me dices lo mismo? —
— ¿Por qué siempre es interesante? —
— ¡Liz! —
Tapando mi boca con mi mano me reía de Alex mientras que el fruncía levemente su ceño... no me mires así, es divertido verte molesto. Sin darme cuenta se había inclinado hacia agarrando mis mejillas.
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The secret of a Kingdom: Saga Beryl
FantasíaDespués de vivir dos largos años en los Palacios Imperiales mi vida se ha trastornado a color de rosa. Pero sin esperarlo, este se comenzó a corromper. - ¡Alex! - Una suave voz llama por mi nombre sin cesar, mientras que sin titubear habla sobre el...