Capítulo 8:Este es tu destino, acéptalo

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De una manera a otra, mi cuerpo se sentía muy liviano, como si se tratase que estuviera flotando entre las nubes, sentía una agradable brisa recorrer mi rostro con suavidad.

Al abrir mis ojos podía ver un gran campo, con ellos flores también y una que otra construcción antigua y con ello, yo me encontraba acostada sobre el césped.

— ¿En dónde estoy? —

Al poner mis manos en el césped para poder levantarme pude notar algo más extraño ¿En qué momento me haba cambiado de ropas? Levantándome de golpe mire más detenidamente, era unos vestidos blanco largo y amplio que llegaba hasta el suelo y arrastraba un poco, sus mangas eran bastantes amplios con signos de color dorado, como si se tratara de las ropas que usa la Sacerdotisa.

— ¿¡Q-qué es esto!? —

En mi cabeza sentía algo extraño también, tenía una diadema que rodeaba toda mi cabeza, era gruesa y algo pesada, miraba a mí alrededor y pude ver una fuente, corriendo mientras agarraba el largo vestido me dirigía hacia allá.

Al ver mi reflejo en el agua pude notar que la diadema que poseía era de color del océano, su color era vivo pero profundo, además de eso, justo enfrente tenía un rombo, de color blanco y en su centro tenía un hermoso zafiro incrustado.

Alejándome de la fuente me sentía demasiado asustada.

— ¿¡C-cómo llegué aquí!? ¡Alex! —

Gritaba del miedo que me provocaba todo esto ¿¡Que rayos sucede!? Me había desmayado sobre una alfombra mientras que Alex me sostenía entre sus brazos, afligido, no entre un campo y construcciones extrañas.

— Ven cariño, abrázame tiernamente, el frio está dominado mi cálido corazón, quédate a mi lado. En el día que el sol y la luna se unan, nacerá la promesa; la cual brillará intensamente con su luz carmesí. —

Esa voz.

Esa nana.

...

Las conozco

Era la misma voz que me llamaba, solo que ahora se escuchaba con mayor claridad y esa nana, era lo que yo cantaba en las noches de luna llena.

Buscando con la mirada quien la cantaba apareció enfrente una mujer.

Cabellos rubios lisos que caían por toda su espalda ojos en forma de almendra los cuales eran de color verde, profundos como el bosque, pero vivos como el cielo, su rostro era maduro pero hermoso, llevaba consigo un hermoso vestido blanco con azul mientras estaba decorado con amarillo a la vez.

Lo más extraño de esta mujer... era el agujero que tenía en su estómago, era amplio pero, este no sangraba.

— Te he esperado durante estos once largos años y al fin puedo ver de nuevo tu rostro... Liz —

Se acercaba a mí con un paso ligero mientras que sus largos vertidos arrastraban por el césped.

— Detente —

Hable nerviosa pero a la vez desconcertada por todo esto ¿Cómo sabes mi nombre?

— Haz crecido fuertemente, es admirable —

— Detente —

Seguía acercándose a mí pero ¿Por qué siento que ya no nos hemos visto? Era la primera vez que la miraba pero mi mente y mis recuerdos no lograban encontrarla.

Cuando pude notar, la distancia que antes teníamos se había acortado bastante... de acerca... era hermosa.

Me sonreía con amor y ternura, como lo hace la Anciana, esa forma de mirarme que me demostraba un amor incondicional que nunca se desvanecería... era acogedor y cálido.

— ¿Me recuerdas? —

Tensando mi mirada subí mi guardia... ya estaba volviéndome muy inmune ante su mirada... no dejes que te lastimen, se fuerte.

— No —

Poniendo un rostro serio me había devuelto ante mi respuesta.

— Ya veo, es lo más lógico —

La miraba seriamente sin decir nada mientras que ella me miraba con ternura ¿acaso no desviaras la mirada?

— Tienen la misma mirada —

¿Qué? ¿Tienen la misma mirada? ¿A qué se refiere esta mujer con eso?

— ¿Perdón? —

— Es mejor ir al asunto rápidamente, no quiero que tu cuerpo físico sufra mucho—

¿Cuerpo físico?

— ¿De qué hablas mujer? —

— No hay tiempo, la Catástrofe empezara muy pronto —

Dando unos pasos hacia atrás grite con desesperación antes sus palabras que desde hace tiempo, estaban dando vueltas en mi cabeza.

— ¿¡De que hablas!? ¡Dímelo, quien eres! —

— ¿Yo? Liz... te conozco desde que eras un bebe, pero ahora el destino puso una barrera ante nosotros pero, no te traje aquí para hablar eso... es mejor no hablar de eso —

El rostro de la mujer, como igual que sus sentimientos demostraban una tristeza intensa y profunda pero, lo había dicho, era la primera vez que la miraba pero ¿Por qué me resultas tan familiar?

De un momento a otro, quito aquel rostro melancólico para mirarme seriamente y con ello, caminar hacia mí nuevamente.

— En tus hombros con llevas una gran responsabilidad, por la sangre que fluye en tus venas es imposible evitarlo... eso intentamos pero no podemos, es tu destino —

La miraba sin entender nada ¿Qué tipo de sangre fluye en mí? Ni siquiera tengo a alguien de la misma sangre en esta Tierra... estoy sola.

— Tu deber es guiar a los Portadores de la Joya, quienes poseen poderes por poseer el linaje de la diosa —

Seguía mirándola en silencio mientras que ella procedía a decirme todo esto... ¿esto es un sueño, verdad?

— Cuando finalmente la maldad sea apaciguada, es tu turno de liberar el poder de la joya —

— No —

Al decir eso, la mujer me miraba seriamente en silencio para estar atenta a lo que diría.

— ¿Por qué tengo que aceptar algo sin mi consentimiento? ¿En qué momento dije que aceptaría esto? El destino de uno se escribe con sudor y lágrimas para saber siempre tendrá valor, no alguien que venga diciendo puras palabras sin sentido para que diga si, sin haberlo pensado un segundo —

Al decir eso, ella sonrió relajando su frente.

— Me niego a aceptar algo que ni siquiera se más así que, dime todo lo que sabes, mujer —

— No puedo darte muchas explicaciones es por tu bien, conforme vallas creciendo entenderás muchas cosas, aun te falta madurar. —

Acercándose aún más a mí acercaba sus dedos a mi frente.

— Aun es muy pronto explicarte todo. Es momento que regreses, tu cuerpo físico sufrirá mucho por no estar acostumbrada al estar aquí. —

Tocando levemente mi frente me sorprendí de algo.... Sus dedos están completamente fríos.

— ¿Qué? —

— Adiós —

...

...

En ese mismo instante, en la otra palma de su mano, se miraba flotando esa insignia, se trataba de nada más que... el collar que yo guardo como el único recuerdo de mis padres.

¿¡Por qué tú tienes eso!?

— ¡¡Espera!! —

Sonriendo se despedía de mi aquella mujer... no.... Espera... ¡¡Espera!!

The secret of a Kingdom: Saga BerylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora