Capítulo 28: Más confusiones

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Bruno luego de darme varias soluciones y luego de encontrar defectos en ellas llego la noche a lo cual, el abandono la habitación para que descansara.

Las noches son un sufrimiento para mí, pero are todo lo posible para no sufrir.

Encontrándome sentada en la cama abrazando mis piernas miraba hacia la ventana. Las estrellas siempre brillan con gran claridad.

— Alex —

Espero que estés bien o si no, me lo lamentaré toda la vida.

Levantándome de la cama me dirigí al joyero para tomar entre mis manos la gota que me había regalado.

— Sigues siendo tan hermosa —

Sonreía levemente mientras la mirada y con ello, nuevamente aquella sensación extraña volvió a aparecer.

Esa sensación me decía levemente en donde estaba Alex, pero esta vez era más notable que en la mañana. Rápidamente me di la vuelta para caminar hacia la ventana, estando ahí coloque la gota en mi cuello para abrir la ventana, el frio viento de invierno aun aparecía a pesar que en poco tiempo la primavera iba a ser su entrada.

Miraba a todos lados, pero la extraña sensación aún seguía presente.

— ¿Dónde estás? Dímelo —

El frio ya empezaba a congelar mis hombros y con ello, cerré nuevamente la ventana.

¿¡Hasta cuando dejaras de jugar las escondidas conmigo!?

Apretaba con fuerza la gota mientras miraba la ventana ¿¡Acaso quieres seguir viéndome llorar!? ¿¡Deseas eso!?

— Idiota —

Suspire profundamente para relajarme... ya es momento en que me controle, no puedo pasarme todo el tiempo llorando.

Volviéndome a sentar en la cama seguía viendo la ventana y con ello... la extraña sensación desapareció.

Ahora duraste más.

Me siento miserable.

*toc* *toc*

En la puerta tocaban ligeramente, intentando no hacer un gran escándalo ¿Quién es a estas horas? No grite ni hable lo suficientemente alto para que los demás me escucharan ¿o ya me había vuelto loca que hable en voz alta?

Levantándome otra vez de la cama, jale la bata para cubrirme y salir a ver. Al momento de abrir mis ojos se dilataron rápidamente mientras no creía lo que miraba.

— ¿Milan? —

Ella estaba enfrente de mí con un rostro triste mientras agarraba un candil apagado... ¿Qué hace ella aquí?

Era verdad, estaba enojada con la Emperatriz pero también me enoje con Milan por haberme ocultado todo... no debiste hacer eso.

— Liz ¿puedo pasar? —

Su voz había sonado quebrantada y triste. Haciéndome a un lado, permití que entrara y con ello rápidamente encendió el candil que llevaba consigo.

La miraba sin decir nada hasta que ella finalmente llevo el candil hacia el ropero.

— Siéntate en la cama, quiero hablar contigo —

¿Me reclamara ignorarla también? ¿O acaso nadie puede ver mi sufrimiento?

Finalmente había sacado aquella bufanda color vino que Alex me regalo en aquel invierno. Sentándose a la par de mía empezó a envolverla alrededor de mi cuello mientras sonreía con aquel ligero sollozo en sus ojos.

The secret of a Kingdom: Saga BerylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora