❛ 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐫𝐥𝐚𝐭𝐚 ❜ ;; naruto, naruto shippuden

diecisiete

スカーレット・ラブ
Amor escarlata; capítulo diecisiete
«Jiraiya»

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La mirada azulada de los dos Uzumaki estaban puestas en la lápida en la que estaba el nombre del Tercer Hokage, la mayor rodeaba con un brazo los hombros del menor mientras sentía como éste lloraba silenciosamente. Sostuvo con firmeza el paraguas negro que los protegía de la lluvia y suspiró viendo a otro lado, quería irse, no le gustaba los funerales. Poco a poco la gente de la aldea se iba a quién sabe dónde, y el turno de dejarle una rosa al Sarutobi les llegó con rapidez y ambos familiares se acercaron para dejarle una rosa blanca, sin embargo, Miko se quedó mirando la tumba unos segundos más.

«Moriste, y junto con ello te llevaste a la tumba la misión de Itachi.» pensó, para luego voltearse e irse junto con Naruto al departamento, queriendo el que el menor se distraiga de aquel funeral. Cuando llegaron, el rubio fue directamente a su habitación sin darle tiempo a su tía de hablar. Verdaderamente le había afectado la muerte de Hiruzen al rubio.

—¿Está Naruto? —la pelirroja alzó una ceja al ver a Sasuke detrás de la puerta, con su típica cara seria pero con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

—¿Desde cuándo vienes a buscar a mi sobrino? —le preguntó mientras lo dejaba entrar, viendo con extrañez como el chico entraba al departamento con cierta timidez—. Bien, dime qué te sucede.

—Aún no entiendo como Itachi te pudo aguantar —masculló entre dientes Sasuke cruzándose de brazos.

—Algo te sucede, tú no hablarías de tu hermano con naturalidad —espetó la mayor viéndolo con seriedad para ir a la cocina y buscar un vaso de agua para beber.

—¿Está Naruto, sí o no? 

Miko sonrió de lado, tal vez por fin la Vida le tiró una carta de corazones al Uchiha. Se giró y señaló el cuarto del rubio, para luego observar como el azabache la miraba con advertencia para irse con rapidez a la habitación del Uzumaki, escuchó con facilidad la bienvenida un poco alegre de Naruto y el "dobe" de Sasuke.

Sabía que entre esos dos había algo, el instinto de tía se lo decía a gritos pero esperaba que ellos mismos se lo digan. Aunque creía que les tomaría un tiempo saber verdaderamente qué había entre ellos dos, eran algo lentos. Sasuke tal vez lo ocultaba con su indiferencia y Naruto...., la verdad Miko creía que su sobrino no lo ocultaba, si no que lo camuflaba con una amistad. 

La puerta fue tocada con suavidad, por lo que un poco molesta la abrió para encontrarse con Jiraiya. Lo miró con un poco de sorpresa, no veía al hombre desde que su hermana decidió que era lindo el nombre de Naruto para su hijo, cuyo nombre venía de un libro que había escrito el Sannin.

—Jiraiya —saludó la mujer, dejándolo entrar.

—Miko, qué sorpresa, están más grandes y curvilínea —balbuceó el mayor ganándose una mala mirada de la chica, quien alzó su puño dispuesta a golpearlo por pervertido—. ¡Ya, ya, ya! No me golpees.

—Entonces deja de decir cosas perversas y siéntate.

Se quedaron viendo por unos largos minutos, sin decirse nada hasta que el peli-blanco decidió hablar.

—Iré a buscar a Tsunade, para que tome el cargo de Hokage —espetó el hombre, logrando que una sonrisa apareciera en los labios de la mujer, sabía demasiado bien que las dos se habían conocido y la Senju la había confundido con Tobirama cuando estaba ebria, desde aquel entonces cuando ambas se encontraban en las misiones de la pelirroja no dudaban en ir a tomar sake y hablar de cosas de mujeres, aunque eran pocas las ocasiones en la que se veían.

—Será una gran Hokage —asintió con seguridad la Uzumaki entregándole una manzana al mayor—. Come, estás flaco.

—Qué graciosa —soltó una risa sarcástica pero de igual manera tomó el alimento que le daba la chica—. Me gustaría que Naruto me acompañara, he escuchado que están buscando a los jinchūriki y lo mejor será que me lo lleve conmigo, estará más protegido y sé que podrá lograr que Tsunade venga a la aldea.

—¿Piensas qué no soy capaz de protegerlo? —lo miró con su ceño fruncido y apretando su mandíbula.

—Sé que eres capaz, pero a veces debes entender que hay personas más fuertes que tu y que cuidarán perfectamente a Naruto —le sonrió para luego morder la manzana, sintiéndola arenosa—. ¿Qué es esto? ¡Está arenosa!

—Eso te pasa por no estar presente en la vida de tu ahijado —le sonrió burlona para pararse y buscar una servilleta y un vaso de agua para el ex-sensei de su cuñado—. Bien, te doy permiso para llevarlo pero si le ocurre algo, no dudaré en cortarte lo que te hace hombre.

Jiraiya se tapó con rapidez su entrepierna, aterrado por la amenaza de la chica y con nerviosismo agarró los objetos que le tendía la fémina. «Es peor que Kushina.» pensó, dando un sorbo al líquido incoloro y pasando la servilleta por las comisuras de sus labios, limpiando los rastros de la fruta. Conversaron un poco más hasta que se hizo de noche y el mayor se fue de la casa porque debía hacer una investigación importante, logrando que la Uzumaki rodara los ojos al saber la otra intención del Sannin. Suspiró, viendo el pasillo y la puerta que daba a la habitación del rubio y se acercó con lentitud, escuchando como ambos menores se insultaban.

—¡Dobe!

—¡Teme!

—¡Dobe!

—¡Teme!

—¡Do-!

Abrió la puerta silenciosamente para luego abrir sus ojos sorprendida, viendo como los dos varones tenían sus labios juntados mientras tenían en cada mano una almohada, sus orbes estaban más abiertas que nunca y se separaron con rapidez, ambos teniendo un ligero sonrojo en sus mejillas.

—¡¿Cómo se te ocurre hacer eso, teme?!

—¡¿Ah?! ¡No es mi culpa que te hayas tropezado, dobe!

—Eh, ¿qué desean comer? —interrumpió la fémina intentando ocultar la sonrisa divertida que estaba surcando sus labios al notar como se quedaron tiesos los dos varones y balbuceaban cosas que ni siquiera pudo entender—. ¿Ramen con onigiri? Me gusta la idea —dijo a la nada para luego correr a la cocina, liberando pequeñas carcajadas que silenciaba con sus manos, escuchando detrás de ella un grito de ambos.

—¡No es lo que crees, Miko/tía!

Hay SasuNaru, gente, hay SasuNaru.