❛ 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐫𝐥𝐚𝐭𝐚 ❜ ;; naruto, naruto shippuden

dieciséis

スカーレット・ラブ
Amor escarlata; capítulo dieciséis
«un mocoso interesante»

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La mirada azulada de Miko estaba clavada en el techo, observándolo con aburrimiento pero con sus pensamientos en forma de un torbellino grande y poderoso. Se encontraba intranquila, sin poder dormir porque su sobrino estaba allá afuera, en un bosque lleno de peligros y un olor a muerte rodeándolo, un lugar en el que podía morir. Suspiró volteando su rostro, encontrándose con la cara de Takeshi, mirándola con atención como si supiera sus preocupaciones y volvió sus ojos al techo blanco.

—Deja de pensar.

Rodó los ojos, ignorando la orden de su compañero, logrando que éste rugiera molesto por la falta de atención que le dirigía. La joven lo volvió a mirar, sin poder creer que su amigo felino reaccionara de esa manera y detrás de él notó a su compañera de juegos, sonriéndole le señaló una mesa para comenzar a tirar unas cartas y se paró para sentarse frente a la hermosa mujer, observando el mazo que le había tocado.

—¿Cómo has estado? —preguntó la Vida, pasando su mirada blanquecina de las cartas a la azulada de ella, atenta.

—Preocupada —respondió sin despegar sus ojos de las cartas que le había tocado, todas una mierda.

—Tiraré una carta —y la mujer tiró una que hizo fruncir el ceño a la pelirroja, quien observaba la carta fijamente—. Te toca.

—Bien.

Lanzó una, que si bien no podía hacerle efecto a la de Tiempo que lazó la Vida, pudo crear una jugada medianamente buena, logrando que la fémina sonriera de lado.

—Espero que no te arrepientas de tu jugada —y todo el panorama cambió.

Miko se encontraba corriendo de un lado a otro, asesinando a los ninjas infiltrados de Suna. Todo había pasado muy rápido, antes estaba en su habitación para luego encontrarse a sí misma luchando a la par de sus compañeros y su amigo felino. Saltó esquivando varios shuriken y lanzó su kunai a la frente de esa infiltrada, matándola al instante y mandando a la sangre a la gran fuente que estaba en la manada que dirigía. Takeshi usaba sus fauces y sus garras para despedazar a sus enemigos y hacía lo mismo que su mejor amiga, mandar la sangre de los cuerpos inertes a su manada para tener bastante reserva.

—Esta es una buena causa, ¿no, Miko? Tendremos mucha sangre y no nos cuestionarán nada —murmuró a su lado Takeshi para luego saltar sobre la pelirroja para agarrar con su hocico el cuello del ninja que la iba a atacar a su espalda y sacó la cabeza del enemigo de su cuerpo, mandando aquella extremidad a un lugar lejos—. ¡Mucha sangre estoy viendo!

—Así es, mi querido amigo —confirmó la mujer corriendo hacia Kakashi y lanzándose para tirarlo al suelo cuando un papel bomba estaba por tocarle la espalda—. Pon más atención, mocoso.

—Lo que tu digas.

Había pasado un tiempo largo desde los combates que la dupla sangrienta realizaron por lo cual corrían hacia el bosque, buscando la presencia del remolino amarrillo que había ido en busca de Gaara. Ambos amigos frenaron lentamente cuando vieron los dos cuerpos de los menores tirados en el piso, cansados pero conversando. La mayor se acercó hasta tenerlos a unos centímetros, los miró desde arriba captando sus miradas y alzó una ceja para rodar los ojos.

—Takeshi, llévate a Naruto —pidió la mujer viendo fijamente a Gaara, seria.

Takeshi bufó pero hizo lo que pidió la fémina y Naruto se quejó cuando el felino movió su cuerpo con brusquedad y durante todo el trayecto se quejó de todo. Miko rodó los ojos y alzó entre sus brazos el cuerpo ligero del pelirrojo, lo puso en posición de princesa porque no lo iba a dejar apoyarse en su pecho y caminó tranquilamente hacia donde sentía la presencia de los hermanos del chico.

—¿Cómo te llamas?

Frunció el ceño para bajar su mirada y mirar al varón que la veía con curiosidad y con un brillo ligero en sus ojos, ya no tenía en su mirada ese deseo a la sangre como ella junto a Takeshi habían visto. Su sobrino sí que sabía cambiar de parecer a las personas.

—No te interesa —respondió mirando al frente, escuchando a unos cinco kilómetros las voces desesperadas de dos personas que nombraban a Gaara constantemente.

—Sí me interesa, por algo pregunté.

—Mocoso —gruñó lanzándole una mirada amenazante, no le gustó el tono con el que le habló—. Uzumaki Miko.

—¿Cuántos años tienes?

—¿A qué se debe este interrogatorio? —preguntó ignorando la interrogante anterior y frunció el ceño al sentir algo cálido adentrarse a su cuerpo, dejó de lado eso y miró al adolescente seriamente.

—Me interesas.

Abrió ligeramente sus ojos, sorprendida ante tal sinceridad y sonrió ligeramente, un poco divertida por lo que dijo el menor. Sabía que cuando él sea más grande tendría a varias chicas a sus pies con su actitud serena y hasta tímida, porque notó un ligero rubor aparecer en sus mejillas cuando lo siguió viendo con una ceja alzada.

—Mocoso, me comienzas a agradar —dijo acelerando sus pasos para llegar lo más rápido posible con los hermanos mayores del pelirrojo—. Tengo 24 años.

—Doce años de diferencia —susurró el menor inconscientemente y asintió para sí mismo.

—Llegamos —pronunció la mayor sin querer darle importancia al comentario del varón y le tendió a éste a sus hermanos que la miraban preparados para pelear—. Llévenselo antes de que me arrepienta.

Asintieron con rapidez y tomaron a su hermano para alejarse de su vista, pasó una mano por su nuca con confusión, no sabía lo que había hecho pero solo esperaba que su fiel jugadora no tome con eso a su favor. No quería que ella pensase que había aceptado la jugada que hizo aquel día. Suspiró dándose la vuelta en dirección a donde se encontraba su sobrino y amigo felino y caminó con sus pensamientos enredados.

Todos girando en torno a la próxima jugada que daría.

—Gaara, eres un mocoso interesante.