❛ 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐫𝐥𝐚𝐭𝐚 ❜ ;; naruto, naruto shippuden

tres

スカーレット・ラブ
Amor escarlata; capítulo tres
«cumpleaños número cinco»

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Miko suspiró con pesadez mientras corría un par de sillas para poner unas guirnaldas junto con unos pequeños dibujos de sapos en toda la sala, decorando el lugar para el cumpleaños número cinco de su único sobrino, el cual estaba paseando por la aldea, junto con la invocació de la fémina, en dirección al puesto de ramen. La Uzumaki, luego de varias insistencias por parte del menor, aceptó festejarle su cumpleaños con muchas decoraciones, por lo que ahora se veía sumamente seria arreglando los arreglo de sapos y de diminutos remolinos que representaban al clan al que pertenecían ambos.

—¿Dónde coloco esto?

Miró a su costado derecho en donde venía su amigo pelinegro y señaló con su dedo índice el marco de la gran ventana, siendo también decorada con unas pequeñas luces que Miko había comprado a último momento, ya que su querido sobrino también había deseado ver porque la mayor no era muy festiva y si estaba de buenas le compraba un regalo a parte de un mediano pastel debido a que la pelirroja no era dulcera.

—Aún tengo curiosidad sobre tu cicatriz —mencionó Itachi arreglando el sector el cual le tocó decorar y, mirando el reflejo del cristal, pudo ver un atisbo de sonrisa por parte de su amiga.

—¿Tú también? Hasta Naruto quiere saber eso —sonrió levemente ante aquel recuerdo y borró su sonrisa para centrarse en la decoración—. Lamento tu perdida.

Hace no muy poco se enteró que Uchiha Shisui, el mejor amigo de Itachi, había fallecido. Primero la había descolocado tal noticia, no era muy cercana al muchacho pero sabía demasiado bien que él era una maravillosa persona; luego quiso buscar respuestas pero por más que estaba en un rango alto no se le fue permitido, lo cual comenzó a sospechar.

—Él tenía mucho por delante, demasiado —murmuró con su ceño fruncido el menor.

—Lo sé, pero la Vida a veces ocupa cartas demasiado jodidas en momentos cruciales y los restantes jugadores no saben qué mierda tirar, él no era de esos; tomó la carta que podía beneficiarlo y lo hizo con determinación —sus palabras eran dichas por una seriedad que la caracterizaban demasiado—. Estoy segura que fue un gran jugador.

—Aún no entiendo el porqué tienes esa manía con la Vida y sus juegos —musitó girando a verla, encontrándola al frente de él mientras sostenía un pastel de un sapo comiendo ramen y elevando una ceja burlona.

—Solo no entiendes mi filosofía —declaró caminando hacia la mesa y colocando el pastel en el centro y acomodando unos pequeños sapos de madera—. Naruto llegará dentro de una hora; si quieres puedes acompañarnos junto con el mocoso.