Anhelos

Amargas casualidades

New York, 18 de Enero 2020

El café aún estaba humeante, por lo que agradeció al cielo tener algo caliente que llevarse a la boca. Sus manos frotaban aquella taza de porcelana con el fin de entrar en calor, mientras su mirada estaba fija en la vista que le ofrecía la suite de el hotel plaza.

Levantó su iPhone que se encontraba reposando a un lado de ella y le echó una mirada a la pantalla, 6:56 a.m, temperatura -7° C; bufó ante lo que veía y se maldecía mentalmente por haber apagado demasiado pronto la calefacción.

Odiaba New York, odiaba el frío y odiaba que el día se viera más triste de lo normal, deseaba que los dos últimos capítulos pendientes de rodar fueran mucho más rápidos que los tres anteriores.

Estaban en final de temporada de la serie que la había hecho más famosa de lo que ya era, pero aquel trabajo exigía mucho de ella, como estar grabando un día en el calor de Mississippi y al otro día estar tomando un vuelo con dirección al congelador llamado New York.

Pero no se podía quejar, no todo era malo, por lo menos tenía acceso a los mejores hoteles, o pases gratis a los eventos más exclusivos, algo debía ofrecerle aquel trabajo que había estado por encima del amor que ella decía sería para toda su vida.

Su alarma comenzó a sonar indicando que ya eran las 7:00 am por lo que deslizó el dedo a través de la pantalla con un fondo de un atardecer con el fin de silenciarlo. Despertarse antes de que la alarma sonara se había vuelto una costumbre, ni siquiera ella entendía porque se molestaba en programarla.

El insomnio la había orillado a buscar ayuda en la eszopiclona, pero ni aún tomando su respectiva dosis podía dormir una noche completa. Desde que ella se había marchado sin darle oportunidad de hablar, dormir era de las cosas que más odiaba. El recuerdo de la modelo siempre llegaba con el sueño y aunque las lágrimas habían disminuido un poco, la opresión en el pecho y la sensación de vacío seguían tan vivos como la primera noche que tuvo que dormir abrazada a una almohada y con la única compañía de aquella nota que significaba la despedida.

Se levantó del cómodo sofá y su mirada recorrió aquella habitación. Era un cuarto con un estilo clásico, los tonos claros resaltaban la elegancia y el buen gusto, llevaba más de 15 días hospedada ahí, así que ya conocía de sobra todos los rincones.

Se bañó de manera tranquila, disfrutando la sensación del agua tibia sobre su piel. Se dirigió al amplio vestidor con el que disponía la suite y se vistió con ropa cálida para poder soportar el frío de aquella mañana; para terminar, se colocó un ligero maquillaje sobre el rostro antes de bajar a la recepción para esperar a Renata e irse juntas al set.

El lobby del hotel, se encontraba tranquilo, solo habían algunas personas que entraban y salían, buscó a Renata con la mirada, hasta que sus ojos la ubicaron, movieron las manos en forma de saludo, al mismo tiempo que la ojiazul empezó a caminar a través de la poca gente que había, hasta llegar donde estaba su compañera.

- Aunque ame el glamour, ya estoy un poco harta de llegar todas las noches a este hotel- Dijo Renata en tanto se levantaba de aquel sillón que de seguro valía lo equivalente a tres semanas de su sueldo.

- Me pasa lo mismo, además extraño demasiado el clima de Los Ángeles- Contestó Valentina mientras sacaba de su bolso Prada unos guantes de piel y se los colocaba en sus delicadas manos.

-Sigo sin entender porqué el director se empeñó en grabar estos capítulos aquí. El beso bajo una corriente helada y la nieve es demasiado trillado para mi gusto-

Renata había empezado andar con dirección a la salida, pero había escuchado la queja de Valentina - Ya sabes que es un tipo chapado a la antigua, y nadie puede llevarle la contraria, así que no te quedará de otra que disfrutar los labios de Henry en un ambiente frío, aunque claro depende de tí que fuera del set le des calor al asunto.- Se giró para ver la reacción de la castaña, pero ésta parecía inmutable ante su comentario.