El ciervo

1.9K 235 18
                                    

A Juliana se le había helado la sangre cuando escuchó la voz de Eva indicándole que su tiempo en Londres había terminado. La idea de regresar a Los Ángeles ni siquiera estaba en sus planes. Su cerebro estaba a mil por hora buscando cualquier excusa creíble para evitar su regreso, solo cuando Eva le dijo que la necesitaba en la matriz de la agencia pudo soltar el aire que no se había dado cuenta estaba reteniendo. Su llegada no sería en L.A. sino New York, lo que era suficientemente lejos para no tener que ver a la mujer que aún seguía anhelando.

- ¿Qué te ha parecido la ciudad? Interrogó a la chica de ojos marrones mientras depositaba sobre la encimera de mármol los ingredientes para preparar la lasagna vegetariana.

- Me ha encantado, no sé porque Eva se tardó tanto en transferirme para acá.

- Ya sabes cómo es ella, nunca puedes predecir sus jugadas. Cuando inicié estuve dos años aquí, luego me trasladó a California, todo ese cambio fue demasiado estresante, mi vida se me iba en ir y venir de allá para acá.-

- Y luego te envió a Londres - Afirmó su acompañante mientras se lavaba las manos para ayudar con la salsa.

La pelinegra estaba sacando las verduras de las bolsas biodegradables, cuando escuchó el comentario de la castaña.

- Bueno... en realidad la idea de Londres fue mía, tenía el proyecto con Dior y Sephora, y no me apetecía pasar tanto tiempo sobre un avión comercial, así que le rogué a Eva que me dejara quedar un tiempo allá, en lo que terminaba las campañas.- Su respuesta era una mentira a medias, no estaba dispuesta admitir que había salido huyendo de un amor que la había destrozado.

- Ya veo- Dijo la otra modelo - Hmm hablando de mudanzas quiero agradecerte Juli, por permitir quedarme contigo en lo que encuentro algún departamento de mi agrado- Su agradecimiento estaba acompañado de la linda sonrisa que la caracterizaba y que a más de uno le hacía perder la cabeza, pero no a Juliana.

- Vera no tienes que irte ¿lo sabes no?- Preguntó mientras sacaba de un cajón un cuchillo para poder cortar las verduras en rondelle - este departamento es suficientemente grande para ambas, además tu presencia me hace bien, eres demasiado agradable y divertida, quedarte sería un ganar ganar para las dos- hizo contacto visual con la castaña para que viera en sus ojos, que todo lo que decía era sincero.

Vera la miró de reojo y siguió con su labor, se debatía entre hablar o callar sus pensamientos, eligió la primera opción, quería ser lo más honesta con Juliana, era lo que merecía la modelo.

- Juli, estás consciente de mis sentimientos por ti ¿verdad? no quiero que esto llegue afectar nuestra relación, sé que me has pedido que dejemos que las cosas fluyan, pero no quiero que te sientas incómoda o comprometida con mi presencia -

El ruido del cuchillo sobre la tabla de picar cesó, Juliana levantó la vista y caminó hacia la otra esquina donde se encontraba su acompañante.

Acarició la mejilla de la castaña con el dorso de su mano y le depositó un beso justo donde había acariciado.

- Estoy consciente de tus sentimientos, y daría lo que fuera por corresponderte en este momento, pero no puedo, y me odio un poco por eso. Pero nunca vuelvas a decir que me incómodas, disfruto mucho tu compañía y tal vez con la convivencia podamos llegar hacer algo más que amigas, pero dame tiempo ¿Sí? conoces mi historia y necesito tiempo para sanar completamente, no mereces un amor a medias, sino alguien que te ame con la misma intensidad.

- Lo sé Juli, no pienso presionarte, esperaré el tiempo necesario, hasta que estés lista nuevamente para abrir tu corazón. De verdad que no entiendo cómo es que esa mujer sin nombre, te pudo hacer tanto daño, si cualquiera sería afortunado de tenerte. Le dio un abrazo a la pelinegra y volvió a trabajar en la salsa sin esperar una respuesta.

AnhelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora