62. La prima hora I

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"Para esa persona que hizo tanto por mí y por la que nunca pude hacer nada.

A la que vi siempre de lejos.

La que me vió crecer entre heno y hollín y me limpió la cara con su pañuelo, con su manga y con el dobladillo de su falda, y a veces también con sus manos.

A la que me pasé la vida mirando a escondidas, porque estaba prohibido mirarla pero yo no podía evitarlo.

Por la que nunca rompí las reglas, aunque no hacerlo me rompía a mí todos los días.

Y la que nunca me miró de regreso.

La que decidió no volar para que yo volara, porque me quería, pero no de la forma en que yo la quería a ella.

La que me prestó su hombro para llorar, y la que lloró tantas veces sobre el mío.

La mujer que nació para ser un caso perdido en el manejo de la espada.

Los últimos meses me alejé de ti, porque estar tan cerca se había vuelto duro.

Porque estar en medio de mi amor por ti y del que le tuve al único al que pude llamar amigo, me destrozaba.

Pero mi vida fue tuya, aunque no lo sepas.

Y si le prenden fuego a la tuya.

La mía también arde contigo.

Porque me da más miedo vivir un día sabiendo que ya no existes, que quemarme."

—Seiten Le Blanc






La piscina principal del exclusivo y muy selecto Club de Golf Quinta Mercedes, estaba dividida en 8 carriles inmensos, usaban unas boyas que incluso tenían pintados el logo y el slogan del lugar para eso:

"El límite eres tú"

Por cierto, ¿Conoces las boyas?

Yo no las conocía hasta que empecé a hacer... bueno, lo que estoy haciendo justo ahora.

Empecé hace una semana, aunque parece una maldita eternidad.

En fin, como ya sabemos; nunca fui muy deportista (a no ser que me obligaran), así que todo el basto conocimiento que tenía sobre las boyas, era que cuando vas al mar, si pasas ese lazo de pelotas de colores que se ve a lo lejos, entonces ya te pueden comer los tiburones.

Bueno, como sea.

Ahora (gracias a cierta persona que prometo que obtendrá su merecido) ya sé que las boyas son de plástico duro en vez de blando, y que nunca van a poder sustituir a las pelotas porque para empezar duelen mucho, cuando te caen en la cabeza porque no las atrapaste gracias a tus majestuosos reflejos de pato, y también ya sé cómo se limpian; una por una... pero al menos eso solo se hace los fines de semana.

Si quieres imaginarte un poco mejor el lugar en el que estoy ahora, visualiza el ábaco de un gigante muy distraído que mientras iba caminando por ahí para perder sus habichuelas mágicas, también lo perdió, y fue posteriormente encontrado por un poblado de insectos muy creativos que decidieron echarle agua y... ¡Voilà!

Pero bueno, vámonos una semana y media atrás para que entiendas como es que comenzó mi tragedia.

De momento te presentaré a los cómplices del terrible suceso:

El día en que mi reloj retrocedió  [Completa✔️✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora