54. Bailes que matan

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"¿Sabías que en las fábulas, el gato siempre es traicionado por la lechuza? Algunos dicen que el ave siempre sintió algo extraño y confuso en el pecho. Algo que lo que agobiaba, que lo hacia diferente a nosotros... ellos dicen que era fe: fe en los humanos. Pero yo le llamo; necedad, estupidez, fallo... porque le salió tan caro que tuvo que cortarse las alas y meterse a una jaula.

Y ya que nos queda claro, que la historia no ha hecho sino repetirse una y otra, y otra vez, hasta llegar a límites exasperantes. Te voy a dar un consejo, uno que aún estás muy a tiempo de seguir, Candiani: Ama a la lechuza; pero no confíes en ella"

—Lyoshevko Lacroix



"Conviértete en alguien lo suficientemente interesante como para que no les quede de otra que extenderte una invitación..." —musité, mientras veía mi reflejo mirándome de regreso—"¿Qué demonios quiso decir con eso?"

Suspiré hondo y di dos pasos para sacar de una de las cajoneras, el gorrito azul que me había regalado Garcés luego de propinarme el más horrible manotazo que me habían dado en toda mi vida.

Combinaba perfectamente con la chamarra afelpada de mezclilla que llevaba encima, pero también me ayudaba a mantener mi cabello en su lugar y eso ocultaba un poco mi cara, y al mismo tiempo mantenía mis cachetes calientitos, así que definitivamente éste se iba en busca de aventuras (o problemas) conmigo.

Debajo llevaba una sudadera anaranjada, muy ligera y algo deslavada, pero esa era justamente la idea: no llamar la atención, porque hacerlo podía costarme muy caro, sobretodo considerando hacia dónde pensaba ir.

Jalé los cordones del cuello de mi sudadera hasta lograr que esta me ocultara la mitad de la cara, y después me coloqué unas gafas sin mica que había conseguido en uno de esos bazares de antigüedades: eran redondos, casi como los de Harry Potter, pero mucho más gruesos y oscuros, y tan pero tan grandes, que justo en ese momento yo era más lentes que cara.

"Bien..." —susurré —"Aquí vamos... ¡Modo Chilindrina/Sherlock on! ¡Modo Chilindrina/Sherlock on!"

Me deslicé unos pants capri a lo largo de las piernas y me puse un par de tenis deportivos.

Necesitaba hacerles el nudo ciego más fuerte que hubiera hecho jamás.

"Bien Helena. Tú sabes cómo hacer esto" —tomé los dos extremos de las agujetas y comencé a enredarlas la una con la otra.

Tenía que ser un nudo fuerte.

Tenía que resistir.

Tenía que conservar su tensión de aquí hasta que estuviera de regreso.

Pero sobretodo: tenía que asegurar perfectamente mis pies, porque ahí a donde iba no era un buen lugar.

No...

Ahí a donde me dirigía era el tipo de lugar en el que sí las cosas no te salen como quieres, terminas corriendo. Y más te vale correr rápido porque si fallas... seguramente te van a encontrar mañana pero dentro de una bolsa de basura y en partes.

Miré el reloj de mi mesita de noche... eran las 10:00 am.

Sí más cosas salían bien, debería estar de regreso a la hora de la cena, a lo mucho... con suerte un poco antes.

El día en que mi reloj retrocedió  [Completa✔️✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora