59. Herejía

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"El tiempo no siempre le sonríe al gato. Su relación es extraña, por qué para existir necesita devorarlo.

Normalmente el gato se come momentos aleatorios de la historia, nadie lo nota nunca, porque es como si jamás hubieran estado ahí para empezar, así que no le faltan a nadie, y a los que pudieran faltarles, seguramente también habrán sido borrados, condenados a existir únicamente cuando el gato se acuerde de ellos...

Y ojalá la relación terminara ahí.

Pero al tiempo le gusta vengarse, con esas otras veces...

Cuando alguno de los seres más amados del gato simplemente se desploma a su lado y cae muerto.

¿A cuál de esos a los que solías llamar tus amigos mataste primero, Candiani?

Y si elegiste salvarlo, ¿A quien te comiste en su lugar para que siguiera respirando?

Son ese tipo de dudas las que a veces me mantienen despierto."

—Lyoshevko Lacroix




No me gusta el frío.

Mojarme.

Sentir que mis huesos crujen.

Y que mi sangre se espesa tanto que comienza a circular a una velocidad cada vez más y más lenta.

Los mecanismos supervivencia en situaciones de vida o muerte, pueden ser llegar a ser una cosa cruel...

Cuando la temperatura baja tanto, que comienza a provocar que tu cuerpo no funcione como debe, tu sistema nervioso manda la orden de sacrificar todo lo que no considere vital para que tu corazón siga palpitando y da pie a que comience ese doloroso proceso en el que te va amputando uno a uno los dedos de tus manos, tus orejas, la punta blanda de tu nariz, tus pies, y si lo considera necesario; no duda en deshacérsete de tus cuatro extremidades completas.

Porque lo más importante es que sobrevivas, cómo y en qué condiciones lo hagas, es algo qué pasa por completo a segundo plano.

Claro que, por amputar no me refiero a que se desprenden de pronto como sucede con las extremidades de las lagartijas, ni a que una guillotina gigante aparece frente a ti de pronto y comienza a rebanarte como si fueras un simple trozo de jamón... en realidad, es un método un poco más ortodoxo, más lento y mucho más metódico, pero no te atrevas a poner en duda su efectividad: Simplemente tu corazón deja de bombear sangre a esos sitios, y eso hace que su tejido se vaya muriendo poco a poco... hasta que llega un punto en que se parecen mucho más a un pedazo de cartón viejo que a cualquier cosa que alguna vez haya tenido vida.

Creo que si has llegado hasta este punto de mi historia, ya debes saber perfectamente que los que tenemos maná de naturaleza fría, le tememos al frío por sobre todas las cosas, porque resulta que eso que somos, tiene también el poder de destruirnos. Lo mismo pasa con los que tienen maná de naturaleza caliente, le temen al fuego, a las llamas, al calor. Y es por esa razón que tendemos a buscar un equilibrio: A un ser de maná opuesto que nos ayude a regularnos.

La atracción física como los seres humanos la conocen, no existe para nosotros.

Nos regimos principalmente por el maná.

El día en que mi reloj retrocedió  [Completa✔️✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora