65. EL día en que mi reloj retrocedió

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"Ah. Al parecer soy el único gato que ha despertado, y tú; tú eres el último Cuervo que queda... Mírame a los ojos y contesta; ¿Qué clase de juego tan más enfermo es este? ¿Y qué fichas representamos?"

—Helena Candiani

"Veamos... ¿La pregunta es que; qué tengo que decir yo de todo esto?" —se escucha la dulce voz de Marina Silva. Lleva puesto un micrófono de diadema y... está en medio de una rueda de prensa —"Hmm... No sé si esa sea la pregunta que de verdad importa aquí o sí la respuesta vale algo, pero la voy a responder si eso es lo que quieren"

Un montón de flashes de cámaras iluminan al instante su bonita cara, su piel pálida y sus mejillas naturalmente sonrosadas; como si hubiera nacido con todo y blush incluido.

Llevo las manos a mis mejillas.

Y las comparo inconscientemente dentro de mi cabeza.

Después me odio por hacerlo.

Ella se humecta los labios con lentitud antes de hablar:

"Pues obviamente estoy súper decepcionada..." —comienza—"De México, de los supuestos héroes sociales" —simula hacer un par de comillas con el índice y el medio en forma de conejito —"Que... terminan siendo más verdugos que otra cosa, de las generaciones más chicas ufff mejor no empiezo por ahí porque sino no acabo nunca... —Suenan un montón de risas aprobatorias ante el comentario —"Peroooo sobre todo; de lo que son capaces de hacer algunas personas sólo por obtener sus cinco minutos de fama. Porque ella; Helena Candiani, eso era lo que quería... Así que toma Helena. Gózalo y ojalá te dure y lo disfrutes"

Damasco está a su lado: lleva puesta una gorra, unas gafas de Sol deportivas, polarizadas, y una sudadera de cuello mao que le tapa hasta la mitad del rostro; todo en colores obscuros: negro, gris y azul marino.

Lo único en blanco es la suela de sus tenis, que se nota aún más por culpa de esos joggers holgados que le abrazan el tobillo.

Sus brazos están cruzados sobre sí mismo, con la sudadera remangada a mitad de ellos, dejando ver su inconfundible piel de bronce.

Un i-watch en negro mate, abrazándole la muñeca.

Y cada músculo de su cuerpo se ve tenso, pesado, inmóvil, como si estuviera hecho de piedra... Eso es mi culpa y lo sé.
Todos los saben y él también.

"Pero pues bueno..." —continúa ella —"A pesar de todo el hate que hemos recibido, estoy parada aquí frente a ustedes para pedirles que antes de seguirle tirando mil piedras al chico más increíble que he conocido en la vida, se pongan a pensar por culpa de qué o de quien lo hacen..." —se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja —"No sé mucho de Helena Candiani, y la verdad ni me interesa. Es más, de seguro ustedes saben mucho más de ella que Damasco y yo... pero a a él sí lo conozco tanto o más que a la palma de mi mano" —levanta su mano derecha y la pone frente a las cámaras; con el anillo de compromiso resplandeciendéole en sitio, el tamaño de la joya hace que toda ella se vea más delicada—"Y puedo decirles con toda seguridad que si en este mundo tan confuso y cruel, de verdad existen las almas gemelas; la mía es él y yo soy la suya"

Un montón de aplausos se hacen oír, y aún más flashes de cámaras la iluminan.

Incluso tengo que apartar un poco la mirada porque su intensidad, me lastima...

Eso nunca me había pasado antes.

Tal vez se debe a esta nueva sensibilidad, que se agudiza día con día.

El día en que mi reloj retrocedió  [Completa✔️✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora