Sentado en unos de los sillones de la zona Vip, Salvatore observaba a su hermana bailar, mientras Mariel a su lado trataba de captar su atención, él sabía que la joven quería algo más que una amistad con él. Era una mujer hermosa, de finos rasgo y cuerpo escultural. Pero a pesar de todo eso, no sentía la más mínima atracción hacia ella.
No es que la estuviera pasando tan mal, pero tampoco estaba disfrutando de todo aquello. Había llegado la hora de regresar a casa dedujo, era plena madrugada.
-No me quiero ir, aún es temprano-protesto Alicha.
Salvatore calló sus protestas con una sola mirada.
Cuando llego a media madrugada, ayudó a su hermana a subir a su habitación. Dejo a Mariel en una de las habitaciones de invitados y luego se dirigió a su habitación. No estaba borracho, no había tomado ni una sola gota de alcohol. Solo se había limitado a bailar con Mariel y a vigilar a su hermana, la cual se había pasado de copas. Ya le regañaría luego.
Antes de que pudiera entrar a su habitación. Un empleado captó su atención. Era el chófer y parecía nervioso y disgustado, dedujo por la expresión de este.
-Señor, que bueno que llega- el hombre hablo casi con alivio-Hemos tratado de contactar con usted-le comunico.
-¿Sucede algo?- pregunto, extrañado, debido a que aquello no era usual, aquella hora todo el personal solía estar durmiendo.
-Es su esposa.
Que había hecho, pensó él disgustado.
-Continúe.
-No está muy bien, no ha comido nada desde el almuerzo y no tiene buen aspecto. Le comunique a su señora madre que era necesario llamar un doctor, una.
-¿Ya está bien?-pregunto, pero no le permitió dar una repuesta continuo hablando para si mismo-Entonces el doctor ya la revisó.
-No.
-¿No?- grito.
El empleado se quedó mudo, nunca había escuchado a su jefe elevar la voz hasta ese punto.
-Su madre dijo que no era necesario, que solo eran malestares por el embarazo. Pero ella no se ve muy bien.
-¡Dios! Llamé al doctor de inmediato- medio grito, dejando de lado su enfado inicial.
Salió corriendo hacia la habitación de su esposa. Porque diablos le habían asignado una habitación tan lejos de la de él, estaba en el ala Oeste de la casa. La verdad era que no había tenido en cuenta eso, ni siquiera lo había notado, estaba tan molesto por su engaño que aunque estaba casado había fingido no estarlo en su mente, había dejado de lado su esposa.
Él sabía que ella no se veía muy bien cuando la dejo, pero había pensado que se le había pasado. Tenía que estar más pendiente de ella. Su familia no era de gran ayuda a lo visto, pensó molesto.
¡Dios! Mientras él estaba de fiesta, ella había estado allí sola y enferma. Aquello toco su lado sensible. Maldijo por lo bajo, se sentía fatal.
Cuando entro a la habitación no la encontró en la cama, como había esperado, se alarmó al solo ver la sábana de la cama revueltas.
La escuchó en el baño y fue rápidamente junto a ella.
Lo que vio no le gustó nada, estaba aún más pálida y las ojeras se habían pronunciado más. Sintió pena por ella.
Le ayudó a incorporarse cuando terminó, le dio el cepillo de dientes y ella lo tomo sin decir nada.
No se atrevía a soltarla, por miedo a que se fuera a caer, vio el reflejo de ambos en el espejo, ella se veía tan débil, derrotada. Aquello no le gusto ni un poco.
ESTÁS LEYENDO
Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)
RomanceAquel magnate se había casado con ella por el bebé. No la amaba y ella lo sabía, la única razón de la boda era por el bien de la criatura que venía en caminó. Pero entonces una gran tragedia paso, una desgracia que amenazaba con arroparlos como una...