14:Confesión.

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Salvatore vio a su esposa, y la miró con amor, aún sin saber que eso era lo que proyectaba su mirada.

Ella lo miró de repente y su corazón salto al ver la forma cariñosa en la cual le miraba. Después de que ella enfermera el parecía más amable, ya no le miraba con reproche u odio.

El avión aterrizó en suelo americano, Alessandro le había invitado a su fiesta, le había confesado que le iba a proponer matrimonio a Olivia. Se alegraba por ambos sabía todo lo que habían tenido que pasar.

Mariza estaba feliz iba a ver a Olivia y a los niños. También se alegraba de ver a Alessandro había sido un buen jefe.

Salvatore le ayudó a salir del auto. Tomados de la mano entraron al hotel. Hicieron una breve parada en recepción, para recoger la tarjeta de acceso a la habitación.

Salvatore abrió la puerta y se hizo a un lado para que ella pasará.

Mientras Mariza miraba a su alrededor, El tomo las maletas, el botones se fue contento con la propina obtenida.

-¿Cómo te sientes?

- Estoy bien- contesto.

-¿Segura? Fue un viaje largo- agrego dudoso.

-Muy segura, después de un mes viviendo en Santa Marinella ella estaba como nueva, no sabía cuándo iban a regresar a Roma pero por si ella fuera nunca lo harían.

Él suspiro aliviado.

-Bien, llevare esto a la habitación.

-Bien ¿podríamos salir un rato?

Él hubiera preferido que ella descansará pero, parecía animada. No podía negarse.

-Me parece buena idea ¿A dónde quieres ir?

- Me gustaría caminar un poco.

Pasaron la tardé visitando varios lugares, desde restaurantes hasta tienda de ropa.

Salvatore le había insistido en que comprara ropa, pues la que tenía ya no le quedaba del todo, y tenía cinco meses de embarazo.

Regresaron en la noche al hotel, ella estaba cansada pero llena de regocijo y felicidad.

-Estoy exhausta- murmuro, para luego bosteza.

-No debí permitir que caminaras tanto -se reprochó.

-No digas eso, la pase de maravilla.

Sobre todo al tenerte a mi lado, pensó. Pero no lo dijo en voz alta. Si bien estaban mejorando su matrimonio aún era pronto para cantar victoria y aún faltaba lo peor la familia de Salvatore.

-Ve a tomar un baño, luego te daré un masaje y cenaremos en la cama. Tienes que descansar, cariño.

Ella asintió complacida, aun le sorprendía como la trataba el, no se parecía en nada al viejo Salvatore. En momentos como esos, ella se permitía creer que él quizás sentía un poco de cariño por ella, algo más allá del sexo y la pasión.

En cuanto llegó a la habitación se quitó toda la ropa y el depósito en el canasto de la ropa sucia. Miro su reflejo en el espejo y a pesar de su estado, se encontró sensual. Y para confirmar su sospecha Salvatore entro justo en aquel momento a la habitación, dejo la bolsa con brusquedad en el suelo y caminó a grandes pasos hacia ella.

Lo vio tragar saliva y sonrió para sí, él la deseaba.

-Estoy en desventajas- solo atinó a decir, antes de besarla.

Se separó un poco de ella y la recorrió con su mirada, poso la vista en su vientre, y la acaricio con cariño y delicadeza.

Salvatore se estremeció como nunca, al pensar lo maravilloso que era que su hijo estuviera allí.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora