17:Perdidas.

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Salvatore despertó tarde aquel día, en cuanto abrió los ojos, el dolor de cabeza se tornó insoportable.

Miro a su alrededor y lo primero que noto era que aquella no era su habitación.

¿Dónde estaba su esposa? Se preguntó.

No recordaba con claridad cómo había llegado hasta allí, lo último que recordaba era que había estado tomando en el salón.

De pronto sin importarle el dolor de cabeza que tenía, salió de la cama a toda prisa.

-Mariza.

Empezó a llamarle y al no tener repuesta su corazón salto del susto. ¿Qué iba hacer si ella le había dejado?

La busco por todos lados, pero no había rastro de ella.

Derrotado se dejó caer en el mueble. Ella se había ido. Todo era su culpa, por no confiar en ella, por no valorarla.

Le había llamado al celular pero este estaba fuera de servicio.

Se sentía derrotado. El mismo dolor que le embargo cuando su padre murió, volvió a embargarlo. Aunque no lloro, solo había que ver su semblante para ver el dolor que estaba sintiendo.

Salvatore estaba paralizado, sentado en el sofá con la mirada perdida. El sonido del teléfono lo volvió a la realidad. Lo tomo de inmediato con la esperanza que fuera su esposa.

Pero lo que escucho lo dejo paralizado. Aquello no podía estar pasando pensó. Tenía que ser una broma, no podía ser cierto.

Pero Alessandro no era capaz de bromear con algo así.

Lisandro no podía estar muerto, se negaba a creer aquello. Este solo era seis años mayor que él, pero a la muerte de su padre, su gran amigo Lisandro había sido casi como un padre, le había enseñado tantas cosas.

Lisandro era un magnate griego, uno de lo más letales que se podía conocer, el hombre era toda una leyenda.

No solo Salvatore lloraba su muerte, el mundo lloraba su pedida, una joven estaba a punto de enterarse de aquella desgracia. Una mujer que se derrumbaría al enterarse de la muerte de Lisandro. Ajena a todo eso Zara Continuaba preparando su viaje de regreso a Grecia, tenía que hablar con Lisandro y darle la noticia que había ocultado por meses.

Salvatore sintió el dolor recorrer todo su cuerpo, solo había llorado por un hombre en su vida y ese había sido la pérdida de su padre. Había perdido uno de sus mejores amigos. Alessandro le había dado la noticia con pesar, pues sabia el aprecio que le tenía a su amigo.

Alessandro era un gran amigo al igual que Lisandro, habían contado con su amistad por años, pero a diferencia de Alessandro, Lisandro había sido más una figura paterna que un amigo, era curioso pero este se habían encargado de aconsejarle como un padre, además había estado pendiente de el al morir su padre, aunque claro Salvatore había guardado su dolor para sí mismo. Pero este había sido de gran apoyo.

Pero ahora estaba solo, había perdido a su esposa y a su amigo a la misma vez. Ningún hombre podría soportar tanto dolor y mantenerse en pie.

No sabía del paradero de su esposa y su amigo estaba muerto.

Mariza encontró a Salvatore en medio de la sala.

Al verlo se asustó por lo pálido que estaba. Dejo las bolsas en el suelo. Cuando susurró su nombre este levanto la vista y al ver aquellos ojos llenos de lágrimas supo que algo grave había pasado.

Mariza no puedo ser cruel, no puedo irse e ignorarlo. Al fin de cuenta había comprobado que aquel hombre tenía sentimientos, después de todo.

Lo abrazo con fuerza y se le partió el corazón al escucharlo llorar, nunca lo había visto tan sensible, nunca le había visto llorar. ¿Qué había pasado se preguntó? Ante sí tenía un hombre que no reconocía, nunca lo había visto tan indefenso.

Por otro lado Alessandro lamentó la noticia, su esposa Olivia noto la tristeza en sus ojos. Aquello era difícil de creer, Alessandro pensó en Salvatore este tenía que estar destrozado. Si bien los tres eran amigos, sabía que Salvatore y Lisandro era más cercanos, no obstante Lisandro había sido su amigo y su muerte le causaba dolor.

El mundo había perdido un gran hombre.

Por otro lado Mariza no soltó a Salvatore hasta que esté estuvo más sereno.

Salvatore miro a su esposa y pensó que tal vez estaba soñando.

-Volviste.

-Solo fui a comprar algo- dijo ella con suavidad.

-Pensé que me habías dejado, cuando no te encontré, pensé que te había ido, me sentir morir, Dios cara no sabes lo que sentí. Luego aquella llamada. Todo se volvió una pesadilla. Tú no estaba y Lisandro murió. No vuelvas a irte, no me dejes.

Cada palabra que salía de su boca era pronunciada con dolor.

Mariza no lo podía creer, había conocido a Lisandro, sabía lo unido que era Salvatore a este. Comprendía su dolor.

Mariza estaba realmente preocupada, él estaba muy pálido. Además había comprobado que en realidad le importaba, sus palabras le habían sorprendido, pero a la vez era una muestra de que de cierta forma él le quería.

Salvatore se alegraba de tenerla allí, pero al pensar en la muerte de Lisandro, el dolor no cesaba.

-Tomare una ducha- dijo tratando de mantener a flote. Veía la preocupación de Mariza por él, aquello no era bueno para ella.

-No te dejaré solo, entiendo tu dolor.

-Gracias, por no irte. No te preocupes por mí. Estoy mejor.

-Como no me voy a preocupar por ti.

-Cariño, lo único que necesito para seguir es a ti.

Después de eso Salvatore entro al baño. Cuando salió estaba más sereno, pero el dolor que estaba sintiendo se reflejaba en su rostro.

Mariza estaba en la habitación, lo observó cambiarse.

Parecía casi normal, era un hombre fuerte, pero ella podía ver en su rostro lo que estaba sintiendo.

Amaba a su amigo Lee, este era como un hermano para ella, de solo pensar que podía perderlo le producía un inmenso dolor, así que se hacía una idea de lo que él estaba sintiendo.

No olvidaba lo que esté le había hecho, pero era consciente de que esté estaba arrepentido. Además como le iba a dejar, él estaba pasando por un momento muy doloroso. Además no podía dejarlo, ya hablarían de su relación más adelante.

Tal vez aun había esperanza para su relación. Pero no iba a sacar conclusiones por adelantado, él estaba sensible y quizás aquello era lo que le hacía hablar.

No obstante había visto su mirada de alivio cuando la vio. Y aun recordaba sus palabras, me sentir morir, había sonado tan sincero, y tan lleno de dolor.

No quería pensar en que él realmente le amaba, no quería ilusionarse, si se hacía a la idea de que él la amaba y luego resultaba no ser cierto, sería un duro golpe.

Se mantendría con él por un tiempo, luego vería que hacer, dependiendo como fuera todo.

Salvatore miro su esposa, al menos ella estaba allí, no hubiera podido soportar perderla, la amaba tanto. Que tonto había sido al no reconocer sus sentimientos.

Suspiro de tristeza, tendría que viajar a Grecia. Aun no se hacía a la idea de que Lisandro estaba muerto.

Era algo difícil de creer y aceptar. Aquel hombre tan seguro, fuerte y valiente. Ya no estaba. Su gran amigo. Cuan dolorosa era su pérdida.

Gracias por la espera, como les dije no tengo día fijo para publicar, de hecho no estado bien de salud, y aunque estoy mejorando no puedo usar mucho la laptop, y dispositivos similares. 

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora