22: Sin esperanza.

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Salvatore miró a los presentes y sintió una opreción en el pecho. Su propia familia le había traicionado. Él que había dejado de lado sus sueños, para dedicarse en cuerpo y arma al negocio familiar para seguir dándole la vida de lujo a la que estaban acostumbrados.

Sonrío sin gracia.

Hecho una fiera y herido por la traición  de su propia familia Salvatore  salió de aquel lugar con la intención de ir por su esposa y nunca más volver.

Subió la escalera casi corriendo, la  iba a sacar  de allí, la llevaría  a un hotel, y al día siguiente  la iba a llevar a cualquiera de sus propiedades, mientras hacía los trámites  para  su nueva casa. Solo necesitaba hacer los trámites necesarios e inmediatamente la casa sería suya, o más bien de su esposa. Se había tardado pero había querido encontrar un lugar igual o similar al que ella le había descrito una noche mientras descansaban juntos.

Al entrar a la habitación, por segunda vez en aquel día, se sintió desfallecer.

Ella no estaba allí, había ropa esparcida en el piso. Al parecer había hecho la maleta con apuro.

No entendía porque. ¿Por qué  se había ido? ¿Qué había sucedido?

Ella se había ido. Pero  no podía estar lejos, quizás si conducía rápido pudiera encontrarla.

Lo más probable  era que su hermana tuviera  algo que ver, quizás  había hecho  o dicho algo. Pues entre ellos no había sucedido nada. No habían discutido, de hecho la noche anterior habían estado tan felices.

Decidido  salió  de casa, le iba  a buscar y a explicar todo.  También  tenía  algunas preguntas  que hacerle sobre su familia.  Quería saber todo lo que le habían hecho. Ya se encargaría él de hacerle pagar. Y en cuanto a ella, tenía tanto que recompensarle. A pesar de todo ella le había perdonado, le había dado una segunda oportunidad.

Llamo a Gino, pero este no contesto lo cual le pareció extraño. No podía perder tiempo, salió de prisa.

Al llegar a la puerta de salida se topo con su madre la cuál lo miró sin ccomprender,al verlo correr.

No sé detuvo, no tenía que dar explicaciones.

Justo acababa de entrar al auto cuando, su celular sonó. Con la esperanza de que fuera ella  tomo la llamada.

Conocía aquella voz pero no era la de su esposa. Pero al menos eran buenas noticias.

Gino a verla salir llorando y con maleta en mano, le había seguido con discreción, aquello le había resultado extraño. Él había dedicado todo su tiempo libre a investigar lo sucedido y desenmascarar a Alicha, para que ambos pudieran ser felices y Salvatore se diera cuenta de la clase de personas que era su hermana.

Condujo  con cuidado, horas después  llegó  a casa de los padre  de Mariza.  Al salir del auto, vio a Gino. Él cuál le hizo señas para que entrara.

Mariza había llegado hace rato, pero no había podido decir una sola palabra, desde entonces había tratado de contener el llanto, durante todo el trayecto se  había sentido mal, la cabeza le dolía y los mareos no cesaban y sentía una opresión en el pecho que le dificultaba respirar.

Estaba acostada, pero no podía descansar.

Salvatore toco la puerta pero nadie  abrió.

-Permítame jefe- dijo Gino tomando su lugar.

Lo vio sacar un extraño artefacto y en poco segundo la puerta estuvo abierta.

Salvatore lo miró con una ceja arqueada.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora