5: Visita

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Despertó a muy tempranas horas de la mañana. Un traje hecho a su medida le esperaba.

Con aquel traje oscuro, se veía más feroz, era un hombre encantador cundo quería, no obstantes algunos ya habían conocido su lado despiadado.

Salvatore salió temprano a la empresa. Tenían problemas y él no podía darse el lujo de perder todo lo que poseía. Aunque era imposible que perdiera todo, pues era un hombre con los pies en la tierra.

Tenía que mantener su familia, aunque su hermana Yasha se había casado con un hombre de buena posición y no necesitaba de él, pero aún estaba su madre, su hermano y hermana menor que dependían de él.

Además la empresa había pasado de generación en generación y todos los miembros de la familia le habían administrado con buena cabeza.

Tenía un gran peso sobre sus hombros. A veces se sentía presionado, tal vez porque había sido muy joven cuando asumió la presidencia. No había disfrutado como otros jóvenes habían hecho. No había tenido tiempo para eso.

Pero una vez, que se había acostumbrado a aquel cambio tan repentino, aprendió a divertirse a su manera.

Las mujeres siempre habían sido una grata diversión, eso cuando no se ponían pesadas. Él siempre dejaba en claro la clase de relación que quería. Nada de ataduras, romance o escenas melodramáticas. Una mujer celosa era un dolor de cabeza.

Cada mujer que pasaba por su cama sabía que tenía los días contados, nunca duraba más de un mes con una mujer, pues sabía que si lo hacía esta se pondría pesada e iniciarían a presionarle para que formalizara dicha relación. Su regla de oro era un mes y de despedida un costoso regaló. Era muy generoso. Cada mujer que había paso por su cama lo habían hecho con un propósito principal, algunas por el sexo, otras por su dinero, algunas habían sido tan ingenuas en pensar que lo atraparían en matrimonio. No importaba cual fuese el motivo, él había sabido manejar la situación.

Todo había marchado, en orden. Hasta que la conoció.

Había asistido aquella cena en casa de su amigo Alessandro, le había visto allí por primera vez y desde ese momento aquella mujer se metió en cabeza. Había hecho todo lo posible para tenerla a su alcance.

Aquella bella mujer, lo había vuelto loco. Había intentado con todas sus fuerzas no pasar la línea que había fijado con las mujeres, pero al fin de cuenta era humano.

Un mes más tarde aquella preciosura estaba en su cama. Con ella no había podido ser frío y distante. Ella había sido demasiado alegre y extrovertida.

Nunca había formalizado la relación, pero la había llevado a su casa, presentándola ante su familia. Siempre le llevaba a los eventos que asistía y a los viajes que tenía que realizar.

Había mandado al diablo sus reglas y lo había pagado caro.

Escucho toques en su puerta y sus pensamientos se esfumaron.

-Pase.

-Señor, todo está listo para la reunión.

-Gracias, Beatrice .

Su actual asistente se retiró dejándolo solo.

Era una mujer muy eficiente y estaba contento con el trabajo que realizaba. Antes de contratarla se había asegurado de que fuera casada.

Había tomado la decisión, después de lo sucedido su antigua asistente. No quería arriesgarse nunca más, aunque ya estaba casado. No quería un escándalo.

Cuando entro a la sala de juntas, todos se pusieron en pie para darle la bienvenida.

La reunión no duró más de veinte minutos. Era un hombre de negocios letal, exigió respuesta y ordenó resultados favorables o algunas cabezas rodarían. Así dio por terminada la reunión, no en vano era considerado una leyenda en el círculo financiero.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora