11: Lejos de casa.

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Estaba feliz, iba a salir de aquella casa, lejos de su suegra y su odiosa cuñada.

Su relación con Salvatore parecía ir tomando caminos diferentes, él estaba más accesible y existía la posibilidad de que su relación volviera hacer lo que un día había sido o al menos algo parecido. Y si eso sucedía entonces existía la posibilidad de que su matrimonio funcionará. No obstante no sé hacia muchas ilusiones, recién había descubierto una faceta de Salvatore la cual había desconocido, hasta entonces. El hombre cambiaba de humor tanto como un niño pequeño.

Tomo una ducha y se colocó algo cómodo para dormir, no tenía pensado bajar a cenar, tomaría la cena en su habitación, asique no se molestó en cambiarse. Justo había terminado de peinarse cuando escucho golpes en la puerta.

Se colocó una bata de baño y solo entonces abrió la puerta.

-¿Por qué tardaste tanto? En fin, veo que estas mejor, te parece si bajamos a cenar juntos-le ofreció el.

-Había pensado cenar aquí, no tengo ropa para presentarme a cenal el salón y en verdad no deseo cambiarme- dijo con sinceridad.

-Pues en ese caso podemos cenar aquí.

-Salvatore, seguro tu familia te espera.

-Avisare que no bajare- dijo restándole importancia.

Para su sorpresa no solo cena con ella sino que le llevo un pequeño regalo, él sabía que aquello eran sus bombones favoritos.

Ella propuso ver una película, tal como solía hacer antes, él estuvo de acuerdo. Ella se durmió tarde de la noche y el aprovecho para apagar todo y acomodarse en un sofá.

Aquella noche Mariza durmió bien, sin que ella lo supiera Salvatore había pasado la noche en un sofá nada cómodo al lado de su cama Le preocupaba que ella volviera a enfermar como aquélla noche en la que el chofer le había comunicado su estado.

Mariza despertó temprano miro a su alrededor confundida, quizás solo había sido un sueño. Había jurado ver a Salvatore durante la madrugada sosteniendo su mano. Incluso había escuchado sus suaves palabras diciendo No te asustes, cariño. Estoy aquí para cuidarte.

Pero solo había sido un sueño.

Mientras, tarareaba una canción, no podía evitar sentirse feliz, su esposo había sonreído y le había mirado con afecto.
Aquella eran buenas señales. Tal vez aquel viaje le ayudase a mejorar su relación, pues estando lejos de su familia no había quien le metiera y cizañas y le hablara mentiras sobre ella.

Salvatore le encargó a una empleada que organizará su maleta. Salió dejando a la mujer allí organizando lo que le había encomendado.

Encontró a Gino en la cocina y le hizo señas para que lo siguiera a su despacho. Una vez allí tomo asiento y Gino hizo lo mismo.

-¿Qué pasa? - dijo inmediatamente Gino.

-No es nada hombre, baja la guardia. Estaré fuera algunos días con mi esposa.

-Me parece bien. No le vendría mal un poco de tranquilidad.

- ¿A qué te refieres exactamente?-dijo al notar cierto reproche en su voz.

-Sabes tanto como yo, que tú familia no soporta la joven.

-Lo sé, incluso yo no podía ni verla, pero eso quedo atrás. He hablado claramente con ellos, sobre eso. Saben que deben respetarla y no molestarla. Al fin de cuentas es mi esposa y está embarazada. He dejado claro que no aceptaré falta de respeto y mentiras en su contra.

Aquello lo dijo al pensar en que ella no le había engañado al decirle que había ido a visitar a sus padres. Efectivamente así había sido. Él lo había confirmado y se había sentido mal por no creerle.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora