2: Mentiras.

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 Mariza estaba acostada pensando en cuanto había cambiado él, después de enterarse del embarazo, pero aquello no había empezado allí si no mucho antes cuando este le había sacado de su vida como si nada. La trataba con una indiferencia que dolía ¿Cómo había podido cambiar tanto? Ella sabía la repuesta, él solo le había deseado a diferencia de ella que se había enamorado por completo de aquel hombre. 

Escucho toques en su puerta y se levantó de la cama, al abrir la puerta vio la hermana menor de Salvatore. Era una chiquilla inmadura y malvada y la más consentida de la casa por ser el miembro más joven de la familia. Tenía deseos te golpearla para quitarle.

Era una chica guapa, como lo demás en su familia, pero era impulsiva y malévola.

Lee le había contado lo que se había atrevido hacer. Él había tenido que sacarle de su departamento casi desnuda. Se le había metido en la cabeza que él sería su novio. Algo absurdo pues Lee tenía novia y era un hombre muy mayor para una chiquilla como aquella. Lee era el vicepresidente de una gran empresa, lo cual le permitía vivir cómodamente. ¿Qué diría Salvatore si se enteraba de lo que había hecho su hermana menor? ¿Qué pensaría tan distinguida familia? Lo más probable era que no le creyeran, al fin de cuentas ella no era nadie para aquella familia.

-¿Qué quieres?- habló con indiferencia. De toda la familia, aquella chica era a quien menos soportaba.

Había conocido la familia de Salvatore oficialmente en una cena realiza por él, por eso ella ingenuamente había pensado que él la amaba. Tonta de ella, había interpretado mal las cosas. Se había hecho falsas expectativas y al final había terminado con el corazón destrozado.

-No creas, que porque te casaste con mi hermano eres una de nosotros, sigues siendo una don nadie. Solo estás aquí por el niño- dijo la chiquilla, mirándola como si ella no fuese nada.

-Sí ya terminaste de hablar estupideces te puedes ir- aquello no le hizo gracias a la joven la cual la miró con desprecio. Su intención era molestar a Mariza.

Con tan solo 18 años Alicha Salvatore era una joven manipuladora y llena de malicia.

-Aun no termino, ¿Sabes con quién está mi hermano en estos momentos?

-No me importa.

- Igual te lo diré, está con Mariel, descuida ella hará un buen trabajo por ti-dijo con veneno y gran satisfacción al ver el rostro de su cuñada.

Aquella mujer no merecía estar en la familia, era una vulgar pobretona. Además ella había hecho un trato con Mariel, ella se encargaría de separar aquella mujer de su hermano y Mariel le enseñaría a deducir un hombre. Lee, era el hombre que quería y lo tendría. Odiaba tanto a Mariza porque ella estaba muy unida a Lee y de no haber sido por el embarazo, su hermano jamás hubiera vuelto con ella después de lo que le había contado. Tenía que sacarla de allí, sobre todo porque no quería que aquella mujer le contara a su hermano lo que había hecho en el apartamento de Lee.

Mariza cerró la puerta de golpe. Aquella pequeña bruja, era solo una niña rica mimada.

Del otro lado de la puerta, la joven sonreía con satisfacción había logrado su objetivo. Con una sonrisa de satisfacción de retiró a su habitación.

Mariel era una vieja amiga muy querida por la familia y el mismo Salvatore le había dicho que su familia esperaba que se casará con ella algún día.

La mujer era hermosa, elegante y con finos modales. Pero aquello no era todo, si no que era hija única de un magnate hotelero, muy amigo de los Lombardi.

Sus palabras aunque no quería le habían herido, se había enamorado de su esposo y aunque no quería sentirse mal, aquella chiquilla le había hecho sentirse deprimida.

Alejo aquéllos pensamientos de su cabeza y los comentarios dañinos de Alicha. El doctor ya le había advertido que no podía alterarse. Aquello hacia que su presión se disparará y podría causarle hasta la muerte.

Asique por su bien y el del bebé tenía que calmarse.

Estaba medio dormida cuando el sonido de su celular la despertó.

-Hola, cariño- le saludo su amigo del otro lado del teléfono.

- ¡Lee! Que bueno escucharte. ¿Cómo estás?

Un sentimiento de alegría le invadió, poder conversar con alguien quién le quería y se preocupaba por ella, era gratificante.

-Estoy bien, pero estoy preocupado por ti.

- Todo está bien, ya hablamos sobre eso.

-Lo sé, pero es que te veías muy nerviosa hoy- dijo Lee, el cual sospechaba que algo andaba mal.

-Pues era mi boda, lo normal sería que estuviera nerviosa.

-Lo sé, pero sé que hay algo más. Soy tu amigo y sabes que puedes confiar en mí. Siempre tendrás mi apoyo- dijo, sabía que su querida amiga no tenía recursos y sus padres eran gente muy humilde. Adoraba aquella joven, era una gran amiga. Sabía que Salvatore no era un santo, había tenido sus dudas, y aún la tenía. Aquel hombre tenía una reputación bien marcada.

-Gracias, eres el mejor. Te quiero.

- Y yo a ti pequeña, cuídate mucho y cuida ese pequeño. Dile que el tío Lee le manda saludos.

Ella río por su ocurrencia.

-Aún está muy pequeño, pero le daré tus saludos.

-Bien, llamare en otro momento, imagino que tú esposo se estará preguntando ¿Qué hace su esposa hablando por el teléfono en su noches de boda? Hasta pronto, cariño, cuídate y cualquier cosa que necesites no dudes en llamar.

Si él supiera que su esposo estaba tan lejos de ella tanto como podía. Además él ya tenía compañía. Lo imagino en brazos de aquella mujer, dando rienda suelta a su pasión. Su corazón se encogió y lo maldijo.

Salvatore estaba en su habitación, furioso. Mientras caminaba de un lado a otro, medito en que había pensado mudarse con ella en la casa que estaba en el centro de la ciudad, era una casa de tamaño mediano y era suya. Por un momento realmente había pensado trasladarse allí con ella, pero lo mejor era continuar viviendo en la mansión. Pues allí ella estaría más vigilada. No sabía si su romance con aquel tipo había terminado, pero no iba a dejarla sola para que hiciera lo que quisiera.

No podía arriesgarse, ya sabía de lo que era capaz. Durante meses completos ella había movido bien sus piezas para mantenerlo engañado.

Pero eso había terminado.

Apretó los puños y maldijo por lo bajo, al pensar en cuanto se había reído ella con su amante a costa suya.

Desde aquel día en adelante ella sería tratada como merecía. Solo velaría por el bien del bebé y su madre. Sería tratada con respecto más no obtendría su amor.

Pensó en aquella palabra amor, el no sentía amor por ella, seo quizás pero no amor.

Él había empezado a quererla, el hecho de que había estado con ella durante meses sin tener más mujeres decía mucho. Pero la venda de sus ojos había caído. Ante sus ojos ella no era aquella joven inocente que él había creído que era. Falsa, todo había sido una gran falsa.

Le había engañado con un tonto, pero aquello no volvería a suceder.

Sabía con qué clase de mujer estaba tratando, no le volvería a engañar.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora