Salvatore se quedo pasmado. La miro una y otra vez. Al fin la había encontrado.
- ¡Dios santo! al fin te encontré. ¡Estas bien! - exclamo lo último en un susurro apenas Audible. Sintió el alivio recorrer todo su cuerpo.
Empezó a caminar hacia ella, pero se detuvo y dio algunos pasos hacia atrás vio el miedo en sus ojos.
- ¿Me tienes miedo? - pregunto dolido. No sabía porque le miraba con temor.
Ella no podía hablar. Jamás pensó que él le buscaría, al fin de cuentas todo había terminado entre ellos.
-Jamás te haría daño- hablo con suavidad y la miro con ternura.
- ¿Cómo me encontraste? - pregunto ella, no entendía como lo había hecho.
-Te empecé a buscar desde el mismo momento en que desapareciste. ¿En qué estabas pensando al irte así? ¿por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste? -pregunto de pronto con rabia, sin poder contener su ira. Solo Dios sabía todo lo que había pasado sin saber de ella. Se obligo a calmase lo último que quería era alterarla más de lo que estaba notablemente.
- Hice lo correcto, no podía quedarme. Y no volveré. Puedes irte- declaró firme.
-He estado a punto de volverme loco sin saber de ti. No sabía si estaba bien o no. Me he estado torturando y lo único que dices que me valla- gritó alterado mandado al diablo toda su calma y sus deseos de no alterarla.
Mariza no sabía que decir.
- No mientas, yo nunca te importe- le acuso.
- Porque tendría que mentir, eres mi mujer, eres lo que más amo en este mundo. Perdimos a nuestro hijo y sé que es difícil. ¿Crees que no me dolió perderlo? ¿Crees que no llore su muerte?
-No parecías afectado- dijo, sin querer creer lo que él le decía.
-Oculte mis sentimientos, porque tú eras mi prioridad, uno de los dos tenía que mantenerse en pie. Pero cuando te fuiste, todo se derrumbó.
Aquellas palabras si que le tocaron el corazón. Le había acusado de no querer el bebé, pero en realidad él si había amando a su hijo, a ella no. Pero recordaba la emoción y la ilusión que había demostrado al enterarse de que pronto vería a su hijo y sabría su sexo. Él no se había portado como alguien que odiaba o no quería un hijo. Había estado tan ciega de dolor y destrozada por su traición que no se había detenido a pensar en los sentimientos de el.
-Lo siento. Me comporte como una egoísta- susurro.
-No cariño, estabas sufriendo- dijo él con pena, al ver la tristeza que expresaba su mirada- Yo hubiera dado incluso mi vida por evitarte ese dolor. Hubiera dado lo que fuera por tener a nuestro bebé. Tu eres mi mundo, eres lo que más amo en este mundo- declaró, con seriedad.
-No caeré en tus mentiras- dijo no estaba dispuesta a caer como una idiota ante sus palabras. Te vi aquel día en tu despacho, escuché como tú hermana te mostraba las pruebas de mi supuesta infidelidad, aún tengo clavada en mi mente tu mirada de odio. Sabía que no me creería a mi, sabía que tenía que irme, no estaba dispuesta permitir que me quitarán mi hijo, y al fin como quiera lo perdí- tuvo que aguantar un sollozo, no podía derrumbarse delante de él.
Era difícil pero no solo había perdido a su bebe, había perdido a su esposo y sus ilusiones se habían visto destrozadas.
Salvatore empezó a comprender.
Mariza lo vio ponerse más pálido, como si fuera posible.
-Si te hubieras quedado, te abrías dado cuenta que en ningún momento creí las mentiras de Alicha, si hubieras escuchado cuando le dije cuánto la despreciaba por lo que nos había hecho. Me deje manipular una vez, pero no una segunda. Yo sabía que tú jamás me engañaría, y yo jamás dudaría de ti, después de todo lo que pasamos y jamás te hubieras alejado de nuestro bebé. En ningún momento te ví allí, apenas me entero de que escuchaste aquella desagradable conversación.
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Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)
RomanceAquel magnate se había casado con ella por el bebé. No la amaba y ella lo sabía, la única razón de la boda era por el bien de la criatura que venía en caminó. Pero entonces una gran tragedia paso, una desgracia que amenazaba con arroparlos como una...