12:Deseo y Pasión.

59.3K 2.9K 76
                                    

Después de pasar casi toda la tarde en el jardín, Salvatore se había retirado a su despacho para realizar una videoconferencia con unos clientes.

Ella se había refugiado en el salón y se había quedado allí dormida sin darse cuenta.

Cuando despertó vio que Salvatore le observaba. Este había terminado de la reunión y le había buscado hasta encontrarla dormida, se había quedado observándola, le había dejado de lado tanto tiempo que ahora no podía dejar de observarla. Todo había sido a raíz de su enfermedad, aun recordaba como la había encontrado y volvía a sentir miedo. Aquello era lo que había sentido un miedo atroz. Verla tan débil le había hecho pensar en muchas cosas.

La vio abril los ojos pero no parecía del todo despierta.

-La cena está lista- susurró, sin saber porque lo hacía, quizás era para no romper el momento de intimidad que se había formado.

Su voz ronca le hizo despertar del todo.

Miró atreves de la venta y vio el cielo oscuro. Había tenido la intención de tomar una ducha antes de la cena, pero a lo visto aquello iba a tener que esperar, pensó ella.

-Entonces vamos. Me he dormido sin darme cuenta-respondió.

-Eso parece, pero no es recomendable que duermas en un sofá- le reprochó con ternura.

-Lo sé- dijo al sentir el dolor en su cuello, a la vez que trataba de aliviar el malestar.

Ella lo siguió hasta el comedor, Mariza le pareció que era grande para solo dos personas.

La cena de aquella noche había una gran variedad de alimentos, queso, carne, verduras, ensalada... Tenía hambre y aquello le abrió aún más el apetito.

Mariza comió con gusto, todo estaba delicioso y sobre todo el ambiente era agradable.

Salvatore se sorprendió al ver lo animada que se le veía y eso que tenían pocas horas allí. Nunca le había visto comer tanto. Cuando estaban en casa las pocas veces que cenaban junto ella se limitaba a comer algo ligero. Él había notado aquello, pero para entonces se comportaba como un idiota con ella, ignorándola. Pero aquello no volvería a pasar iba a cuidar de ella y de su hijo como era debido.

Tomaron el postre y ella sonrío satisfecha, él se quedó embobado viendo lo hermosa que se veía cuando sonreía.

Pasaron tiempo conversando en la terraza, la noche estaba hermosa. Ella se sentía feliz por primera vez desde hace tiempo, Salvatore sonreía e incluso bromeaba con ella.

Cuando llego la hora de dormir, él le encargó a una empleada que le llevará a su habitación no sin antes despedirse de ella. Pues tenía un asunto que resolver.

Salvatore regreso a su despacho para terminar con algunos asuntos pendientes.

La empleada le mostro la habitación y también dónde había guardado su ropa.

Mariza tomo una larga ducha, se puso uno de sus camisones, vio su figura en el espejo y medio sonrió. Aquel camisón era uno de los muchos que le había regalado Salvatore en el pasado, era de un color azul, con encajes. Era muy sexy. Continuaba usándolo pues no tenía nada más con que dormir, tenía que comprar algunas pijama, pues dentro de pocos aquellos camisones de seda y encajes, no le servirían. Su vientre sobresalía, el camisón se pegaba a su cuerpo.

Se acostó en la cama y en cuanto puso la cabeza en la almohada se quedó dormida a pesar de que había dormido un buen rato antes de la cena. Pero allí se sentía en paz.

Salvatore entró a su habitación pasada la media noche, estaba agotado, pero una ducha la serviría para deshacerse un poco del cansancio. Los últimos días no habían sido fácil, y dormir en una silla lo era aún peor.

Boda por obligación. (4- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora