Todo es un caos vol. I

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En el auto luego de que ella me explicara que también quería ir a limpiar eso, era porque no quería que los medios usaran esas cosas para empañar la protesta pacífica; me gané un concierto privado porque la deje poner la música del camino. Fue casi media hora de viaje pero ella tuvo tiempo suficiente para sentirse cómoda, mostrarme sus canciones favoritas y deleitarme con su hermosa voz.

—Esa canción está muy buena—le comenté y ella me sonrió sin dejar de cantarla—todas las que has puesto estan buenas—añadí viéndola y ella asintió para cantar más fuerte.

—Es mi lista de reproducción para viajes de carretera—me comentó orgullosa una vez se acabó la canción—te voy a mandar las que han sonado, no he vuelto a mandarte música porque he estado muy ocupada, pero lo volveré a hacer—añadió y así fue que empezó a gustarme la música, así fue como mi vida cambió porque ahora no hay día en que no escuche música.

—Gracias—le dije y continué conduciendo.

Llegamos y la señora tardó un poco en reconocernos, pero enseguida lo hizo expresó un alivio en su cara como si nos conociera de toda la vida, como si estuviera preocupada desde ayer por no saber qué habría sido de nosotros. Luego de contarle que todo resultó bien con nosotros y con los demás que ayer fueron sus refugiados, le contamos que queríamos venir a ayudarla a "dejar la librería tan bonita como estaba" y ella parecía querer abrazarnos. Nos pusimos a trabajar.

El sol se ponía cada vez más alto en el cielo y yo cada vez sentía más el agotamiento de no haber dormido la noche anterior, además, mis planes de ir para poder hablar con ella no iban nada bien, cada quien estaba limpiando lugares distintos y quitar grafitis (si sea de vidrio) es muy difícil. Ella terminó primero que yo, me dijo un "ya vengo" para irse caminando por la calle yendo a quien sabe donde, me quedé limpiando mi última ventana, no estaba preocupado, estaba en un punto en el que sabía que ella volvería.

Efectivamente un tiempo después volvió, venía con unas cuantas láminas de madera que eran más grandes que ella...como del tamaño de las ventanas, creo que ya sé que planeaba. Como ya había terminado, no dude en acercarme a ella para ayudarle en cuanto la vi. Se las llevamos a la señora y mi monitora con mucha simpleza le explicó cómo ponerla en sus ventanas para tener una protección extra durante las siguientes protestas. Ella de nuevo nos agradeció y se fue a guardarlas no sé donde.

—Te compre esto—me dijo pasándome una bolsita de panadería, yo la cogí sorprendido tenía un par de deditos de queso junto con un jugo en botella

—Gracias—le dije aún sin poder creerlo, ¿me trajo esto? ¿a mi?—¿tu no quieres?—le pregunté mientras veía que sacaba una caja de colores de su maleta

—No—la seguí afuera de la librería—ya comí mientras esperaba a que cortaran las láminas—me explicó y empezó a ver la acera de enfrente

—Oh...ok, gracias, no tenías que tomarte la molestia—le dije y ella por fin giró a verme

—Ya sé, lo hice porque quise—me respondió y debo admitir que me sonrojé un poco, ¿como no iba a hacerlo?—además de todo lo que has hecho, también es que me gustan tus collares...me gusta la combinación en general que te pusiste hoy, has mejorado woods—añadió con una sonrisa y eso no sé porque tuvo tanto impacto en mí, tal vez porque ella se veía espectacular con su atuendo pero me sentí como si nunca en mi vida me hubieran dado un cumplido y las famosas mariposas en el estómago hicieron imposible que pudiera contestar algo.

—¿Quién es Michael?—le pregunté luego de unos segundos, en parte porque me mataba la curiosidad y en parte porque quería cambiar de tema, su cara mostró una expresión de desagrado

Mi TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora