Capítulo 4

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Parpadeó un par de veces.

Soltó un gimoteo al sentir su cabeza pesada, llevó una de sus manos a esta y la sobó un poco, creyendo que así la sentiría más ligera. Qué ingenuo.

Cuando sus ojos se acostumbraron por completo a la luz del día, pudo ver en donde estaba. Todo era irreconocible, estaba acostando sobre algo muy cómodo que desconocía que era. A su lado había una cosa cuadrada y arriba tenía comida, su estómago rugió de inmediato. Decidió tomar lo que había sobre una cosa cuadrada con muchas decoraciones. Soltó un leve jadeo al darse cuenta de que lo que se había llevado a la boca estaba realmente delicioso, en menos de unos segundos ya tenia el estomago lleno.

Se cayó.

Al mirar la parte baja de su cuerpo fue cuando las vio, unas hermosas piernas bronceadas en lugar de esa cola dorada que había tenido la mayor parte de su vida. No supo que hacer, solo se limito a ver esas piernas humanas con las que alguna vez soñó tener. Ahora podía comprenderlo todo con mas claridad, cuando su madre le lanzó aquel rayo verde era un hechizo para hacerlo humano, esa había sido su forma de castigarlo, aunque pensándolo bien, Lin estaría a punto de gozar ese castigo que su madre le puso.

«De haber sabido que mi madre me daría unas piernas como castigo, la habría enfrentado desde hace tiempo». Pensó, al mismo tiempo que embozó una suave sonrisa.

Su felicidad de esfumó cuando se dio cuenta de que no estaba en la cueva. No tenía idea si reír de felicidad o llorar porque no sabía en donde diablos estaba. Hay varias cosas extrañas y que jamás ha visto en su vida, aunque también hay otras que logró ver en los barcos que se hundían en lo más profundo del océano. Su curiosidad comenzó a picar dentro de él.

—¿Cómo funcionan estas piernas?— se preguntó, con la esperanza de que apareciera alguien y le dijera como usar sus nuevas piernas —, tengo que decir una palabra para que sirvan...hay algún como se dice...botón. Genial, ahora se porqué mi madre me castigó con piernas, me dio unas que no sirven.

Lo siguiente que hizo fue apoyar sus manos en la cosa acolchonada en la que antes había estado acostado, sus piernas le temblaban demasiado, en más de una ocasión estuvo a punto de caer de nuevo, pero gracias a que tuvo un buen equilibrio pudo mantenerse de pie por lo menos un rato. Ahora venia lo difícil; caminar.

No sabía como comenzar a mover sus piernas. No sabía lo que debía hacer primero o lo qué debía hacer después. En esos momentos quería volver a tener su aleta dorada y nadar en el agua por toda la vida, una corriente de aire fresco revoloteo su cabello y un fuerte aroma de tierra salada llegó hasta su nariz, su madre estaba cerca y posiblemente podía leer sus pensamientos, lo cual era incluso peor que tener unas piernas inservibles.

Resulta que cuando una persona usa magia — cualquier tipo de magia — le pone un hechizo a otra persona, ya sea para bien o para mal, tiene el derecho de controlar sus acciones o leer sus pensamientos, todo esto si se deja claro antes de hacer el hechizo. Mugen, antes de que lanzara el hechizo a Louis dijo las siguientes palabras; ''Trae su aleta a mi, dale unas piernas. Trae sus pensamientos a mi, pero no la oportunidad de controlar su cuerpo. Si alguna vez se arrepiente de tener sus piernas, quítaselas y dale una aleta nueva''.

Lin se deshizo de todos esos malos pensamientos, dejando solo los buenos, en donde se decía a si mismo que sus piernas eran lo mejor que tenia.

Escuchó unas risas.

Se acercó a esa cosa cuadrada que dejaba ver hacia afuera, se tambaleó hacia la ventana, y duras penas asomó su cabeza y fue ahí cuando las vio; nereidas. Muchos las pueden llegar a confundir con las sirenas, pero estan muy lejos de ser igual que las sirenas. Las nereidas tienen belleza, pero son torpes criaturas que solo les importa comer a los humanos, algunas veces estas son atrapadas por las redes de los pescadores. Torpes nereidas.

Okeánia Agápi | Segunda versión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora