35. ¿Te gusto la sorpresa?

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Me levanté con un gran dolor de cabeza, que venía de la gran resaca que llevaba encima. Cuando me giré en la cama, vi a otro individuo a mi lado que enseguida supe quien era cuando también se giro y nos quedamos frente a frente, lo único que él seguía durmiendo y yo no.

—¿Qué coño haces aquí? ¿Y por qué acabamos en la misma cama?—le dije mientras me sentaba en la cama.

—Buenos días a ti también.—me dijo mientras se frotaba los ojos.

—Te hice dos preguntas, ¿me las puedes responder?—le dije directamente y sin rodeos. Ya bastante tenía con la resaca, cuanto mas aguantar esto.

—Me pediste que durmiera contigo, nada más. ¿Ya estás tranquila?—me dijo mientras se levantaba de la cama y me dejaba una linda vista de su abdomen.

—¿Acaso as dormido conmigo sin camiseta?—le dije haciéndome la sorprendida.

—Si, como si no fuera la primera vez, eh.—me dijo mientras rodaba los ojos—. Y por cierto, tuve que dormir así porque me has vomitado y no me dejaste ir de la habitación. Así que no me repliques.

—¿Qué? ¿Yo diciéndote que no te vayas de la habitación? Joder, bien borracha debería de estar.—le dije mientras me tiraba para atrás.

—Pues si...—me dijo mientras parecía ¿nervioso?

—Nathan, ¿qué hice?—le pregunté sabiendo que me estaba ocultando algo.

—Nada que te tengas que preocupar.—me dijo mientras se caminaba al baño, pero antes de que entrara empezo a sonar su teléfono.

—¿Si?—le respondió la llamada—. Mañana ya me voy para allá...¿enserio?...yo creo que no podré ir...no puedo, por mucho que quiera no puedo, tengo que estar con Valeria...vale, iré. Porque me lo has pedido tú.—mientras que lo escuchaba, estaba flipando como estaba dejando a Valeria de lado por culpa de la persona que estaba el otro lado de la llamada, que me suponía que era la chica del cable.

Cuándo colgó la llamada empecé a aplaudirlo, por ser el gilipollas más grande que conozco.

—¿Por qué aplaudes?—me dijo mientras tiró el teléfono en el sillón.

—¡Bravo! ¡Bravo! ¡Te felicito!—le dije mientras me dirigí hacia él.

—¿Qué dices, Hannah? Vete a dormir que parece que la borrachera aún no se te fue.—me empezó a decir para luego caminarse al baño.

—¿Enserio que acabas de decir que si a una invitación y dejar a Valeria sola?—le dije antes de que se metiera en el baño.

—No te incumbe.—me dijo dándose la vuelta y dirigiéndose a mí.

—Si que me incumbe, porque a mi si que me importa Valeria. ¿Acaso no ves lo que te esta haciendo esa chica? ¡Abre los ojos de una vez, Nathan!—le dije mientras la ira empezaba a consumirme.

—¡Dejar de meteros en mi vida! ¡Si no eres tu, es Trish, si no es Trish, es mi madre! ¡¿Qué queréis de mí?! ¡Eh!—me dijo super alterado.

—¡Lo que queremos es que abres los ojos de una vez! ¡Esa chica te esta manipulando y estas dejando apartada a la gente que realmente te quiere, y sobre todo a Valeria! ¡Le hiciste una promesa a Amanda, y la estás rompiendo! ¡¿Acaso no te das de cuenta?!—le dije empezando a señalarle con el dedo en el pecho.

—¡Ella no me esta perjudicando nada! ¡La promesa que le hice Amanda, la estoy cumpliendo! ¡Así que dejadme en paz!—me dijo antes de encerrarse en el baño.

Después de eso, me vestí, cogí mis cosas y me fui de la habitación. No tenía pensado estar en una misma habitación con una persona que no reacciona y no sabe lo que esta haciendo.

Nada es imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora