13. Sigues siendo tú

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Pasó tres meses de que se fue Nathan. Durante este meses estaba mucho mejor, aunque había días que me venía los recuerdos, el bajón y a veces me iba a estudiar a su apartamento que algunos días me venía acompañar Diego, que desde que me encontró en el apartamento de Nathan nos volvimos más amigos y me llegó a confesar que Nathan le llegó a decir que me cuidará. También durante estos meses algunas tardes me quedaba con Rosa en casa y me hablaba de Nathan cuándo era pequeño, pero cuándo me veía que me ponía triste ya paraba de hablar sobre él y me entretenía con otra cosa.

Era una mañana de sábado y me levanté para antes de irme a la casa de Rosa, desayunar. Me vestí unos leggings de cuero y un jersey que tenía un escote de V. Al acabar de desayunar, me despido de mi madre, ya que ella no puede venir a casa de Rosa, porque va a preparar galletas de Navidad para la cena de hoy, y si, estábamos en diciembre y faltaba algunas horas para la noche del 25.

-¡Hola!-dije al entrar en casa y Rosa enseguida viene a junta mia.

-Hola, cielo. ¿Qué tal te encuentras?-y se dirigió hacia la cocina dónde olía a bizcocho.

-Bien...por cierto, que bien huele.-le dije mientras me acercaba al bizcocho que se veía desde lejos que acababa de salir del horno.

-Tenía pensado hacer arroz con leche, pero como voy a poner turrón, nueces, cacahuetes y polvorones. Creo que con eso ya llega, ¿no crees?-me dijo mientras me pasaba un cacho de bizcocho.

-Yo creo que eso aún es poco...-le dije de broma y ella abrió los ojos de repente.

-¿Qué es poco?-me preguntó sorprendida.

-Noo...es broma.-me dije mientras me reía seguido y ella me acompaño.

-¿Estás lista para esta noche? Espero que vengas guapa.

-¿Por qué no debería de estar lista? Si estoy deseando que sea ya de noche.-le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

-Yo también.-me dijo y empezó a sacar el bizcocho del molde para ponerlo en el plato.

Después de comer con Rosa y estar toda la tarde con ella, decidí irme a mi casa para prepararme, ya que quedaba una hora para la cena y quería estar lista lo antes posible.

Me puse el vestido que era rojo, corto que me llegaba más arriba de la rodilla, con un escote de corazón y las tiras me caían de lado de cada brazo. Me veía otra vez en el espejo y cada vez me gustaba más como me quedaba este vestido. Al acabar bajé y ya estaban mis padres y mi hermana viéndome, que cuándo llegue a su lado quedaron impresionados, porque a ellos no les deje ver el vestido asta que llegara el día y por cierto, al comprar este vestido vino Victoria y Otis, que fueron los que me convencieron en vestírmelo y ahora les tengo que agradecer.

-WOW...estás preciosa, cariño.-me dijo mi padre, mientras se acercaba a mí para darme un beso en la frente.

-Siempre lo está, pero este vestido te queda genial.-me dijo mi madre ofreciéndome una dulce sonrisa.

-¿Podemos irnos ya?-pregunto mi hermana y todos asentimos.

Cuándo llegamos a la casa de Rosa, ya había gente. Estaban los padres de Rosa, los padres de Francisco (padre de Nathan) y de momento no vi a nadies más.

-Hola a todos.-salta mi padre.

-Hola.-dijeron todos que estaban en casa.

Empezamos a saludar a todos, dándole dos besos y cuándo llegue a las dos abuelas de Nathan, me dieron una dulce sonrisa.

-Estas preciosa.-me dice la madre de Rosa.

-Serias una novia estupenda para mi nieto Nathan.-me dice la madre de Francisco y de repente me congelé, sintiendo que este espacio se me estaba haciendo pequeño-. ¿Estás bien cielo?

Nada es imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora