38. La gran idea

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—Bueno, ¿entonces que idea prefieres? Recuerda que aún tengo que hablar con los chicos que vayan a la despedida.—me dijo Trish, mientras yo me sentaba en la silla del escritorio.

—Pues...creo que la de aparecer en su habitación del hotel. Así nadies nos escucha y podremos hablar tranquilamente.

—Buen racionamiento. Pues voy avisarle a los chicos que no molesten durante ese tiempo y que no le digan nada a Nathan.

—Vale...yo iré antes que él entré en la habitación.

—Okey...pues te dejo y voy a empezar a organizar todo. Cuídate y descansa bien.—me dijo, antes de colgar.

Cuando colgué me tumbé al lado de Valeria y me puse a ver los dibujos con ella. Estuvimos un largo tiempo viéndolos, hasta que mi madre me dijo que era hora de comer y que bajáramos. Al bajar, ya estaba mi madre, mi padre, mi hermana y mi abuela.

—Hola, mis niñas.—dijo mi abuela, al vernos.

—Hola, abuela.

—¿Qué tal está, esta preciosa niña?—preguntó mi abuela, viendo a Valeria.

—Bien...—le dijo Valeria, con una sonrisa.

—Por cierto, por la noche no nos esperéis que vamos a junta de Nathan a ver una película.—les informe antes de que se me olvidara.

Todos se quedaron viéndome y yo me limité a fruncir el ceño sin entender porque se quedaban así.

—¿Y eso?—pregunto mi madre.

—Valeria quiere ver la película conmigo y con Nathan.—les expliqué, sentándome en la silla con Valeria en mis piernas.

—Esta pequeña hace milagros.—dijo mi abuela, con una sonrisa.

—¿Podemos empezar a comer? Gracias.—les dije, cambiando de tema. No quería que sospecharan que tenía algo en mente.

Cuando acabamos de cenar, me fui con Valeria a dar un paseo por la ciudad. Mientras que paseábamos, Valeria tatareaba una canción, haciéndome que sonriera al escucharla y notarla contenta.

Al llegar a la noche, cogí el coche y me dirigí con Valeria al apartamento de Nathan, ya que le prometí a Valeria que íbamos a ver una película los tres juntos. Cuando llegamos a la puerta del apartamento de Nathan, Valeria no tardo ni un segundo en empezar a dar golpes en ella.

—¡Hola, princesa!—le dijo Nathan a Valeria, al abrir la puerta.

—Hola, papá. Quiero ir ya a ver la película.—dijo ella, empezando correr hacia el sofá.

—Hola, Hannah.

—Hola...traje palomitas.—le dije, levantando el cubo de la palomitas que me compré en el supermercado de la esquina.

—No hacia falta, ya tenía yo aquí.—me dijo, haciéndome una señal de que entrara adentro.

Al entrar me fui a junta de Valeria, que estaba sentada en el sofá intentando sacar sus diminutos zapatos. Enseguida me acerqué a ella y le ayudé a sacárselos. Luego vino Logan con las palomitas en sus manos.

Nada es imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora