Nathan
Tire el cigarro antes de dirigirme al comedor. Cuándo me senté Amanda me hizo el interrogatorio.
-¿Qué tal te fue?-me preguntó levantando las cejas.
-Bien, supongo.-le dije levantando los hombros.
-No lo dices muy convencido que digamos.-me dice y se pone a comer, cosa que se lo agradezco.
Al acabo de diez minutos entra Hannah, con ese vestido rojo que le hace marcar esas curvas y ese cuerpo que me vuelve loco. Por mucho que me gustaría cogerla y llevarla a la cama, me contengo y decido hacerme el duro. Me costó mucho hablarle tan borde, pero necesitaba no encariñarme con ella y que me odiara, para después de un mes volver a Los Ángeles sin pasarlo tan mal cómo la primera vez.
-Nathan, ¿qué tal lo llevas en Los Ángeles?-me preguntó Raquel, la madre de Hannah.
-Bien, al final me acabé adaptando al lugar.
-Los Ángeles es el mejor sitio que puedes estar y te lo digo por experiencia.-me digo Antonio, el padre de Hannah.
-Por cierto, ¿encontraste algún trabajo por ahí?-me preguntó mi padre y aunque estábamos en la misma casa, aún no estábamos muy bien entre nosotros dos.
-Si.-le dije secamente.
-¿Y de que?-me siguió preguntando y Hannah enseguida habló.
-¿Y qué tal tu en el trabajo?-dijo Hannah dirigiéndose a mi padre.
-Genial...la verdad es que por una parte no me arrepiento de irme a trabajar fuera de aquí porque el salario esta mucho más alto, pero lo que me duele es tener que dejar a ellos aquí.-y algo dentro de mí se enfurecía, así que me levanté y me fui directo al jardín para tomarme un cigarro y relajarme.
Mientras tomaba el cigarro andaba para adelante y para atrás, sin parar. Siempre me preguntó, ¿si tanto le importamos, por qué coño se va? No podía más y seguí tomando otro cigarrillo, asta que sentí unas manos en mis hombros.
-Nathan...-pensaba por un segundo que era Hannah y de repente le estampé mis labios a la otra persona, pero cuándo veía que no me seguía el beso, enseguida me aparte y vi que era Amanda, pero cuándo vi detrás de Amanda a Hannah.
-¡Hannah!-y ella se dio la vuelta yéndose de ahí-. ¡Mierda! ¡Joder!
-Si supiera que me ibas a estampar los labios al venir aquí, me hubiera quedado en la mesa. ¿Sabes que eres un idiota, no?
-¡Cállate! Ya lo sé, ¡Joder!-le dije estresado.
-¡Por quedarte aquí como un idiota no vas hacer nada, pero tranquilo ya conseguiste que Hannah no se acercará a ti! ¡Te puedes ir tranquilo a Los Ángeles!-me dijo en el mismo tono que le contesté y ahí me di de cuenta que me pasé con ella sin tener la culpa.
-Amanda, perdón.-le dije y me acerqué para abrazarla, pero me sacó los brazos de sus hombros.
-Déjame...¿cuántas veces te dije que no pagarás tus furias conmigo? ¡¿Cuántas?!-me dijo agitada y sabia que agitarse no era lo mejor para ella.
-Muchas...perdón.-le dije y ella solo dio la vuelta yéndose al comedor.
Después de haberme tomado cuatro cigarros, entró en el comedor y veo que Amanda y Hannah no están.
-¿Dónde están?-les preguntó a todos.
-Amanda se fue hace cinco minutos y Hannah hace veinte.-me dijo mi madre con una mirada de advertencia.
-Mierda.-lo dijo en voz baja y enseguida salgo de casa sin despedirme.
Sabía que a Amanda no la podía dejar mucho tiempo sola y que debería de tratarla bien, pero mis momentos de furia la cago y bien a fondo. Al salir de casa entró en mi Audi y me voy a toda mecha a buscar a Amanda, que es la primera que tengo que tener cuidado y aunque Hannah me importa muchísimo, Amanda está más en peligro de que le pase algo. Después de estar media hora buscándolo, la encuentro en un callejón pero antes me fijo que un hombre esta a punto de llevarla a la fuerza, enseguida me bajo del coche y me acercó a él para apartarlo y finalmente empezar a puñetazos en su cara, asta que veo que Amanda esta pidiendo que pare para irnos, así que la cogí y me fui hacia el coche.
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Nada es imposible
Romansa¿Qué pasá después de haber estado todo el verano haciendo ejercicio, comiendo sano y disfrutando del verano? Bueno, pues yo sé la respuesta. Soy Hannah, una chica que nunca fui popular en el instituto y que no llamaba la atención a los chicos, pero...