Era el día siguiente y me levanté a las ocho y media para poder despedirme de Rosa, por lo que eso significaría que estaría dos semanas con Nathan, que por cierto, no sé que tiene pensado hacer, si quedarse en esta casa o si ir a su apartamento.
-Buenos días, Rosa.-le dije entrando a la cocina y ella estaba acabando de lavar su pocillo.
-Buenos días, cariño. ¿Qué tal dormiste?-me dijo dándose la vuelta para verme.
-Bien, ¿y tú estás lista?-le dije con una tierna sonrisa.
-Bueno...se podría decir que sí, aunque estoy algo nerviosa.-me dijo y no me convenció ese bueno.
-¿Y ese bueno?
-Nathan...las cosas con él cada vez es peor. Mi hijo no estaba tan agresivo cómo ayer. ¿Puedes hacerme un favor?-y yo asentí-. Averigua que le pasa.-y yo solo me dispuse a volver asentir. Rosa no sabía nada de lo que paso desde que vine aquí. No sabe que yo y Nathan nos hemos besado y que ahora estamos enfadados.
Me puse a preparar el desayuno y cuándo estaba sentándome en la isla de la mesa, entra Nathan en chándal pero sin camiseta y lo peor es que mi vista se iba a sus abdominales bien marcados. Luche conmigo misma para sacar la vista de ahí y finalmente lo conseguí.
-Buenos días, hijo.-dice Rosa con una sonrisa un poco fingida.
-Buenos días, mamá.-dice Nathan y se sirve una taza de leche para después sentarse enfrente mía.
-¿A qué hora te tienes que ir?-le pregunté para sacar la tensión que había en la cocina.
-Ahora mismo. Me voy a buscar las maletas y ya me voy.-y se fue corriendo arriba a buscar sus maletas.
-¿Dónde nos vamos a quedar?-le dije a Nathan y esta vez viéndole a los ojos.
-A mi apartamento. Así que, recoge tus cosas que dentro de una hora nos vamos.-me contesta clavándome sus ojos azules en mí.
-Ya estoy...es hora de des-despedirnos.-nos dice Rosa con una débil voz y enseguida me levante a abrazarla.
-Te echaré de menos estas semanas.-le dije con una sonrisa que me empezaba a fallar por las ganas de llorar.
-Ays cariño...yo también te voy a echar de menos.-me dijo dejándome un beso en la frente-. Cualquier cosa ya sabes, llámame.-y yo asentí. Luego fue Nathan a despedirse y vi cómo se tragaba las lágrimas y se hacía el duro. Me dolió que hiciera cómo que no le importara que se iba.
Después de que se fuera, entre en casa y me dirigí a la habitación a recoger las cosas. Al acabar bajé y vi a Nathan apoyado en el sofá mientras escribía con el móvil.
-Ya podemos irnos.-le dije y él me vio, afirmó con la cabeza y empezó a caminar hacia la puerta.
Cuándo llegamos a su apartamento me di de cuenta que solo había una habitación y me entró más ganas de marcharme y quedarme en mi casa.
-¿Dónde dejo mis cosas?-le dije y él señaló su habitación-. Tú vas a dormir en el sofá, solo te avisó.-le dije y él nego con la cabeza.
-Es mi apartamento y voy a dormir en la cama. Si quieres dormir en la cama, pues duerme y si no quieres, te vas tú al sofá.-me dijo serio, mientras tenía una manzana en sus manos.
Me fui a su habitación indignada y dejé las maletas para luego salir y ir a ver la televisión. Encendí la televisión y empece a buscar canales pero ninguno tenía algo que me llamará la atención, así que decidí apagar la televisión y empezar hablar con Otis y Victoria, ya que Nathan se fue a no sé dónde. Les empecé a contar todo y ellos quedaron alucinando, pero no pararon de decir que me ven aún con él otra vez. Yo decidí pasar de eses tipos de comentarios y empecé a cambiar de tema.
ESTÁS LEYENDO
Nada es imposible
Romance¿Qué pasá después de haber estado todo el verano haciendo ejercicio, comiendo sano y disfrutando del verano? Bueno, pues yo sé la respuesta. Soy Hannah, una chica que nunca fui popular en el instituto y que no llamaba la atención a los chicos, pero...