22. Despiértate, perezosa

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1 mes después

Paso un mes que estaba en Los Ángeles y mi padre ya se quería ir. Aunque bueno, antes de esto paso varias cosas, como que Josh y Grace lo dejaron, debido a que Josh puso los cuernos, pero yo aún sigo hablando un poco con él, y también que yo empecé a tener varias citas porque Grace me obligaba, pero ninguno me llamaba la atención. Y finalmente mi padre, que justo al pasar el mes no aguanto más y estuvo convenciéndole al jefe de si podia hacer las clases online desde allí, cosa que aceptaron.

—Hija, no puedes quedar aquí.—me dijo mi padre, después de estar una semana repitiéndolo.

—Pero estoy con la abuela y así le hago compañía.—le dije y él ya no sabía que hacer para convencerme.

—¿Y tus amigos, Otis y Victoria? ¿No los echas de menos?—empezo a poner a ellos de escusa para intentar convencerme aun más.

—Papá, los vi hace una semana, cuando fuimos allá por pascuas...y si los echo de menos, pero por eso no me voy a ir.—le dije, ya que una parte de mi quería quedarse aunque echaba de menos a gente de allá.

—¿Y tu madre y tu hermana?

—¡Antonio!—le dijo mi abuela al entrar en la cocina y ver que estaba intentando convencerme—. Deja a tu hija en paz, si quiere quedarse aquí es su decisión y ya es mayorcita para que elija. A parte, su madre también esta de acuerdo.

—Pues veo que voy a tener que irme solo.—dijo mi padre haciendo pucheros, para que me diera pena y aceptará irme con él.

—Eso es y ahora prepárate que pedi un Uber.—le dijo mi abuela y él salió de la cocina para irse a coger las maletas—. Tu padre aún no entiende que te estás haciendo mayor.—me dijo mi abuela cuando mi padre no estaba.

Después de despedirme de mi padre, quede con Grace en la parada del autobús para ir juntas a Santa Monica.

—Tia, ¿qué tal lo de despedirte de tu padre?—me preguntó Grace cuando ya estábamos sentadas en el autobús.

—Un coñazo, en plan, es que no paraba de ponerme alguna razón para que hiciera las maletas y me fuera con él.—le dije mientras rodaba los ojos.

—Menos mal que no te fuiste, si no me dejabas sola.—me dijo mientras ponía pucheros.

—Tranquila, que de momento me quedo una larga temporada aquí.—y me apoyé en su hombro para descansar un poco durante el trayecto a Santa Monica.

Después de unos minutos en el autobús, llegamos a Santa Mónica y estaba tan cansada que me quede dormida, ya que me despertó Grace al llegar.

—Despiértate, perezosa.—me dijo y empecé abrir los ojos poco a poco.

—¿Dónde estamos?—le pregunté un poco desorientada.

—En Saturno, no te jode.—me dijo con sarcasmo y algo borde.

—La que debería de estar borde seria yo, por haberme despertado.—le replique mientras bajábamos del autobús.

Caminamos hasta el Pacific Park y justo cuando estábamos en el, pasamos por Josh que estaba con una chica.

—Ahora entiendo el porque de tu comportamiento. ¿Cuándo los vistes?—le pregunté mientras pasábamos por su lado y él solo me saludó a mi.

—Mientras el autobús estaba dando más vueltas que una oveja mareada, lo vi en un momento agarrada de esa niñata. ¿Es que a casi te parece normal? Es que, ¡Agg!—empezo hablar toda indignada.

—Te entiendo, pero no es hora para que te pongas mal por un idiota que no te sabe valorar. Así que, levanta ese humor de perros y vámonos a divertir, que nos hace mucha falta.—le dije y al acabar le cogí de la mano para empezar a correr.

Nada es imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora