La bruja de la cabaña

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Había una vez una joven hechicera que rescató a unos niños de una bruja oscura muy antigua, que a través de los años usaba a los niños y doncellas para mantenerse viva y joven.

Ellas tras acabar con la bruja y destruir su hechizo, internó en un orfanato a los que llamaría sus ahijados, convirtiéndose asi en SU Hada Madrina.

El primer día que los visitó entró
por la ventana entre el brillo de la luna y la oscuridad de la noche. Y después de darle un beso a cada uno, se sentó en un sillón, mientras los niños se acurrucaba en sus camas.

_Esta historia ya se la saben, la han vivido muy de cerca - dijo Flora mientras se acomodaba.
_¿Cuál es hada madrina?
_La bruja de la cabaña_ y continuó:

Érase una vez, una joven que vivía en un pueblo pequeño cerca de un gran bosque. Ella era muy recelosa y tímida con todos, pues en aquel tiempo la magia estaba prohibida y cualquiera podía decir ¡Bruja! para que la acusada fuera quemada viva sin compasión. Por eso, esta joven hechicera, prefirió esconderse en lo más profundo del bosque y olvidarse de toda civilización.

Pero el tiempo no espera por nadie, y al pasar de los años se volvió una anciana, comenzándose a sentir muy sola y odiada, y con todo eso negativo a su alrededor, la oscuridad la consumió y enloqueció.

Comenzó a vagar por el bosque y fue cuando escuchó el llanto de una pequeña niña.
- ¿Pero qué hace una tierna niña sola vagando en el bosque?- preguntó la anciana.
- Yo, yo...- la niña sollozaba tanto que no podía hablar.
- Oohhh, pequeña. Ven conmigo, yo te daré cobijo hasta que te encuentren tus padres.

La niña siguió a la anciana hasta la casa, la cual le ofreció ropa limpia, un baño y comida caliente. Después se durmió en una camita, y mientras lo hacía la anciana la miraba dulcemente, pues siempre quiso tener una pequeña como esa. Pero ¿Por qué tenía que devolverla? Ya estaba perdida ¿No? pensaba en su mente extraviada. Así que no la devolvería.

Fue y buscó un libro de conjuros y se pasó toda la noche trabajando, modificaría su casa de madera pobre, por una más grande y habitable, y le daría a la pequeña todos los gustos posibles, con la esperanza de que la niña se quedara con ella.

A la mañana siguiente, cuando la niñita despertó, la señora le sirvió el desayuno de una reina, después le regaló vestidos nuevos, juguetes, un cuarto maravilloso. Ambas se veían felices hasta que la pequeña recordó a su familia:
- Pero, ¿Y mi mamá, mi papá, mis hermanos, mi perrito? Los extraños mucho, quiero irme de aquí _y soltando una hermosa muñeca empezó a llorar.

La anciana comenzó a taparse los oídos y a cantar una canción de cuna, mientras se mecía sentada en una silla. La niña soltó lo que tenía y salió corriendo, sólo que esta vez fue encontrada por su familia y pueblerinos que la estaban buscando desde el día anterior.

La pequeña les dijo que había encontrado a una abuela muy amable que les regaló muchas cosas, le dio de comer y de esa forma describió todo lo bueno que hizo la señora. Pero la gente ignorante, en vez de agradecer, lo malinterpretaron todo, y con antorchas y palos, se fueron a la casa de la anciana, quien al escuchar a la multitud que venía a lo lejos, abandonó la casa y se refugió en el bosque.

La gente no encontró a nadie en la casa, pero la quemaron. La bruja se enfureció, y con el deseo de tener a los niños para ella, prometió robarlos todos y tenerlos esta vez, para siempre.

Y así, con una sonrisa siniestra fue a buscar su libro de magia, lo tocó, y al ser su energía y su propósito oscuro, el libro se transformó, de sus puntas salió un color oscuro, viejo y marchito, parecía que se quemaba pero de oscuridad. Los conjuros fueron transformados, en vez del bien, traerían el mal.

La bruja atraería a los pequeños con un cántico, como si los durmiera, esto sólo lo escuchaban los pequeños, que salían de sus camas, sonámbulos e iban hasta el bosque directo a la casa embrujada, o lo que quedaba de ella.

La bruja atraería a los pequeños con un cántico, como si los durmiera, esto sólo lo escuchaban los pequeños, que salían de sus camas, sonámbulos e iban hasta el bosque directo a la casa embrujada, o lo que quedaba de ella

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Como eran demasiados, no se los podían quedar todos, así que los utilizó de diferentes formas. A unos se los comió, a otros succionó su juventud y a los últimos, los convirtió en los lobos de la noche.
- ¿Continúo o termino? ¿Tienen miedo?
- ¡Siiii!
- Me detengo entonces.
- No, no, nos gustan los cuentos siniestros.
- ¿Ah sí?
- ¿Y qué pasó con los lobos?- preguntó Ión.
- Creo que eso ya lo saben. Estos lobos atraían a más niños perdidos, o incluso a doncellas, las cuales eran perfectas para que la bruja rejuveneciera. A mí me pasó, yo fui una de sus víctimas.
- ¿Y cómo sobreviviste?- preguntó Estela
- Porque tengo mucho poder, un poder con que ella no contaba. Por eso la derrote.
- ¿Cómo? - preguntó Jennifer.
- Fui a mi antiguo hogar y busqué un libro de hechizos, con él conjuré uno que hizo arder su casa junto con ella, acabando con la maldición de los lobos y devolviéndole a ustedes sus cuerpos y de paso..... sus vidas.
- ¡Y nos salvaste a todos!- dijo Jennifer.
- Así es.
- Gracias hada madrina
- Siempre estaré para ustedes, siempre que realmente me necesiten.... Mientras viva claro........ bueno, es hora de dormir.
- ¡Adiós hada madrina!- Dijeron los niños.
- Adiós tesoros.......... mañana regresaré para contarles otra historia.
- ¡¿Cuál?! - Preguntó Laura.
- La del dragón del luz
- ¿Un dragón de luz?
- Sí.......... pero esa es otra historia

Cuentos del Hada MadrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora